
Alberto Fernández fue jefe de Gabinete del kirchnerismo desde los comienzos hasta que, allá por 2008, en plena radicalización del gobierno de Cristina, pegó el portazo en medio de la famosa “Crisis del Campo”, donde se buscaba incrementar las retenciones agropecuarias a dimensiones totalmente expropiatorias.
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Desde su alejamiento del kirchnerismo, Fernández (que fue rotulado de “traidor” por muchos dirigentes del espacio) comenzó una peregrinación política buscando un lugar en otros sectores del peronismo que ya no comulgaban con la ahora expresidenta. Primero, se desempeñó con Sergio Massa, pero al ver que la apuesta de este sector, que buscaba un electorado no macrista ni kirchnerista, no funcionaba, decidió acompañar al ex ministro de Transporte, Florencio Randazzo. Ya dentro del peronismo formal no kirchnerista, comprobó en las últimas elecciones lo que hoy le reconoció a los medios: que con “Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede“.
Luego de abandonar el gobierno K hace 10 años, ambos dirigentes se volvieron a reunir con la mira en la unidad del peronismo. Puede que las agendas de ambos sean distintas. Mientras Fernández debe desear regresar al poder, a Cristina la atormenta la posibilidad de ir a la cárcel.
“Lo tomé más como un reencuentro humano que político porque cada uno sigue pensando lo que piensa. Fue muy lindo, nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir y saldamos muchas cuentas”, manifestó Fernandez como si nada hubiese pasado.
Hace tan sólo un par de meses, antes del fracaso estrepitoso de Randazzo en las urnas, Fernández había dicho acerca del llanto de Cristina sobre el funcionario K que buscó esconder bolsas con millones de dólares en un convento, que no sabía si era por lo que pasó o porque lo descubrieron“. Sin embargo, en el peronismo hay mucha experiencia de hacer “borrón y cuenta nueva” ante las necesidades políticas.
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Para comprender los desacuerdos dentro del peronismo y las dudas sobre aceptar o no a Cristina Kirchner, que en la última elección legislativa armó su propio frente para evitar las primarias, hay que analizar las distintas necesidades y perspectivas. Los que tienen deseos presidenciales prefieren apuntar a un 2023 y esperar un desgaste natural de Cambiemos. Pero la gran mayoría de los dirigentes tienen otros objetivos y urgencias, como arrastrar votos para los ámbitos legislativos municipales, provinciales y nacionales. Para este sector hace falta acompañar al liderazgo que garantice más votos, aunque no pueda ganarle a Mauricio Macri la presidencial.
La primera y única vez que el peronismo ha tenido una interna a nivel nacional democrática y civilizada fue cuando los gobernadores de Buenos Aires y La Rioja en 1988, Antonio Cafiero y Carlos Menem, compitieron por la candidatura para las presidenciales de 1989. Allí triunfó sorpresivamente el riojano, que luego de ganar en la interna partidaria derrotó al candidato de la Unión Cívica Radical, Eduardo Angeloz.