PanAm Post recibió un comunicado que un reconocido libertario cubano no podía ingresar al portal web del diario desde La Habana. Para constatar, nos envió un video confirmando que mientras otras páginas sí funcionaban, la de PanAm Post no. Esto suma a otra limitación a la libertad de expresión y acceso a la información que sufren los opositores al régimen castrista, una persecución que no parece haber menguado con el cambio de gobierno.
En lo que va del año, Nelson Rodríguez Chartrand, fundador del Movimiento Libertario Anarcocapitalista de Cuba, ha sido privado de su libertad en cinco ocasiones. El año pasado le incautaron la computadora, bajo amenaza de no devolverla si tenía información contra la revolución o el socialismo, y así fue. Del mismo modo, en una detención previa, fuerzas estatales rociaron ácido sobre su teléfono para dañarlo.
En la penúltima detención, el régimen le negó acceso a Internet. Como el Estado tiene el monopolio de las telecomunicaciones, tiene la capacidad de negarle el servicio a quien considere enemigo de la revolución; como es el caso de varios opositores.
Como explicamos en una nota previa, donde el mercado brinda alternativas al control del Estado (por medio de recargas con Bitcoin), cada ciudadano cubano que tiene cuenta en Nauta -el operador estatal, el único existente- ingresa su usuario -que es su nombre- y recarga crédito. Es decir, compra tiempo. Hay que ir a un centro de computación para conectarse en las máquinas disponibles y de acuerdo con el monto que recarga en Nauta tiene acceso por una cantidad limitada de horas. En promedio, comprar una hora supera un dólar.
Tomando en cuenta que el salario promedio en Cuba supera por poco los 20 dólares mensuales, el costo de una recarga supera, literalmente, las capacidades financieras del cubano promedio. Es decir, una recarga de 20 horas supera el salario promedio de un cubano.
En el caso de opositores como Nelson, que es abogado, el régimen les impide ejercer sus profesiones por ser considerados “contrarrevolucionarios”. Con lo cual la capacidad de conexión a Internet es limitada.
Lleva meses sin acceso a su cuenta de Nauta. Con lo cual apeló a un método alternativo. Pero ahora, aun usando un usuario ajeno, no puede leer una nota que le mencione.
Imaginemos un momento que el resto del mundo, literalmente, pueda ver un texto con nuestro nombre y nosotros no, porque nuestro gobierno lo impide.
PanAm Post es considerado un medio “subversivo” por la policía cubana
Cuando Nelson ingresa PanAm Post en el buscador de Google, como su nombre fue citado en varias notas, aparecían varios textos que coincidían en pantalla, sin embargo, no podía ingresar a las páginas. Primero, demoraba mucho en cargarla y finalmente salía error. Intentó varias veces con diversas modificaciones y no fue posible.
Ya en diciembre del año pasado, una página simpatizante del socialismo y, por ende, del castrismo en Cuba publicó una nota acusando a PanAm Post de participar en una guerra mediática anitcubana.
Este concepto se extiende no solo a los simpatizantes del régimen, sino a los empleados estatales.
Ante la visibilización que esta plataforma ha dado a los reclamos de diversos sectores de la oposición, desde la falta de acceso (y calidad) de servicios básicos hasta la represión de libertades civiles básicas, durante las últimas detenciones de Rodríguez Chartrand en la provincia de Camagüey, de donde fue desterrado (en Cuba el gobierno tiene la potestad de asignar y como tal revocar las provincias en las cuales habitan sus ciudadanos), las fuerzas estatales le informaron que PanAm Post es un medio “subversivo”.
Consultamos con varios opositores y nos indican que efectivamente no se puede acceder a la página de PanAm Post desde un computador de escritorio. Sin embargo, sí se puede desde celular; aunque aclaran que la página demora mucho en abrir.
Lo que sucede en Matrix, como en tantas novelas, series y películas que auguran un futuro distópico donde quienes ostentan el poder tienen la facultad de desconectarnos, en Cuba es el presente.