El anuncio económico que realizó el ministro de Hacienda de Argentina, Nicolás Dujovne, fue una verdadera desilusión. Luego de un excelente discurso de Mauricio Macri sobre el rumbo que debería tomar el país, con un Estado más pequeño, concreto y eficiente, y un sector privado que sea el motor del desarrollo, la presentación técnica propuesta para cumplir los objetivos no incluyó reducciones de la burocracia, gasto público y hasta creó nuevos impuestos.
La propuesta, que tuvo que ser modificada, incluía un fuerte aumento de impuestos al vino, los espumantes, las cervezas y las gaseosas con azúcar. En algunos casos, el impuesto se creaba y en otros ascendía hasta un 17 %. Las protestas no tardaron en llegar: los diputados de las provincias bodegueras pusieron el grito en el cielo y Macri se enteró que hasta los mismos legisladores de Cambiemos de los sitios afectados estaban dispuestos a votar en contra de la iniciativa.
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Ante los reclamos, que comenzaron antes que el texto definitivo entrara al Congreso, el Gobierno recalculó y salió a aclarar que el impuesto quedaba sin efecto. También aclararon que la alícuota a las bebidas azucaradas seguía vigente y siguió la polémica.
Pero la polémica no quedó allí. Queda a la especulación si tuvo que ver o no con la bajada del impuesto del vino, pero Coca Cola salió a marcar el terreno diciendo que reduciría sus inversiones en el país, con motivo del aumento que propuso Dujovne. Según el diputado oficialista Eduardo Amadeo, la decisión de la empresa se trató de un “apriete” al Gobierno:
Coca Cola se equivoca con este apriete inaceptable. Nuestro Gobierno decide por el interés de todos, no por el de… https://t.co/em5tgAEkck
— Eduardo Amadeo (@eduardoamadeo) November 10, 2017
Por estos momentos, y con la necesidad de repensar la propuesta económica, el Gobierno tiene la oportunidad de hacer lo que no hizo al momento de presentar el plan fallido y, en lugar de ver qué impuestos nuevos cobra, estudiar qué gastos puede recortar.
Varios economistas liberales salieron a criticar el rumbo que el Gobierno mantiene y en los medios de comunicación empezó a tomar fuerza una nueva visión crítica. Hasta el momento los únicos cuestionamientos que había recibido Macri provenían de la izquierda. Desde el anuncio de Dujovne las voces de especialistas como José Luis Espert, Javier Milei, Roberto Cachanosky, Gustavo Lázzari o Carlos Rodríguez comenzaron a poner en la agenda pública la necesidad de otro enfoque.
Estimado, por qué en vez de seguir exprimiendo al sector privado con impuestos para financiar la pobreza, no empiezan a pensar cómo crear riqueza. El truco para terminar la pobreza consiste en generar riqueza. Lo otro es redistribuir pobreza https://t.co/zHEoAwLMrA
— Roberto Cachanosky (@RCachanosky) November 11, 2017
49% del precio de la coca cola son impuestos… con el proyecto pasaba a 55%!!! Que queres que hagan?? Que te regalen la guita??? Pone una fábrica y hablamos
— lacha (@lacha) November 11, 2017
LA FALACIA LUDDITA
¿Sabrá Eduardo Amadeo que si lo que dice fuera cierto desde la revolución industrial hasta hoy la tasa de desempleo hubiera crecido hasta el 85%?
¿Sabrá que los mayores beneficios se gastan en otro sector y se crea nuevo empleo?
BASTIAT PERDONA SUS FALACIAS. pic.twitter.com/4ZZPZvPkvS— Javier Milei (@JMilei) November 13, 2017
Hoy, ante los reclamos concretos de dos importantes sectores, y con una voz crítica que propone el rumbo del sentido común, el presidente argentino tiene una oportunidad inmejorable para modificar el enfoque de la propuesta que no pudo ser. Por estos momentos se está trabajando en una propuesta superadora que puede convertirse en el primer paso del camino al desarrollo o en una nueva oportunidad perdida.
Está claro que la oposición actual en Argentina no representa ninguna opción superadora, lamentablemente. Enfrente de Cambiemos está el kirchnerismo, la izquierda reaccionaria y el peronismo proteccionista mercantilista de la época de las cavernas, digno del momento histórico previo a Adam Smith. Pero que no haya nada mejor o “menos malo” no es garantía de éxito para el macrismo.
Dado que no existe una mejor opción política, la pregunta que queda es si Macri corregirá el rumbo hacia el camino correcto o si fracasará por temor a hacer lo que debe hacer, haciendo perder una oportunidad histórica al país.