Las muertes violentas en Brasil descendieron 24% en comparación con el año pasado. El presidente Jair Bolsonaro afirma que los “expertos” dirán que la caída no tiene relación con las acciones de su Gobierno, pero si el número hubiera aumentado, ciertamente culparían a su gestión.
Disminuir el crimen fue la promesa de campaña que llevó a Bolsonaro al poder, en vista que Brasil se enfrentaba a un promedio de 62.000 homicidios anuales. Las estadísticas muestran que cumplió.
En relación al primer trimestre del 2018, los homicidios cayeron 24% en el 2019. En 22 de los 26 estados, y el Distrito Federal, disminuyó la violencia.
De acuerdo al Monitor de Violencia del G1 (de la red Globo) hubo 10 324 muertes violentas en el primer trimestre del 2019 y 13 552 asesinatos en el mismo periodo del 2018. Ambos años excluyen el estado de Paraná que no proveyó datos.
En total, hubo 3 338 muertes menos en el primer año de la administración Bolsonaro.
“El ciudadano bien armado + Moro + Bolsonaro + policía devolviendo cantidad récord de vagabundos al infierno = caída récord en la violencia. Obviamente, Globo va a hacer todo para decir que los motivos son otros”, comenta uno de los lectores en respuesta al informe de la red Globo.
Dados oficiais dos estados confirmam queda de 24% dos homicídios no Brasil no primeiro trimestre deste ano em relação ao mesmo período de 2018. “Especialistas” dirão que a queda não tem relação com nossas ações, mas se o número tivesse aumentado, certamente culpariam o governo.
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) May 13, 2019
Tal como mencionó el jefe de Estado en redes sociales, el accionar del mandatario no aparece entre las causas que alegan los especialistas. Sin embargo, los números están ahí.
Más que la dependencia estatal, que vulnera al ciudadano a merced de las mafias, Jair Bolsonaro, al igual que su hijo y legislador, Eduardo, levantó como bandera del porte de armas para la legítima defensa.
Asimismo, designó a Sergio Moro, juez fundamental en el caso Lava Jato que llevó a prisión a Lula Da Silva y a Dilma Rousseff a dimitir la presidencia, como Ministro de Justicia y por tanto aseguró la garantía jurídica del “ciudadano de bien”, como afirma el lector.
No obstante, si bien el libre porte de armas es una promesa de campaña, el decreto que lo autoriza recién fue efectivizada en mayo y la estadística indica se refiere a los tres primeros meses del año.
A su vez, la Corte Suprema de Brasil rebatió el decreto afirmando que es inconstitucional.
Pero la voluntad popular evidencia el deseo masivo para la autodefensa.
En el 2005, el 60% de los brasileros votaron en contra de ceder su derecho a portar armas en el referéndum para prohibir las armas de fuego y municiones.
Los resultados desfavorables fueron inmediatos,
Acorde aumentaron las restricciones, aumentaron las víctimas. Entre 2004 y 2012, las muertes por armas de fuego aumentaron un 17,23 %, llegando a superar el número de personas muertas por otros medios.
Incluso el legislador que propuso la restricción a las armas fue víctima de su creación. Vísperas a la toma de mando de Bolsonaro, a finales de diciembre del 2018, Gerson Camata, recibió disparos desde un arma no registrada y el asesino confesó que no tenía permiso de porte ni entrenamiento.
El 1 de enero Bolsonaro asumió la presidencia y las cifras empezaron a bajar.
Aunque el ministro de Justicia, Sérgio Moro, dijo que “todavía es temprano para hacer cualquier conmemoración”. “Tenemos que ver si es una tendencia permanente o algo episódico, pero es un buen comienzo”.
“La violencia que lleva a ese número absurdo de asesinatos es la misma violencia que victima a los policías en servicio”, afirmó, en un evento en Río de Janeiro la noche del martes 13 de mayo.
Moro diseñó un proyecto de ley anticrimen que fue presentado al Congreso en febrero. Afirma que el proyecto tiene medidas simples, efectivas y eficaces contra el crimen organizado”.
Bolsonaro lo firmó en febrero asegurando que “no será condescendiente con la criminalidad, especialmente la criminalidad más grave”.
Mientras tanto, expertos -a quienes Bolsonaro hace referencia entre comillas- como Robert Muggah, director de investigación del grupo de expertos independientes enfocados en seguridad, Igarape Institude, alegan que no puede atribuirse al gobierno de Bolsonaro la disminución de muertes.
“Por el contrario, hay señales de que ciertas formas de violencia, entre ellas los asesinatos relacionados con la policía, pueden haber aumentado desde la elección”, afirma.
Pero el ministro Moro afirma que es la misma violencia que vulnera tanto a civiles como policías, la que produce el crimen organizado.
Una vez implementada la ley anticrimen del ministro de justicia que hizo dimitar a Dilma, habrá que comparar si efectivamente la administración de Bolsonaro impulsó la disminución significativa de la violencia, como indican las estadísticas, o si fue apenas la herencia de su predecesor.