
Luego de dos semanas de capacitación en Cuba, la Brigada Internacional Primero de Mayo publicó lo logrado en la plataforma digital Mundo Obrero. Consiste en una agrupación con integrantes de 32 países que viajaron a la isla para los festejos del Día Internacional del Trabajador, el primero de mayo y permanecieron en la isla para sumarse a la revolución de los Castro.
“…Los brigadistas obtendrán una mayor conciencia sobre la realidad actual de Cuba y las transformaciones que tienen lugar en la isla como parte del proceso de actualización del modelo económico diseñado para fortalecer nuestro proyecto socialista”, indica la carta emitida por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
Junto con su agencia de viajes Amistur Cuba S. A., envió una invitación para celebrar el Día Internacional de los Trabajadores y a su vez para rendir homenaje al 60° Aniversario de la Revolución Cubana, al conmemorar el 70° aniversario del asesinato del dirigente sindical Jesús Menéndez Larrondo.
El costo de todo el paquete era de USD $675. Incluía: alojamiento en habitaciones compartidas, hasta 6 personas (en el caso del Campamento Internacional Julio Antonio Mella, Cijam); habitaciones individuales, dobles o triples (según disponibilidad en el hotel) en Camagüey; con pensión completa (las tres comidas); traslados al aeropuerto (entrada y salida) y transporte a todas las actividades incluidas en el programa. Los costos aplicaban para las inscripciones tempranas, hasta marzo, las tardías tenían recargo.
El programa consistía de 14 noches de estadía: diez en el Campamento Internacional Julio Antonio Mella (Cijam), a 45 Km de La Habana, y cuatro noches en un hotel en la provincia de Camagüey.
Durante la marcha del primero de mayo, la Plataforma Obrera Mundial describe con romanticismo la exposición de banderas con los rostros de Castro y el Che Guevara, también de la bandera del orgullo gay.
En completa contradicción con la historia, coexisten ambos símbolos en la isla. Hoy, la hija de Fidel Castro es la abanderada de la diversidad sexual, cuando bajo el Gobierno de su padre se fundaron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde se pretendía rectificar, con trabajo forzado, dichas conductas bajo el lema del Che Guevara “el trabajo os hará hombres”. Alegando a su vez que la preferencia sexual reduce la masculinidad y, por tanto, no servían para las labores revolucionarias.
Los brigadistas comentan con orgullo que en medio de esas banderas estaba una pancarta de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) del estado de California, que decía: “¡Solidaridad Entre Los Trabajadores! ¡Cuba y California, Saludos de los Trabajadores del AFL-CIO en California!”.
Y anunció que en 2016, la AFL-CIO de California aprobó una resolución para mostrar solidaridad activa con Cuba y sus trabajadores. En extensión de esa solidaridad es que los representantes electos de la AFL-CIO de California participaron en las brigadas internacionales de 2017 y 2018.
Sin embargo, estos activistas tan solidarios, que reciben un tour por parte de quienes están vinculados con el Gobierno y su revolución, no toman en consideración las condiciones de los trabajadores.
Según reporta Martí Noticias, el salario es tan bajo que “no alcanza ni para las necesidades básicas del ser humano”; de acuerdo a lo que gana un médico en la provincia de Cienfuegos que no supera los USD $2 por guardia. Y no es que no produzcan, sino que al ser estatal el sistema de salud, están a merced del régimen y por tanto de la burocracia.
En el 2016, según la misma fuente, en otro reportaje, los médicos cubanos que trabajan en el extranjero producen el mayor ingreso para el Estado, cinco veces más que la industria del turismo. Los médicos produjeron USD $11.543 millones anuales, mientras que el turismo USD $2.800 millones. No obstante, los fondos no los reciben quienes desempeñan la tarea, los trabajadores que las agrupaciones de brigadistas ostentan defender, sino el Gobierno que mantiene a flote la revolución socialista.
Otra de las causas de los brigadistas, en particular los que son de los EE. UU., es el embargo. Esta cuestión ha sido tan contradictoria como útil para los defensores del régimen. Por un lado, están exigiendo libre mercado, es decir capitalismo. Por otro, justifican así la miseria que hay en Cuba. Arguyendo que con libertad para comerciar serían mejores las condiciones de vida de los cubanos.
A su vez, niegan, o bien desconocen, que el embargo se limita a productos y servicios de EE. UU. luego que la revolución de los Castro expropió más de 300 empresas de dicho país, al igual que de todo cubano que haya deshabitado una propiedad por más de seis meses, lo cual ha permitido usurpar bienes de exiliados.
Pese al embargo, no hay limitaciones para comerciar con otros países y tampoco para contraer deuda, tanto con Estados como con organismos internacionales como el Club de París. Solo en el sector hotelero están cadenas como Melía, Iberostar, Barceló, Hoteles NH, Hoteles Roc y el Grupo Globalia; en el sector automotor están Kía y Audi. Entre otros, el laboratorio suizo Roche tiene una sucursal en Cuba. Pero esto, los brigadistas y demás defensores del régimen o lo pasan por alto o no lo saben, pues tercerizan la función del manejo de los bienes a los encargados de la revolución.
Es decir, acorde con los principios que pregonan, redistribuyen y centralizan, socializan los bienes de producción y al final quienes menos reciben son los trabajadores. Pero esa parte no se incluyó en el tour de la solidaridad internacional que empatizó con quienes distribuyen, no con quienes producen.