Por Cristián Correa*
El pasado viernes 1º de marzo, el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, realizó la rendición de cuentas de su gobierno en un formato muy particular y sin precedentes en la historia política uruguaya. En lugar de tratarse de una instancia republicana, dirigida a la ciudadanía toda, fue pensado y ejecutado como un acto partidario de la coalición de izquierda que está en el gobierno desde el año 2005.
A tales efectos, el partido Frente Amplio dispuso de varios vehículos para transportar a los militantes y colmar de público el lugar elegido para llevar a cabo tal evento. En el transcurso del acto, el presidente arremetió contra los opositores que critican a su gobierno a través de las redes sociales, tildándolos explícitamente de “descerebrados”. Al parecer, al presidente le molesta la libertad con la que la ciudadanía puede expresarse en internet. No se trata de un hecho ailsado, ya que desde filas del oficialismo se han presentado proyectos de ley para criminalizar la libertad de expresión y penalizar con cárcel a quienes se expresen mediante plataformas digitales contrariando el relato oficial.
En otra parte de su discurso, ratificó que la puesta en escena se trataba de un acto de campaña, y confesó alegremente que él estaba en la contienda electoral. El numeral 5º del artículo 77 de la Constitución de la Républica establece que “el Presidente de la República y los miembros de la Corte Electoral no podrán formar parte de comisiones o clubes políticos, ni actuar en los organismos directivos de los partidos, ni intervenir en ninguna forma en la propaganda política de carácter electoral”. En lugar de atenerse al texto constitucional, Vázquez a lo largo del acto hizo referencia a varios temas específicos de la campaña electoral. Además del contenido, el tono fue desafiante y por momentos burlón para con la parte del electorado que no pertenece al partido de gobierno.
No es la primera vez que Vázquez viola la Constitución y realiza manifestaciones de caracter electoral que le están expresamente prohibidas. En el año 2017, ingresó a un local partidario y arengó a los militantes haciendo referencia a un eventual cuarto gobierno de su partido. En el caso del acto del pasado viernes, se dirigió a sus militantes y descalificó a quienes piensan diferente y son críticos con su gestión.
A su vez, el lugar elegido para realizar el acto también encendió la polémica por tratarse de una construcción realizada por la empresa estatal de telecomunicaciones, en un proceso muy cuestionado por varios factores. En primer lugar, por tratarse de un emprendimiento que excede la competencia del ente que lo construyó, y fue observado en reiteradas ocasiones por el Tribunal de Cuentas.
En segundo término, porque hasta el día de hoy no se sabe exactamente cuánto costó la obra, cuyo presupuesto inicial fue al menos duplicado. Por último, se trata de una obra encomendada por la actual Ministro de Industria, Carolina Cosse, quien anteriormente presidió el ente estatal Antel, y lo utilizó para catapultar su precandidatura a la presidencia de la República. Es decir que el dinero de los contribuyentes fue utilizado para realizar una obra colosal para posicionar una candidatura del partido de gobierno.
El episodio tiene componentes chavistas, ya que por un lado, se confunde gobierno con partido, y el presidente, en lugar de actuar como jefe de Estado de una República, se comporta como un supremo líder dispuesto a denigrar a quienes no pertenecen al partido y tildarlos de “descerebrados”. Además, se recurre al acarreo de militantes para montar un espectáculo que sirva de lanzamiento de campaña para permanecer en el poder, utilizando el dinero de los contribuyentes en beneficio del partido de gobierno y en detrimento de los opositores que no tienen dicha maquinaria estatal para publicitarse.
El gobierno del Frente Amplio no solo defiende el régimen de Maduro, sino que también, de forma gradual, lo imita, como en este caso, montando espectáculos populistas para enfrentar a la población. Sin lugar a dudas, el ciclo electoral que comenzará en pocos meses, será decisivo para el futuro de Uruguay. Luego de 15 años de gobiernos de izquierda, este año está en juego, o bien la profundización de un modelo que desprecia la libertad y el funcionamiento republicano, inspirado en la misma ideología socialista que ya destruyó Venezuela, o bien una alternativa que pueda reinstalar la tradición republicana del país y propender hacia mayor libertad.
* Cristián Correa Crego es estudiante de Derecho y columnista de “Libertad Uruguay”.