En estos días está causando revuelo el libro de la periodista uruguaya María Urruzula titulado Eleuterio Fernández Huidobro, sin remordimientos. La causa de tanta conmoción es que allí se informa que el Movimiento de Participación Popular (MPP) – sector político del ex presidente José “Pepe” Mujica- luego de la vuelta de la democracia en 1985, se financió mediante asaltos a bancos y empresas en las décadas de 1980 y 1990.
Las fuentes le revelaron a la autora que en marzo de 1985 los tupamaros comenzaron a planificar su reorganización. Hubo discusiones entre los líderes para definir si el camino al poder era mediante la vía democrática o si, por el contrario, se debía retomar la lucha armada.
En esa etapa se decidió trabajar en tres niveles: por un lado, realizando militancia política en los barrios y en la esfera estudiantil, tratando de crear un movimiento de masas. Por otro, formando nuevos cuadros. Y el tercero, creando “una estructura de seguridad” -el “nivel operativo”- que custodiara a los miembros del Movimiento Tupamaro y que también se encargara de “conseguir finanzas”.
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Los tupamaros crearon al MPP en 1989. Tenían claro que debido a sus antecedentes delictivos, era muy difícil que empresas y ciudadanos aportaran voluntariamente dinero al grupo. En consecuencia, decidieron que “se necesitaba meter caño para financiar al MPP”.
A Jorge Zabalza -uno de los ex cabecillas- le preguntaron quién era el encargado del “nivel operativo”. Su respuesta fue: “El único que contaba con consenso, que era José Mujica. Ninguno de los demás reunía consenso”.
Una fuente de Urruzola –por seguridad no menciona su nombre- afirmó que Mujica le planteó hacer “trabajos” que a un militante “no le da el querosene para hacerlos […] Vino Mujica y me planteó ¿Estás dispuesto? Eso en el 89. Yo dije, claro”.
También expresó que hacia fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, Mujica y Eleuterio Fernánez Huidobro reclutaron “barajas” que hacían “lo que sea con tal de sobrevivir”.
Las fuentes de Urruzola sostienen que en el período mencionado, el MPP se financió mediante las “tupabandas” (denominadas así porque la mayoría de sus integrantes eran tupamaros). Además, que tal forma de proceder fue autorizada por los líderes del grupo, entre ellos, por Mujica.
Uno de los informantes -que integró la “tupabanda”- expresó que al ser arrestados la Justicia les probó cinco rapiñas a bancos, a una camioneta que trasladaba caudales y a un local descentralizado de pagos del Banco de Previsión Social. Aseguró que durante nueve años le entregaron “US$20 millones a la organización”. “De cada operación se repartía una parte, y luego se le daba a la orga”.
En la elección de 1989 el MPP sacó dos diputados, uno de ellos fue Mujica. Ese cargo fue el que lo catapultó al exitoso camino político que ha venido recorriendo desde entonces.
Por razones obvias, el contenido de este libro cayó como una bomba tanto a nivel nacional como internacional.
Dentro de Uruguay, porque Mujica fue electo correlativamente diputado, senador y presidente de la república. Habría que dilucidar si la manera en que financió su carrera política no constituiría una forma de fraude. En todo caso, no podría considerarse legítima.
Y en el exterior, porque Mujica ha sido muy exitoso al promocionarse como un modelo ético; es admirado por doquier y la gente queda embelesada con sus dichos.
Como es lógico, el libro de inmediato provocó repercusiones. Mujica recurrió a su carisma para restarle importancia a estas revelaciones. Señaló que se trata de un ardid para ensuciar su imagen, con la mira puesta en las próximas elecciones nacionales (que son recién en 2019). Para fundamentar ese aserto, mencionó ciertos “bolazos” que se dijeron acerca de él.
Sin embargo, no refutó categóricamente las acusaciones. Por otro lado, desde que Aristóteles dio a conocer las falacias más utilizadas a nivel del discurso público, se sabe que el hecho de que otras noticias acerca de él hayan sido falsas, no significa que ésta también lo sea. Una cosa es independiente de la otra y debe analizarse por separado.
En Uruguay, estas revelaciones no son por completo novedosas. El investigador Adolfo Garcé las había expuesto en Donde hubo fuego: El proceso de adaptación del MLN-Tupamaros a la legalidad y a la competencia electoral 1985-2004 (2006). También el periodista Federico Leicht en Cero a la izquierda (2007).
En ambos libros se señala que durante las décadas de 1980 y 1990, los tupamaros mantuvieron estrechos vínculos con movimientos terroristas extranjeros y también, que financiaron sus actividades por medios espurios. Concretamente, mediante los robos de dinero a mano armada.
Con respecto a su relación con terroristas, es bueno recordar lo sucedido en agosto de 1994. En Uruguay habían sido apresados tres etarras acusados de varios asesinatos en España. Fueron internados en el hospital Filtro mientras se procesaba el trámite de extradición solicitado por el país ibérico.
Cuando llegó el momento de conducirlos al aeropuerto, los tupamaros recurriendo a la violencia, intentaron impedir que se cumpliera con la orden judicial. Mujica fue uno de los líderes de esa asonada. Primero, desde la radio que usufructuaba su grupo y luego en forma presencial en el lugar de los hechos: exhortaba a los manifestantes –algunos de ellos portaban armas de fuego- a resistir la orden judicial y atacar a la policía. Hubo un muerto y más de un centenar de heridos.
Volviendo a tema de la financiación del MPP, en una entrevista realizada en 2006, Fernández Huidobro negó que su sector político se hubiera financiado mediante actos delictivos. Para ser convincente expresó: “Muchos compañeros revolucionarios decimos a veces: ¡pensar que todas las finanzas que tenemos provienen de la institucionalidad burguesa!, porque son los aportes que hacemos los senadores, los diputados.”
Al analizar sus dichos vemos que él –al igual que Mujica- recurre a las enseñanzas de los sofistas con el fin de desviar la discusión. La pregunta que queda flotando es: ¿Cómo hizo el MPP para financiarse antes de que obtuvieran escaños en el parlamento? Además, ¿los aportes de dos diputados -que eran los que tenían al principio- dieron lo suficiente como para mantener activo al sector político?
En cualquier caso, deberá ser la Justicia la que se encargue de dilucidar esas interrogantes. Ese proceso ya se inició porque el Fiscal de Corte, Jorge Díaz, envió a la fiscalía Penal de 11º Turno un ejemplar del libro de Urruzola. La obra fue acompañada con una nota donde se expresaba: “para conocimiento” de la fiscalía “y a los efectos que usted entienda pertinente”.
El accionar de Díaz se debe a que en esa fiscalía está el expediente de las “tupabandas” que operaban en la década de 1990.
No sabemos si el MPP se financió del modo en que se denuncia en las obras mencionadas. Tampoco, si alguna vez se sabrá la verdad. Pero no sería raro que fuera cierto, dado que en un documental para la televisión alemana realizado en 1996, Mujica expresó muy suelto de cuerpo: “Participar en el juego de la democracia liberal no significa estar de acuerdo con ella”…