
En la provincia de Corrientes el ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, realizó una declaración respecto a la religión en la educación pública en la que vale la pena detenerse: “Vendría muy bien que todas las religiones tengan su espacio”.
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Cabe destacar que sus dichos no fueron producto de un discurso o una exposición personal, sino que tuvieron lugar como respuesta a una inquietud del cura Juan Carlos Mendoza, que se encontraba realizando una bendición a las aulas que se encontraba inaugurando Bullrich en el lugar:
“Volvamos a impartir la educación católica en las aulas, ya que no es imposible”, dijo Mendoza.
En Argentina existen las escuelas católicas, como también las de otras religiones, así que se comprende que las declaraciones del religioso hacían referencia al sector estatal, hasta ahora laico según mandato Constitucional.
Pero el sacerdote no se limitó a solicitar que su religión esté en las escuelas estatales, sino que pidió que el catolicismo vuelva a estar presente en todos los estamentos públicos con un insólito argumento:
“Está pasando lo que está pasando porque hemos sacado a Dios de nuestras vidas, hemos sacado los crucifijos de los juzgados, todos los signos de Dios los vamos sacando y hay que recuperarlos”.
Lo cierto es que en la inauguración de un nuevo espacio escolar del Estado, nada tenía que hacer un cura oficiando un servicio religioso, pero dada la degradación total de las instituciones argentinas, y que Corrientes es una provincia mayormente católica, no llama la atención esta situación que pasa a ser casi detalle menor.
Lo que sí tendría que haber llegado era una respuesta del ministro, donde cordialmente le haga saber al religioso, que aunque respeta su opinión, el Estado argentino, y por lo tanto todas sus dependencias, son laicas.
Lamentablemente esta no fue la respuesta elegida por Esteban Bullrich. El ministro, seguramente en un acto de correción política (de la que el partido gobernante generalmente abusa) manifestó:
“Vendría muy bien que todas las religiones tengan su espacio. Por más que soy católico, trato de ser un apóstol y buen discípulo, sí creo que en las escuelas debemos enseñar otras religiones también”.
De esta manera Bullrich evitó confrontar con el cura con una propuesta que sabe no llegará a ningún lado, pero evitando dar la respuesta que tenía que dar.
“El ejemplo de Jesús debe ser aprendido, pero también el ejemplo de Mahoma, las enseñanzas del budismo y el hinduismo, otras religiones también para crecer juntos reconociendo al otro”, agregó.
Conozco desde hace años al que hoy es ministro de Educación y me atrevo a afirmar que en su concepción no existe ninguna idea de vulnerar la idea del Estado Laico. Hago esta aclaración porque me imagino que desde sectores de la izquierda no se tardará en acusarlo de buscar imponer la religión por su condición de católico, luego de las declaraciones de hoy en la provincia de Corrientes.
Pero más allá que no sea la voluntad de Bullrich imponer la religión en las escuelas, y que sus dichos hayan tenido lugar para evitar una confrontación con un cura en una provincia católica, el país necesita dejar de lado la corrección política y decir las cosas como son, aunque se disguste un interlocutor.
Argentina fue potencia un día porque una dirigencia política supo mirar hacia adelante y no evitó los enfrentamientos necesarios en pos de un proyecto ambicioso de país. Las encuestas del día siguiente, la corrección política y la negación al debate de ideas de fondo tienen mucho que ver con los problemas de nuestra representación política, no solo en el gobierno sino en varios espacios de la oposición.
No siempre tenemos que estar de acuerdo, pero sí debemos manifestar el desacuerdo cuando sea necesario, lo que no significa faltar el respeto o llevar la discusión al ámbito personal. Esperemos que la próxima vez que el sacerdote vuelva a sugerir una propuesta semejante, reciba del funcionario que sea la respuesta que debería emanar directamente de nuestra Constitución: “No señor.”