Por Gabriel González*
“Prematuro”. Esa fue la palabra utilizada por el representante especial de los Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, para referirse a la aplicación del numeral 11 del artículo 187 de la Constitución venezolana, que autoriza la utilización de una fuerza militar extranjera en el país y que desencadenó una ola de reacciones en las redes sociales.
Es de suponer que el régimen de Nicolás Maduro dio un respiro de alivio –por ahora-, pero parece que los que más se alegraron no están precisamente de ese lado, o al menos de forma pública.
El statu Quo “opositor”, eternos promotores del diálogo y las “elecciones” con Maduro en el poder, tomó esa palabra y lanzó una campaña que vende la supuesta derrota de la principal promotora de la aplicación de ese artículo, María Corina Machado, como si Abrams no hubiera dicho en la misma entrevista que “la única negociación con Maduro era la de su salida, punto”.
Debe quedar claro que el éxito del 187.11 y la Responsabilidad de Proteger (R2P), es el éxito de una Venezuela que literalmente se apaga poco a poco. Hoy la cooperación militar internacional no es algo “prematuro”, es urgente.
De más está decir que esta no busca ser una respuesta a Abrams, él no tiene por qué entender la urgencia de los venezolanos que sufren en carne viva lo más cruel del socialismo criminal, sino quien o quienes tienen la responsabilidad “oficial” de comunicarse con el gobierno de los Estados Unidos.
Lo que toda Venezuela hoy debe preguntarse es quién hizo lobby en contra de la coalición militar. ¿Quién se encarga de informarle la situación venezolana a Estados Unidos y por qué lo considera “prematuro”? Como a algunos pareció gustarles esa palabra y ahora la usan como bandera, hablemos entonces de lo que sí es “prematuro”.
Prematuro es arrancarles la niñez a esos jóvenes que tienen que sacar agua del Guaire y cargar tobos por la ciudad hasta su casa.
Prematura es la separación de familias que tienen que huir de Venezuela, incluso caminando, para poder sobrevivir.
Prematura es la muerte de venezolanos en los hospitales producto de los apagones.
Prematura es la muerte de los enfermos crónicos por no conseguir los tratamientos.
Prematura fue la muerte de Bassil Da Costa, de Robert Redman, de Geraldine Moreno, de Juan Pablo Pernalete, de Neomar Lander, de David Vallenilla y de cientos de jóvenes más asesinados por el régimen de Maduro durante las protestas.
Prematuro es el asesinato a manos del hampa de 40 jóvenes al día en el último año –más de 40.000-.
Prematuro es el fallecimiento de niños por desnutrición.
Ponerle fin a la agonía de los venezolanos no es “prematuro”, es impostergable. Y es por eso que hay que decirle al mundo de forma inequívoca que los ciudadanos estamos dispuestos y lo hemos dado todo para liberar el país, pero que necesitamos ayuda. Eso significa la aplicación del artículo 187, numeral 11: un grito de auxilio para que el mundo entienda que el tiempo de los venezolanos es ahora.
Frente a un régimen criminal que pide “paredón” para quienes lo adversan, es urgente actuar, y actuar rápido. Ojalá que el egoísmo de un grupo que no quiere que se le “quiten el protagonismo” no haga que sea demasiado tarde y que, cuando por fin se decidan, no haya nadie a quien salvar.
*Gabriel González es periodista venezolano.