Surgen dudas acerca de las razones por las cuales el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, homologó el fallo absolutorio del Tribunal de Honor militar que contenía confesiones de crímenes terribles ocurridos durante la dictadura. El colmo fue que no hizo la correspondiente denuncia penal ante la Justicia.
Con el fin de poder calibrar la magnitud de las aludidas acciones y omisiones de Vázquez, recapitulemos el contenido de las referidas actas. Allí constan las declaraciones de un grupo de militares acusados de delitos de lesa humanidad cometidos antes y durante la dictadura. Refieren a cinco casos en los cuales José Nino Gavazzo y Jorge “Pajarito” Silveira tuvieron participación directa. Algunas de las personas que allí se nombran siguen desparecidas.
Por tanto, no era un expediente cualquiera el que estuvo tres semanas (del 18 de febrero al 12 de marzo) en Presidencia sin que nadie reaccionara. Como señala el senador opositor Javier García, estamos hablando nada menos que de “un expediente sobre Gavazzo, el hombre más emblemático de las violaciones a los derechos humanos en dictadura”.
En esas actas están asentadas las siguientes declaraciones:
Gavazzo afirmó que antes del Golpe de Estado de junio de 1973, arrojó al Río Negro el cuerpo de un detenido -Roberto Gomensoro- que estaba siendo interrogado en un cuartel; aclaró, además, que él no había tenido nada que ver con su muerte. “Recibo la orden de llevarlo a Paso de los Toros. Me dice el General Cristi que eso ya estaba totalmente coordinado con el Comandante de la División de Ejército III, o sea que no iba a haber nadie en la zona, iba a estar todo el terreno liberado”. Procedió entonces a envueler el cuerpo con un alambre con piedras y lo arrojó al agua. “No obstante, yo hago la operación tan mal que el cuerpo aparece al otro día o a los dos días, que ahí es cuando es recuperado, es cuando se hace la autopsia por el médico del Servicio Público de Paso de los Toros o de Tacuarembó, de uno de los dos lugares, no lo sé”, detalló.
Con respecto a los niños sustraídos a sus padres en dictadura, Gavazzo expresó que solo conoce un caso, el de Sara Rita Méndez. “Esa mujer tenía un hijo de 20 días que yo lo vi. Cuando se hizo la penetración, yo lo vi. Yo no supe nunca que pasó con ese niño”, declaró el militar.
Por su parte, Silveira, contradiciendo a Gavazzo, lo responsabilizó por la muerte de Gomensoro y también por la de Eduardo Pérez Silveira (conocido como el “Gordo Marcos”). “Hubo un fallecido en Artillería 1 que Gavazzo lo gaseó. Sí, que lo gaseó, porque estaba el gas adentro cuando entramos a la sala. Ya no estaba y lo llevaron al hospital y creo que es un desaparecido sí […], el gordo Silveira”, relató.
Además, declaró que estaba involucrado en la desaparición de la argentina María Claudia García de Gelman, que estaba embarazada cuando fue detenida y trasladara a Uruguay. La recluyeron en el Servicio de Información de Defensa (SID), un centro clandestino de detención. Llegado el momento del parto la llevaron al Hospital Militar. Poco después de dar a luz, le arrebataron a su hija -la hoy diputada oficialista Macarena Gelman- y la asesinaron. Hasta ahora no se sabe dónde están enterrados sus restos.
Según Silveira, en ese hecho también participaron Juan Antonio Rodríguez Buratti (que se suicidó en 2006 cuando iba a ser detenido), José Arab, Felipe Sande y Ricardo Medina.
Los miembros del Tribunal de Honor le preguntaron: “¿Así que ahí estamos hablando de Sande y Medina allá y en la camioneta Arab y Rodríguez Buratti? ¿Gavazzo por ahora no interviene?”.
Silveira respondió contundentemente. “Gavazzo ya estaba en el hospital, pero teóricamente era el que había dado la orden que la llevaran para ahí, teóricamente porque nunca he estado, he estado en desacuerdo. Nunca había sentido el nombre Gelman. A posterior de este cuento, cuando estábamos por caer presos, Gavazzo lo llama a Ramas y le dice ‘explotó lo de Gelman’, por teléfono”, explicó.
Asimismo, reconoció que hubo una “operación zanahoria” que ocurrió a fines de 1984, poco antes del restablecimiento de la democracia. Sostuvo que el entonces oficial de Inteligencia, José Lamy, fue el encargado de hacerla y que sabía perfectamente qué había pasado con los restos de esos desparecidos.
Como se podrá apreciar, en esas actas están contenidas confesiones sumamente relevantes, información esencial para los que reclaman “verdad y justicia”.
No obstante, Tabaré Vázquez homologó el fallo en el que se afirma que dichos actos “no afectaron el honor del ejército” y, además, estuvo omiso en denunciar penalmente los delitos que allí se mencionan.
Muchos se preguntan qué hay detrás de la conducta de Vázquez: ¿desidia o compromisos anteriormente asumidos con los jerarcas de la dictadura?
Con respecto a la desidia, Vázquez se justifica diciendo que no puede leer los “50 expedientes que tiene que firmar diariamente”. Pero, ¿en serio no le interesó saber qué contenía este en particular? Poco creíble.
Con respecto a la segunda alternativa, el senador García recalca que “En estos días el presidente habló de la existencia de un pacto de silencio (entre los militares). No sé si existe, pero lo que tengo claro es que si existe el último eslabón de ese pacto es presidencia”.
Esas palabras nos retrotraen a la actuación de Vázquez durante el período dictatorial (1973-1985). Se cobijó bajo esos gobernantes para hacer carrera y fortuna.
El expresidente Jorge Batlle se tomó el trabajo de investigar la vida de Vázquez durante esa sombría etapa nacional. Sus hallazgos fueron:
– Entre 1973-1985 fue docente de la Facultad de Medicina. En esa época, fueron destituidos la mayor parte de los profesores y para acceder al cargo de Profesor Adjunto de Oncología en esa facultad -que estaba intervenida por los militares- Vázquez tenía que estar en posesión de una calificación que lo ubicara como “hombre confiable ideológicamente”. Es decir, en la Categoría A (cabe destacar que muchos prominentes políticos de los partidos tradicionales no estaban incluidos en esa categoría).
-Vázquez fue ascendiendo como profesor de esa facultad desde el grado 1 hasta el grado 4 en la época dictatorial. Por tanto, los militares tuvieron que verificar, más de una vez, sus antecedentes, y encontrarlos “intachables” para dejarlo proseguir su carrera docente.
-En 1976 usufructuó una beca del gobierno francés que le permitió especializarse en el Instituto Gustave Roussy de París. Tengamos en cuenta que todas las becas e invitaciones al exterior eran fiscalizadas por el ESMACO (Estado Mayor Conjunto).
-En 1977 fue nombrado por el Poder Ejecutivo, miembro de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
-En 1980, por designación directa, ocupó un cargo jerárquico de la Salud Pública: Jefe del Departamento de Radioterapia.
-En 1981 envió un telegrama de felicitación al Teniente General Gregorio Álvarez, cuando asumió la Presidencia del gobierno de facto.
-El 5 de octubre de 1982, el Poder Ejecutivo lo designó para participar en el 9º curso de Investigaciones Cancerológicas, a realizarse en Israel.
En consecuencia, vemos que hay motivos de sobra para dudar acerca de los auténticos móviles de Vázquez para no hacer la correspondiente -y legalmente obligatoria para todo funcionario público- denuncia penal.