
Por María Oropeza
La situación en Venezuela es desde el momento en que que Hugo Chávez, y posteriormente Nicolás Maduro, asumieron el poder. Desde entonces, hemos visto cómo nuestro país se va desbaratando poco a poco, tanto en lo económico, como en lo social y político.
Desde hace años, estamos constantemente en las calles denunciando la violación de derechos humanos por parte de la tiranía socialista, así como la grave crisis humanitaria que se evidencia en los hospitales, en las neveras vacías, y hoy día en cualquier sector del país. Hemos tenido que soportar la escasez de alimentos y medicinas, sueldos paupérrimos de 4 dólares al mes, y la constante represión de los esbirros del régimen, y todo esto sin vivir en alguna guerra convencional o en una pandemia mundial.
Con la llegada del coronavirus, en la que todo el mundo y sobre todo la economía está completamente paralizada, ha sido una excusa del régimen de Maduro para vender al exterior –una vez más– lo que es una falsedad y manipulación de la verdad.
Lo primero es que ha querido hacer creer que está asumiendo responsabilidades como jefe de Estado, cuando realmente es un criminal usurpador que controla de manera ilegal e ilegítima tanto los medios de comunicación, así como las instituciones del Estado y por supuesto en hospitales, teniendo bajo amenazas a los profesionales de la salud.
El segundo problema son los numerosos panfletos para “prevenir” el contagio del coronavirus, que van a contramano de la realidad del país.
Recomienda lavarse las manos constantemente, pero hoy día la mayor parte del país y gran parte de Caracas no cuenta con servicios de agua potable, y lo poco que les llega es prácticamente imposible de consumir por lo sucia que se encuentra.
Sugiere además usar mascarillas obligatoriamente, pero en un país en el que la gente se debate todos los días qué y cómo va a comer (porque el sueldo de 4 dólares al mes no les alcanza ni siquiera para autoabastecerse por dos días) ¿qué los hace pensar que tendrá dinero como para comprar mascarillas? Esto ha conllevado que la población improvise mascarillas con recortes de tela, toallines, papel, y cualquier otro instrumento que les permita protegerse y también entrar a negocios, instituciones, e incluso hacer uso de los espacios públicos.
Invita a permanecer en cuarentena de manera obligatoria. Este mecanismo que se ha tomado en prácticamente todo el mundo como medida preventiva, puede funcionar dependiendo del sistema y del tamaño del Estado. En el caso de Venezuela, no obstante, no es más que una excusa para seguir aplicando el control social. Un país que no tiene los medios para autoabastecerse por un día, menos lo tendrá para hacerlo por 15 días o una estricta cuarentena. Cuando el venezolano salga a buscar comida, será reprimido con la excusa de que debe “respetar la cuarentena”, pero ¿qué hace el padre y madre de familia cuando no tenga alimentos en sus casas? ¿o evita ser contagiado o permite que sus hijos mueran de hambre?
Y finalmente; los hospitales venezolanos son una tragedia. Un país con una salud pública por el suelo, con hospitales donde no hay camillas, no hay algodón, no hay medicinas ni ningún tipo de insumos médicos, y unos profesionales de la salud que por más vocación que tengan, no cuentan ni siquiera con guantes y tapabocas para atender a los pacientes, es prácticamente como estar destinados a la peor debacle.
En tiranía no hay opciones. En un país donde han acabado con la producción, y el ciudadano ha tenido que reinventarse para poder sobrevivir, no hay muchas opciones para permanecer a salvo bajo una pandemia mundial. El socialismo, sistema en el que el hambre, la inseguridad, y el control social azotan diariamente, limita todas las opciones para sobrevivir.
No tengo dudas que los países del primer mundo se levantarán, y su economía poco a poco volverá a prosperar, mientras tanto en Venezuela, como en Cuba, tardaremos en levantarnos mientras no salgamos de la peor plaga que tanto daño le ha hecho a nuestros conciudadanos: el socialismo.
María Oropeza es abogada y coordinadora de Vente Venezuela.