En medio de las recientes tensiones en las calles de EE. UU., entre lo que se considera extrema izquierda y extrema derecha, cabe resaltar un caso volvió a tomar relevancia en la prensa esta semana porque nos lleva a plantear cómo las políticas de “discriminación positiva” causan más mal que bien, pues llevan a consideración y tribalización de las personas con base en su pertenencia a un grupo y no a sus virtudes y talentos como individuo. Tal es el caso de Vijay Jojo Chokal-Ingam, un estudiante cuyos padres son de la India, que en 1999 fingió ser negro para poder ingresar a la escuela de medicina.
En principio, esto suena inverosímil, pero sobre todo incongruente. Qué tendría que ver la etnia de una persona frente a su calidad académica. Pues, nada. Pero en EE. UU., las políticas de “acción afirmativa” otorgan cupos, becas y estímulos a estudiantes según determinadas etnias y asimismo niega a otras y no por su desempeño académico.
Para entrar a la escuela de medicina Vijay necesitaba un promedio de 3,7 sobre 4,0, pero tenía apenas 3,1. Así que estudió una manera de acceder a la escuela. Descubrió que, según las estadísticas, como los asiático-americanos tenían hasta 50 % menos probabilidades de acceder a la escuela de medicina, siendo sus padres de la India menos aún; pues es muy elevado el índice de competidores. Así que adoptó su segundo nombre como nombre de pila Jojo, se cortó las pestañas largas, características de la India, se cortó el cabello liso y se unió al grupos de universitarios negros. Enseguida logró que le entrevisten la tercera y cuarta universidad más prestigiosa del país. El éxito de su nueva identidad fue rotundo.
Tanto es así que escribió un libro “Almost Black” (Casi negro: la verdadera historia sobre cómo ingresé a la escuela de medicina fingiendo ser negro). En las páginas del libro comparte extractos y evidencia de su caso. La más llamativa es la carta de la Universidad de Wisconsin que exige a sus alumnos vivir en ese estado, pero se muestra flexible hacia los alumnos “diferentes orígenes étnicos o raciales”. Esa fue la interpretación de Jojo, ya que la carta fue firmada por la encargada de “asuntos multiculturales“, es decir, la universidad tiene una rama designada a la expansión de identidades diversas y Jojo estaba en contravención de la norma. Pero sobre todo, porque insistía en que el promedio de él le hacía merecedor de estudiar en su universidad, cuando sus notas estaban por debajo del requerimiento.
Luego está una confesión: “Déjeme aclarar una cosa. Nunca mentí sobre nada en mi solicitud, excepto mi raza. Todo lo demás en mi aplicación puede ser verificado como correcto. Ni siquiera afirmo que estaba en desventaja.” Es decir, dentro de la pirámide de los privilegios y desventajas, existen no solo las razas y etnias sino la categoría de “desventaja”, donde Jojo respondió que no, pues es hijo de dos profesionales; de lo contrario, sumaría puntos de misericordia.
En su libro, cuenta sobre la adopción de su nueva identidad, cómo le benefició a nivel académico y profesional, y cómo le trajo tanto prejuicios como perjuicios a nivel personal. Su propia hermana, la actriz Mindy Kaling, que apareció en la serie de humor exitosa The Office como Kelly Kapoor y ahora tiene su propio programa The Mindy Project dijo que su hermano traerá mucha vergüenza a la familia, pues sus declaraciones son muy provocadoras.
Hace diez días, en una entrevista para CNN, Vijay hizo declaraciones polémicas: “El Presidente Trump terminará la Acción Afirmativa como Lincoln terminó la esclavitud”.
En 1961, el entonces presidente John F. Kennedy firmó la Orden Ejecutiva 10925, mejor conocida como Acción Afirmativa por su contenido:
“Adoptar medidas afirmativas para garantizar que los solicitantes de empleo y los empleados sean tratados durante el empleo sin tener en cuenta su raza, credo, color u origen nacional”.
Así se estableció la Comisión Presidencial para la Igualdad de Oportunidades de Empleo (PCEEO). En principio, aplicaba para oficinas estatales y contratistas vinculados al Estado. Cuatro años después, en un vuelco histórico, su sucesor, entonces presidente, Lyndon B. Johnson, cambia el verso “igualdad de oportunidades” a “igualdad de resultados” por medio da la Orden Ejecutiva 11246. Lanzó esta campaña nada menos en Howard University, la primera universidad de alumnado negro, en tiempos de segregación racial.
A partir de entonces, a través del Estado, particularmente el partido demócrata, la Casa Blanca adoptó políticas para beneficiar a minorías étnicas a través de diversos programas. A diferencia de su predecesor, LBJ, no buscó tratar a las personas como individuos, no buscó el trato hacia las personas con base en sus méritos, talentos y capacidades, sino a través de su pertenencia a un grupo, quebrando así el precepto básico de la constitución de que:”Dios creó a todos los hombres iguales”.
Implementó, al puro estilo socialista, una redistribución, alternando los sujetos de opresión, lo que Marx llamó la burguesía y el proletariado, hacia las razas. En lugar de lograr hacer justicia de las diferencias históricas por medio de un trato igual, como proponía su predecesor, instauró un racismo institucional, surgido de una supremacía tan cruel que menosprecia al otro, como si no fuese capaz de lograr las cosas por sí mismo y a su vez, negando posibilidades al supuesto privilegiados por algo tan arbitrario como su raza, como sucede con los blancos y cualquier grupo que se destaque, como sucede ahora con los descendientes de la India, como sucedió en el caso de Jojo.
Por ello, Vijay —temporalmente conocido como Jojo— llama abiertamente racista a la acción afirmativa, pues otorga o niega el ingreso a la universidad a los alumnos con base en algo tan arbitrario como es la raza, algo que el individuo no elige. Salvo, como él, si tiene la astucia de encubrirlo. A esto llama el “factor Pocahontas”. Pues el presidente Trump llamó en repetidas ocasiones “Pocahontas”, haciendo alusión a la mujer indígena conocida en la historia de EE. UU. e inmortalizada a través de Disney, a una delegada del partido demócrata, rubia de ojos azules, que alegó tener ascendencia indígena para ingresar a la Universidad de Harvard.
De hecho, en el reportaje ya mencionado en CNN, el reportero muestra un titular donde dice que la mayoría del alumnado de Harvard se considera miembro de una minoría étnica, 50,8 %. Es ahí cuando Jojo pone en duda este hecho, alegando que muchas personas —como él— mienten para poder ingresar a la universidad.
Pero Jojo nos dice que no son necesarias ni las cuotas ni los favoritismos, mucho menos la negación de cupos con base en la etnia para tener una universidad diversa. Pues él, antes de entrar a la escuela de medicina, estudió en UCLA, donde no existen políticas de acción afirmativa. Sin embargo, personas de todas las etnias accedían a una educación de excelencia, siempre en base al mérito y no su fenotipo.
Al igual que Jojo, me crié en EE. UU., ahí estudié en un programa especial: TEAM, cuyas siglas en inglés significan enseñando actividades enriquecedoras a minorías. Es decir, apartaban a los niños más sobresalientes para desempeñar tareas por encima de sus compañeros bajo una condición, no ser blancos. Y el concepto de blanco, al igual que la consigna en sí, es arbitrario. Se refiere únicamente a los estudiantes nacidos en EE. UU. cuyos ancestros también eran de esa nacionalidad y raza. En mi caso, ser blanca se anulaba por el hecho de ser hispana.
Es decir, hay una categorización y jerarquización para acceder a estos privilegios. Esto conlleva dos elementos no solo nocivos sino peligrosos. Primero, los niños crecen en aislamiento, sin compartir con niños que pertenecen al grupo étnico que en base a su genética no puede acceder a la clase. Segundo, niega la posibilidad de ser parte de esa clase tan enriquecedora, como su nombre lo indica, a los niños que no son considerados de minorías étnicas. No solo aplicaba a la clase. Antes de empezar un examen estatal, los famosos SAT, que influyen sobre el ingreso del alumno a la universidad, debes poner junto a tu nombre tu raza. Así el Estado tiene evidencia de cuán inclusivo es y mide cuáles grupos necesitan más incentivos legales. Y lo más conflictivo es que la escuela es pública, por ende los ciudadanos pagan con sus impuestos para que sus hijos sean divididos de esta manera, bajo el pretexto de la inclusión; cuando sucede lo contrario.
Hoy EE. UU. vive una tensión que no padecía hace décadas. Propongo que uno de los —tantos— motivos es este, la discriminación institucional y consigo la división racial. Por un lado, algunos grupos, como Jojo nos muestra desde su experiencia, se ven perjudicados al no poder acceder a programas diseñados para aumentar la diversidad, mientras otros sí por medio de las mismas campañas que siembran la noción que sin la mano piadosa del Estado no pueden ni deben salir adelante, porque la norma moral, ética e incluso legal es que así sea.
En lugar de forjar una cultura donde el individuo sea capaz de lograr lo que se plantee, crean una cultura donde el Estado, y no el individuo, estimula a las personas a salir adelante, no porque quiere sino porque tiene que harcelo.
Honestamente no imagino en otros lugares la sensación que causaría calificar a los alumnos según un parámetro tan arbitrario como es la raza. Pero, con el marketing adecuado, se vende como algo justo y lo paga el contribuyente, muchas veces sin saberlo. Pues los impuestos se deducen sin informe previo.
Muere la voluntad cuando nace la obligatoriedad. Por ello la mejor manera de conciliar una sociedad tan diversa es resaltando los derechos individuales como base y sostén tanto de la legislación como de la justicia, solo así puede haber un trato de igual a igual, como proponía la acción afirmativa en sus inicios, no la deformación en la cual se convirtió. Debe reformularse o terminarse para empezar a tratar a las personas como individuos y no como miembros de bandos en conflicto, como tristemente sucede en la actualidad.