La semana pasada la Primera Ministra de Reino Unido, Theresa May, anunció que llamará anticipadamente a elecciones generales. Entre los analistas hay consenso respecto a que con ello fortalecerá su posición frente a la ejecución del Brexit. En los regímenes parlamentarios es posible llamar a elecciones antes de la finalización del periodo de gobierno ordinario.
En su discurso, la señora May hizo énfasis en que “hemos cumplido con el mandato [popular] que nos dio el resultado del referendo”. Lo anterior, “a pesar de las predicciones de peligro financiero y económico inmediato”.
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Hay al menos una semejanza y un contraste de fondo entre el Brexit y el Plebiscito colombiano los cuales creo son relevantes para el análisis de la coyuntura colombiana.
En cuanto a la similitud, ambos coinciden en que el gobierno le pregunto al pueblo con carácter vinculante sobre el rumbo estructural de sus sociedades.
En el caso del Brexit, a los británicos les preguntaron sobre su permanencia en la Unión Europea. Para quienes ganaron las elecciones del Brexit, al ganar el “leave” el Reino Unido recobrará su soberanía política, jurídica, económica y fronteriza.
Al respecto, la gobernante británica dijo que “recuperaremos el control de nuestro propio dinero, nuestras propias leyes y nuestras propias fronteras, y seremos libres para hacer acuerdos comerciales con viejos amigos y nuevos socios en todo el mundo”.
En el caso del plebiscito, a los colombianos les preguntaron si aprobaban o no el acuerdo firmado entre el gobierno Santos y las FARC.
Como lo señaló durante la campaña el reconocido jurista, exgerente del Banco de la República y exministro de Hacienda, Hugo Palacios Mejía, en entrevista para la Revista Semana, al final se trataba de si:
“para conseguir que unos 13.000 miembros de las FARC dejaran de delinquir, el Gobierno va a someter a 48 millones de colombianos a un período de diez años de constante agitación e incertidumbre institucional. El mundo cambiará y, mientras tanto, en Colombia, atados diez años por el Acuerdo, nos ocuparemos de una creación continua de proyectos de reforma constitucional y legal [atados al contenido Acuerdo]”.
En otras palabras, y a la luz de lo que hemos visto los colombianos luego del desconocimiento de la voluntad popular, si por desmovilizar unos 7.000 miembros de las FARC (esa es la cifra que ahora estiman) los colombianos deberemos sacrificar nuestras libertades, democracia, Estado de Derecho y posibilidades de prosperar, estando bajo el yugo del Socialismo del Siglo XXI de Chávez, Maduro y las FARC.
En cuanto a la diferencia, ésta consiste en que mientras allá se acató el veredicto popular en Colombia no.
Es importante resaltar el talante de la Primera Ministra May. Ella, quien no obstante haber hecho campaña por el stay, es decir, para que el Reino Unido continuara en la Unión Europea, acató lealmente la decisión del pueblo.
Ahora bien, en todos lados se “cuecen habas” y en la Gran Bretaña no faltaron quienes quisieron desconocer la voluntad popular. Pero al final los valores democráticos primaron.
El discurso de la primera ministra May el año pasado en ese sentido refleja esa situación y el talante democrático que al final primo en su país:
“Incluso ahora, algunos políticos -políticos elegidos democráticamente- dicen que el referendo no es válido, que necesitamos tener una segunda votación […]. Pero vamos. El resultado del referendo fue claro. Era legítimo. Fue el mayor voto por el cambio que este país haya conocido. Brexit significa Brexit – y vamos a hacer un éxito del mismo”.
En Colombia no solo hubo políticos elegidos democráticamente que pidieron repetir el plebiscito bajo argumentos sorprendentes -por lo menos yo jamás los había oído como justificación para repetir una elección democrática-, tales como que llovió mucho en una zonas despobladas del país o por que los del “No” dijeron “mentiras” durante la campaña, sino que se robaron el resultado del plebiscito.
Santos no necesariamente estaba obligado a renunciar, pero si a respetar la voluntad popular y, obviamente, a no imponer su acuerdo con las FARC.
Como hemos visto, de este modo, junto a sus aliados y las FARC, le dieron un golpe a la voluntad popular y, por lo tanto, a la democracia y al Estado de Derecho en Colombia, configurando el Acuerdo ilegítimo populista.
La suerte de Santos y May no podría ser más distinta. Mientras que la Primera Ministra hoy es popular y el pueblo británico apoya su decisión y gestión frente al Brexit, Santos registra niveles históricos de desfavorabilidad y de descontento hacía su gestión en general incluida la relativa a la paz con las FARC.
Así, según Bloomberg, las encuestas muestran que el partido de May está 20 puntos por encima del principal de oposición.
En contraste, según la última encuesta Yanhaas, el 77 % de los colombianos tienen una imagen negativa de Santos y el 74 % desaprueban la implementación del Acuerdo ilegítimo populista.
Justificar la traición a la democracia bajo el pretexto de la paz con las FARC es defender lo indefendible y así lo ha entendido el pueblo colombiano.
Si el gobierno Santos y sus aliados hubieran tenido la integridad y el coraje democráticos necesarios para hacer respetar nuestra libertad, democracia y Estado de Derecho, el país estaría mejor y, en consecuencia, ellos estarían en una mejor posición política.
En medio de la tristeza por el mal momento que pasa el país dicha encuesta deja un espacio para el optimismo.
En efecto, muestran que cada vez más se asientan las bases para que, desde la gente, se configure una coalición por la libertad que (i) restablezca el orden constitucional liberal en Colombia y (ii) minimice la amenaza de la implantación del Socialismo del Siglo XXI de Chávez y Maduro por parte de las FARC y sus aliados en nuestro país.