La abogada Victoria Eugenia Villarruel, del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, generó un quiebre en el discurso oficial impuesto por el kirchnerismo con relación a la década del 70 y los Derechos Humanos. Sus apariciones en programas de televisión de llegada masiva han generado una grieta en el discurso monopólico de la historia reciente.
Con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno argentino en 2003 comenzó una nueva etapa. El peronismo, que luego de la muerte del caudillo comenzó con el terrorismo de estado junto a la Triple A, que continuó con la propuesta de Ítalo Luder (candidato derrotado por el radical Raúl Alfonsín en 1983) de perdonar a los militares del proceso y que se vistió de aperturista en los 90 con Carlos Menem, decidió transformarse en los albores del “Socialismo del Siglo XXI”.
La nueva corriente política precisaba un relato y un pasado. Una épica revolucionaria. Una historia con buenos y malos. No importaba si el relato contradecía la historia documentada. El plan era repetir el cuento hasta el hartazgo y respaldarlo mediante todas las estructuras del Estado en el ámbito educativo, con el aparato de comunicación oficial y por medio de los artistas pagos con sumas millonarias de dineros públicos.
Todos los documentos históricos que mostraban que la violencia política ya había explotado entre las facciones del peronismo para 1973, que la guerrilla que buscaba instaurar un modelo socialista ya había atentado contra la democracia y que para el momento del golpe de 1976, el Terrorismo de Estado ya se encontraba en la tarea de la “aniquilación subversiva” bajo un gobierno peronista, todo pasaba a ser parte de un discurso reaccionario.
La única verdad oficial pasó a ser la de los 30 mil desaparecidos a mano de un gobierno militar genocida que buscó implementar un modelo “neoliberal” y que se dedicó al exterminio de una gloriosa juventud que buscaba la justicia, la igualdad y la democracia.
En exclusiva para PanAm Post Victoria Villarruel, luego de haber generado un revuelo importante en los medios de comunicación argentinos la última semana indica que: “En treinta y tres años de democracia no pudimos hablar de las víctimas de los grupos guerrilleros como ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y Montoneros”.
También indicó que: “Durante los últimos nueve años no encontramos un espacio de difusión para reconocer los derechos de estas víctimas inocentes de la violencia política. Los medios todos estos años decidieron continuar con el relato imperante. La fuerte presión en redes sociales generó la primera presencia en el programa Intratables y luego de la audiencia más alta de la semana se nos invitó otra vez y el raiting fue aún mayor”.
¿Por qué crees que existe una negativa tan fuerte en ocultar a estas víctimas?
Porque reconocer a estas víctimas significa reconocer la responsabilidad y los crímenes de las agrupaciones guerrilleras. Lamentablemente hay víctimas de primera y víctimas de segunda.
¿Con el gobierno de Mauricio Macri se ha avanzado en el reconocimiento a las víctimas de la guerrilla?
Lamentablemente no. Los organismos de izquierda presionan y no se ha podido lograr absolutamente nada.
¿Actualmente, encuentras en la opinión pública mayor recepción?
La sociedad ha generado una reacción adversa y de hartazgo al discurso del kirchnerismo, que utilizó la educación para modificar el pasado. Las nuevas generaciones no han tenido posibilidades de salir del discurso único. Pero al haber sido clandestina esta verdad histórica el discurso fue sumando simpatía y generando empatía.
Por primera vez el debate ha sido abierto. Luego de décadas de la violencia política en Argentina la sociedad ha valorado la continuidad democrática y el respeto a los Derechos Humanos. Los militares que llevaron a cabo el Terrorismo de Estado, confesado por el mismo Videla antes de morir, cuentan con el repudio de la mayoría de la sociedad.
Las 1094 víctimas fatales de los grupos guerrilleros y los 2368 heridos producto de los 4380 atentados entre 1969 y 1979 aún esperan su reconocimiento.
“Tuvimos que recaudar la información nosotros mediante los diarios de la época porque no existe ningún registro oficial del estado argentino”, concluye Villarruel.