Con habano en mano, un grupo de artistas cubanos se reunió en Miami para dar inicio al “Havana Classic”, un panel de debate semanal cuyo nombre fue tomado de la sede del patrocinador del programa, que debutó el primer fin de semana de junio.
Desde cantantes hasta un caricaturista que retrató a los presentes en vivo expusieron sus preocupaciones sobre la actualidad del arte, la cultura, la libertad de expresión y la represión del régimen castrista, mientras los espectadores interactuaban en tiempo real con ellos.
“Nos enfrentan y nos separan en dos bandos y vivimos cuidándonos, paranoides, desconfiando. Los mismos hijos del pueblo se están despedazando, porque el sistema los manipula, y ellos nunca ven el daño y la policía sin límite, ni medida, responden a una doctrina que no entienden pero les da comida” es la canción del rapero Escuadrón Patriota que dio inicio al programa.
El rapero que entona esos versos es Raudel Collazo Pedroso, psicólogo de profesión y cantante por vocación, llevó el espacio de expresión del consultorio a la lírica para sembrar entre los cubanos tanto el amor por la libertad, como el despertar de la consciencia que son agentes de cambio.
PanAm Post conversó con Collazo Pedroso tras el lanzamiento del debate. Explica que esta modalidad permite interacción en tiempo real, el diálogo se expande a los presentadores con posturas diversas y también a los oyentes que pueden preguntar y comentar en la pantalla.
Indica que aunque no comulga con el comunismo, tampoco el socialismo, ni quisiera que ningún ser querido suyo lo haga, cree en el diálogo con quienes sí adoptan esas posturas. Pues sostiene que ser crítico de la izquierda no lo hace de derecha. Algo de lo cual ha sido acusado, pues todavía reside en Cuba, donde incluso se le ha llamado “imperialista” por ser crítico del régimen, cuando él lo que critica es el totalitarismo.
Por eso resalta que “hay que cambiar las reglas de juego”, ya que “el arte y la cultura son libres”.
Y plantea que los raperos cumplen la función de cuestionar y proponer, como “defensores y portadores de un civismo que no todo el mundo asumía”.
“Sin dudas, Raudel Collazo no solo tiene razón en lo que dijo, sino que es ejemplo de que si se puede ir de frente, aunque se pierdan prebendas con el régimen dictatorial. Así lo expresa en sus letras y así lo hace con su valiente y envidiable fuerza”, indica Rebeca Esther Ulloa Sarmiento, presentadora, productora y a la vez compañera sentimental del creador del programa, el caricaturista Arístide, quien retrató en vivo a los artistas.
Sobre la acción civil que el rapero comenta, también habló una de las participantes Ana Olema, la artista visual que, luego de cinco años de exilio, fue por primera vez a Cuba a presentar su obra “Expropiada“, donde demanda al Estado cubano por la expropiación de su cuerpo desde que entró a la escuela primaria, cuando se le exige a cada cubano ser parte de un sistema de adoctrinamiento político e ideológico.
Entre los puntos que planteó fue “¿cuál es el país que queremos salvar?”, propone salvar lo que se está logrando en el exilio, al igual que lo bueno que se está haciendo en Cuba.
También hizo referencia a lo que debe ser superado. Mencionó cómo el ballet cubano ha sido criticado en medios extranjeros, por ser anticuado.
A través de redes sociales, Ana Olema promociona al programa como “Un espacio de cultura libre, pensamiento y arte cubano de Miami. A las 5pm por esta página LIVE “.
De acuerdo a los organizadores, está previsto que en “Havana Classic”, desde el salón Cohoba en la pequeña Habana, participarán en la mesa de diálogo invitados artistas, políticos, científicos, escritores, músicos, pensadores y comunicadores para “provocar, estimular, preservar y cuidar la cultura.
Además de los ya mencionados, en el lanzamiento participaron Cachita Lopez, Denis Fortun, Diddier Santos, Mayra Hernández, Waldo González López, Tamiles y Dagmarus Porro, el director general es Lázaro Quintana, la directora ejecutiva Brenda Hernández y el técnico Renato Nodarse.
Son los precursores, desde el exilio, de un espacio de diálogo en un ambiente clásico que rescata la nostalgia de un pasado y el futuro de una Cuba Libre, donde la libertad de expresión, incluso para estar en desacuerdo, como sucede en el programa, exista; distinto a lo que critican que sucede bajo los Castro.