Otto Brons-Petersen es Analista Jefe de CEPOS, el think tank liberal más importante de Dinamarca. PanAm Post habló con él durante el Europe Liberty Forum para conocer de cerca los mitos y realidades del “modelo danés” que tanto elogian algunos políticos de izquierda. Estos fueron los comentarios más destacados de su intervención.
La izquierda occidental parece haber convertido a Dinamarca en su nuevo país fetiche
Tradicionalmente, Suecia ha sido el país de referencia de la izquierda democrática, pero Dinamarca está empezando a ocupar ese lugar desde hace algunos años. En Estados Unidos, por ejemplo, los dos candidatos a las primarias del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Bernie Sanders, pusieron a mi país como ejemplo a seguir.
Con impuestos tan altos como vemos en Dinamarca, ¿cabe hablar de libertad económica?
Es cierto que la recaudación fiscal es muy alta en Dinamarca. La recaudación fiscal ronda el 45% del PIB, por encima de todos los demás países de la OCDE. Hemos rebasado a Francia, Bélgica, Suecia… Sin embargo, la libertad económica es más que eso. También abarca cuestiones como la efectividad judicial, la apertura comercial, la buena regulación empresarial, la flexibilidad laboral… Eso explica que ocupemos el puesto 12 en el Índice de Libertad Económica. De modo que no somos, en absoluto, el paraíso socialista que vende la izquierda, sino un modelo relativamente liberal, pese al elevado peso del Estado.
¿Hasta qué punto es Dinamarca un referente en todos esos otros aspectos de la economía que van más allá de la fiscalidad?
El Instituto Fraser, de Canadá, mide la libertad económica de 0 a 10 puntos. Nos dan 4,1 por el elevado peso del gasto y los impuestos, pero también nos asignan una nota de 8,3 al sistema judicial, un 9,6 al marco monetario, un 8,4 a la apertura comercial, un 8,4 a la calidad de la regulación… Si solo medimos el gasto y los impuestos, estamos en el puesto 154 de la tabla. Si estudiamos todas las variables, el resultado es muy distinto y figuramos en la élite del ranking.
Dinamarca es rica ¿gracias al Estado del Bienestar o a pesar del mismo?
Dinamarca era un país especialmente rico a mediados del siglo XX. Desde entonces, coincidiendo con el auge del Estado del Bienestar, la ventaja relativa que ostentábamos en términos de PIB per cápita se ha reducido de forma progresiva. Hasta los años 60, el peso de la fiscalidad era inferior al de Estados Unidos o Reino Unido.
Fue entonces cuando empezamos a consolidar un modelo de más y más gasto público, con desastrosas consecuencias que nos llevaron al declive de los 70 y la crisis de los 80. Por tanto, nos enriquecimos antes del Estado del Bienestar y, desde que desarrollamos dicho modelo, la situación ha ido a peor, de modo que seguimos siendo ricos, pero a pesar del Estado de Bienestar.
Muchos políticos de otras latitudes, por ejemplo América Latina, miran el ejemplo del Estado del Bienestar danés con admiración. ¿Qué les diría?
Que no tiene sentido pretender un mero “transplante” del “modelo danés” a otras partes del mundo, sobre todo porque este debate es recurrente en países que parten de un grado de riqueza mucho menor que el que teníamos cuando nosotros empezamos a introducir el Estado del Bienestar.
Por otro lado, tampoco se puede ignorar que, desde hace décadas, Dinamarca ha aumentado su libertad económica y replegado muchos excesos del pasado. Un buen ejemplo es el mercado laboral, ampliamente considerado como el más flexible del mundo. A menudo, quienes quieren incorporar el “modelo danés” solo quieren los impuestos altos, pero no la elevada libertad económica que tenemos en otros aspectos.