El martes 8 de agosto salió un artículo en el periódico The New York Times con un título provocador: “Los científicos temen que Trump descarte un informe contundente sobre el cambio climático“. Actualmente, ese mismo texto tiene una nota al pie con una corrección posterior a la fecha de publicación indicando que el informe que menciona en el título no fue publicado con las características indicadas por el medio. Pero hay elementos dentro del texto que no han sido corregidos y perpetúan no solo una falsedad sino las ansias de ser quién da la primicia, una tendencia en auge desde la campaña presidencial en EE. UU.
Corrección: 9 de agosto de 2017
Un artículo publicado el martes sobre un amplio informe federal sobre el cambio climático se refiere incorrectamente a la disponibilidad del informe. Aunque no fue ampliamente difundido, el informe fue cargado por el Archivo de Internet sin fines de lucro en enero; no fue publicado por primera vez por The New York Times.
En mención a esto, un diario del mismo país The Washington Times, declara al medio culpable de un gran error y agrega que esa corrección no debió aparecer al pie de página, como exigen las normas del periodismo, sino arriba de todo, de ser posible con luces rojas intermitentes, a modo de advertencia, con banda sonora, alertando el peligro; ya que considera a la premisa es no solo errada sino perjudicial.
Incluso científicos que citó Lisa Friedman, quien escribió el artículo, reportera que cubre políticas ambientales y temas relacionados al cambio climático, refutaron los contenidos del texto a través de sus cuentas personales en la red social Twitter, anunciando que el informe es de acceso público.
Contrario a la versión del polémico artículo de The New York Times que generó controversia por dos cuestiones. Primero, porque anuncia no solo una falsedad sino que se declara pregonero de la noticia. En el artículo existen tres menciones donde se declara el profeta del apocalipsis ambiental.
Con el fin de enmendar su error, el diario modificó el lenguaje diciendo que “New York Times obtuvo una copia”, además, aclaró la afirmación errónea de que “no se ha hecho público”. Sin embargo, el artículo todavía dice: “Otro científico involucrado en el proceso, que habló con el New York Times bajo la condición de anonimato, dijo que él y otros estaban preocupados de que sería suprimido” y “Los científicos dicen que temen que el Gobierno de Trump pueda cambiar o suprimir el informe”.
Aunque no hay duda que en efecto muchos científicos, además de tantas otras personas activas en la cuestión ambiental, están preocupados por las decisiones de la Casa Blanca sobre el tema, publicar información sensible sin corroborar datos, fechas y fuentes, debilita la causa y la lleva del rigor científico, necesario para abordar el tema, a ser desestimada.
Las reacciones no tardaron en llegar, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, criticó en una declaración: “Es muy decepcionante, pero totalmente predecible saber que el New York Times haga declaraciones sobre el borrador de un informe sin antes verificar su contenido con la Casa Blanca o cualquiera de las agencias federales directamente involucradas con el clima y la política ambiental. Como otros han señalado —y el New York Times debería haber notado— los borradores de este informe se han publicado y hecho ampliamente disponible en Internet hace meses durante el período de comentarios públicos. La Casa Blanca dejará de comentar cualquier proyecto de informe antes de su fecha de lanzamiento programada”.
En defensa del New York Times, Elisabeth Bumiller, jefa de la oficina en Washington, dijo: “No sabíamos que alguien involucrado en el informe había puesto un borrador en este sitio de Internet sin fines de lucro”, dice. “No era un sitio conocido para nosotros y el punto es que las personas que compartieron el proyecto con nosotros tampoco lo conocían”, “De nuevo, no lo sabíamos. El reportero simplemente no sabía y los editores no sabían y una vez que supimos, lo solucionamos”.
Dice el refrán, “no aclares que oscurece”. Pero, al querer defender no solo al medio, a la reportera y el equipo de edición, la directora declaró no solo el desconocimiento del tema en cuestión sino de premisas básicas para un periodismo ético y responsable. Es decir, declaró la falta de profesionalismo de un medio tan influyente. En la era digital, cuando la información está al alcance de un clic, no revisar una fuente antes de hacer declaraciones y en este caso acusaciones sin corroborar pone en cuestionamiento la veracidad de la información y la reputación de quien lo publica.