La expresidente argentina Cristina Fernández de Kirchner lanzó esta tarde su campaña a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires en la ciudad balnearia de Mar del Plata.
En esta nueva presentación se repitió el estilo del último acto y el cinismo, una vez más, fue el protagonista principal.
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Al igual que en su presentación anterior, Kirchner decidió subir al escenario a un grupo de personas para que cuenten el desastre que, en teoría, les causó el cambio de Gobierno.
Desfilaron así un peón de taxis, un vendedor de carteras, un pizzero, una trabajadora de una pescadería y una médica, entre otros. El denominador común de los testimonios, que contaron con la exmandataria sosteniendo el micrófono mientras la gente hablaba, era que hasta diciembre de 2015 eran felices y trabajaban sin problemas. Desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri todos ellos cayeron en desgracia.
El cinismo con el que la exmandataria llevó la situación, mostrándose todo el tiempo al borde de las lágrimas, tuvo momentos tragicómicos. La angustia insoportable que manifestaba Cristina Kirchner era idéntica ante cualquiera de los relatos que señalaban sus invitados. Daba lo mismo si le contaban que la gente se quedaba sin empleo o si le decían que el actual Gobierno se había “robado la alegría”. Cualquier manifestación de las supuestas víctimas generaba la misma congoja a la expresidente.
En su exposición dejó en claro que para ella toda la problemática argentina comenzó en diciembre de 2015 y pidió a los electores usar el voto “en defensa propia”.
No hubo una sola referencia al desastre de la gestión de su familia en la provincia de Santa Cruz, que esta absolutamente quebrada, ni tampoco una mención al colapso venezolano de sus amigos Chávez y Maduro. Habló de espaldas al pasado, negando la realidad, y volvió a prometer “espejitos de colores” ante un grupo de dirigentes, que por sus caras, estaban dispuestos a aplaudir cualquier estupidez.
Una de las payasadas más insólitas de la jornada se vivió en la transmisión del canal kirchnerista C5N, cuando el periodista Víctor Hugo Morales, ante una falla del satélite que cortó por unos instantes el audio del acto, denunció que se estaba viviendo un complot para censurar a Cristina.
Más allá de lo irrisorio de sus argumentos, el Gobierno actual es en parte responsable de esta situación por haber elegido no explicar la dramática situación con la que recibieron el país apenas asumieron el mando. Si bien durante este año y medio de mandato, Macri comprendió (tarde) que debía explicar con claridad el desastre recibido, la comunicación fue gradual y confusa, y se desarrolló en el difícil marco de una crisis económica.
La provincia de Buenos Aires decidirá próximamente si convierte a la exmandataria en líder de la oposición, de cara a las presidenciales de 2019, o si prefiere dejar atrás a la representante máxima del populismo más decadente que haya vivido Argentina en su historia.