La campaña de la Fundación Bases de la Ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina) que propone remover los homenajes al Che Guevara definitivamente ha cumplido su objetivo. Más allá de que se remuevan o no físicamente los reconocimientos al guerrillero, la ONG puso en el debate público algo que no estaba: el cuestionamiento moral hacia un personaje santificado por la izquierda. La propuesta llegó a los medios más importantes de Argentina y también fue publicada y difundida en varios países del mundo. Bases, con su labor, puso sobre la mesa el “lado b” de un hombre al que el socialismo, hasta el momento, había logrado que se lo juzgue exclusivamente por la supuesta virtud de su intención.
En el marco de uno de los tantos informes televisivos sobre este tema, durante una entrevista con el Canal 5 de Rosario, un referente de izquierda le puso las risas y el absurdo que le faltaba a este debate político.
Norberto “Champa” Galiotti, dirigente comunista de esa ciudad, ahora candidato en alianza con el kirchnerismo, brindó una declaración que merece un reconocimiento: la burrada más grande que se haya hecho en materia de ciencias sociales en las últimas décadas.
Más allá de su visión política y económica, al menos discutible (consideró que el “liberalismo es la opresión de los pueblos”), Galiotti hizo una definición, podría decirse “teórica” que debería llamarlo a la reflexión y al estudio antes de repetir otra estupidez semejante, para no volver a quedar en evidencia como lo que es: un completo ignorante.
El defensor de Ernesto “Che” Guevara dijo, por televisión, sin inmutarse en lo más mínimo y con plena seguridad, lo siguiente:
“La Fundación (Bases) tiene su origen en la corriente liberal austríaca, que eso es nazismo puro”.
Hay que dejar en claro que Galiotti no es un ignorante por no tener la más mínima y remota idea de que es la Escuela Austríaca a la que hace referencia. Su actitud patética y vergonzante radica en hablar por televisión, con total seguridad e impunidad, de lo que desconoce por completo.
No queda claro (lógicamente) en donde radica la conexión que hace el dirigente de izquierda entre la corriente austríaca del liberalismo con el nacionalsocialismo alemán.
Probablemente Galiotti pensó que porque Adolf Hitler nació en Austria, o que por el hecho de que ese país fue el primero en anexarse al Tercer Reich alemán, la Escuela Austríaca de Economía podría estar emparentada de alguna manera al nazismo. Lo cierto es que esta relación es más absurda que la hipótesis de acusar de nacionalsocialistas a las “salchichas de Viena”. Y digo “más absurda” no como un recurso retórico, ya que esos embutidos no fueron víctimas de los nazis, como sí lo fue, como tantos, el máximo exponente de la Escuela Austríaca, Ludwig von Mises, quien tuvo que escapar de su país de origen por ser liberal y judío.
Para información del ignorante en cuestión, que evidentemente no ha leído más que autores socialistas, la Escuela Austríaca no solo es previa al nazismo, sino que se le opone conceptualmente por completo. Mientras una corriente defiende a la libertad individual como el elemento que permite la cooperación social pacífica y productiva, la otra se basa en la planificación centralizada y avala el uso de la violencia para ponerla en práctica. Es por eso que, técnica y empíricamente, las ideas socialistas son mucho más cercanas al nacionalsocialismo (valga la redundancia).
Desde esta columna, además de la recomendación de limitar las opiniones públicas a las cuestiones que, mínimamente, maneje (para evitar más ridículos como este), le propongo al señor Galiotti que, al menos, “googlee” (ya que demostró que no le gusta leer fuera de su pequeño ámbito de interés) tres aportes de la Escuela Austríaca. Estos, además de no tener nada que ver con el nazismo, le servirán para darse cuenta (o al menos le darán la oportunidad de reconocer) que sus ideas económicas llevan más de un siglo de haber sido refutadas.
Si averigua algo acerca de como el “subjetivismo” de las personas llevan a un ordenamiento “marginal” de necesidades, va a comprender que su teoría de la plusvalía vale menos que las llaves que donó para construir el monumento al Che en Rosario. Y si llega a investigar algo acerca de la “imposibilidad de cálculo económico” en un lugar que, por abolir, reducir o perjudicar la propiedad privada se queda sin una señal llamada “precios”, también va a comprender por qué todos los experimentos socialistas terminan en fracasos económicos caracterizados por el desabastecimiento.
Claro que, a pesar de toda la evidencia teórica y práctica en su contra, el “Champa” Galiotti puede seguir defendiendo las ideas que tenga ganas. El liberalismo, en todas sus escuelas, defenderá su libertad de opinión. Incluso cuando estas estén plagadas de errores conceptuales y desconocimiento total de lo que se está hablando.