El ex primer ministro británico David Cameron saldó con éxito el referéndum de independencia de Escocia. Aupado por esta victoria política, planteó una nueva consulta, esta vez sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. En gran medida, la nueva cita con las urnas nacía como respuesta al auge electoral del UKIP, una formación euroescéptica liderada por el populista Nigel Farage.
Los tories llegaron divididos a la consulta del 23 de junio. Entre las bases predominaba el recelo ante las instituciones comunitarias, pero el propio David Cameron apostaba por la permanencia en la Unión Europea. En última instancia, una mayoría de británicos se pronunció a favor del divorcio con Bruselas, abriendo un nuevo capítulo político en las islas. Cameron optó por dimitir y dio paso a Theresa May.
- Lea más: Theresa May visita Alemania y Francia tras Brexit
- Lea más: Theresa May asume como Primera Ministra tras el Brexit
La nueva primera ministra acaba de convocar Elecciones Generales para el próximo 8 de junio. Sobre la mesa: el reto de reforzar su liderazgo político y así diseñar el Brexit a su antojo. Los conservadores saben que no será fácil abandonar la UE y quieren comandar el proceso con el mayor apoyo electoral posible.
Si nos atenemos a las encuestas, el giro que ha dado May tiene mucho sentido. La primera ministra supera en más de veinte puntos al Partido Laborista de Jeremy Corbyn, un líder con escaso atractivo político que representa la versión más radical de la izquierda británica. “Necesitamos seguridad, estabilidad y un liderazgo fuerte. La oposición política no está actuando de manera responsable. Necesitamos unidad en el Parlamento para negociar el Brexit”, ha declarado la lideresa conservadora tras anunciar el adelanto electoral.
De momento, la economía no se está resintiendo ante la incertidumbre que supone el Brexit. La Oficina Nacional de Estadísticas confirmó a finales de marzo que el crecimiento alcanzó el 1,8 por ciento a lo largo de 2016. De cara a 2017, la previsión de JP Morgan es optimista y apunta a una expansión económica del 1,9 %. El anuncio anticipado de elecciones ha fortalecido la cotización de la libra esterlina, demostrando que Theresa May transmite buenas vibraciones al sector privado. Y las cifras de empleo van por buen camino, con un nivel de paro cercano al 5 % la mitad que el 10 % registrado en Francia.
Pero el rumbo de la economía británica a medio y largo plazo va a depender de la negociación del Brexit. Lo ideal sería un acuerdo razonable, que mantenga un alto grado de integración económica entre las islas y el Viejo Continente. No obstante, si Bruselas da “luz verde” a un pacto de esta naturaleza, cada vez más países integrados en la UE se plantearán hasta qué punto les compensa seguir dentro del club en vez de optar por la vía británica.
De manera que la lógica política favorece una negociación nociva para el Reino Unido, algo que Theresa May no podrá ignorar, incluso si logra la aplastante victoria que anuncian las encuestas. Entramos, por tanto, en terreno desconocido. Todo apunta a que la cita electoral reforzará el liderazgo interno de la primera ministra… pero su verdadera batalla llegará en la segunda mitad de 2017, cuando llegue el momento de negociar el Brexit con la Comisión Europea y los 27 países que sí permanecen en las instituciones comunitarias.