
Aunque las manifestantes feministas lo sepan o no, las marchas donde se suele reivindicar la condición de mujer tienen un innegable contenido socialista.
Probablemente los promotores de la agenda de izquierda sean minoría dentro de las grandes convocatorias, pero al ser los únicos espacios con una ideología concreta, son los que marcan el color del contenido general de las proclamas.
Dentro de cualquier marcha feminista, no hay que caminar más de un metro para ver los símbolos de un partido de izquierda o de una proclama anti liberal o capitalista. Quedará para el debate si estos grupos han sido diseñados para hacer uso de los “idiotas útiles”, programados para minar desde adentro las sociedades occidentales o si fue por generación espontánea la monopolización de la izquierda de estas reivindicaciones, pero lo cierto es que los promotores del socialismo han logrado convertirse en los “dueños” de estas manifestaciones.
Para una mujer (y para cualquier individuo) no hay nada mejor que el mercado
Si las proclamas apuntan al incremento de igualdad de oportunidades, no hay dudas de que los incentivos que brinda una economía de mercado son superiores a los de un modelo de planificación centralizada.
Si valoramos la libertad de elegir de una mujer (y de cualquier persona) tenemos que ser coherentes y asumir que un marco capitalista, que ofrece oportunidades, bienes y servicios más accesibles para todos, es el sistema que brinda las herramientas para que una persona se valga por sí misma.
Más allá de la evidencia histórica del nulo lugar que han ocupado las mujeres en los espacios políticos y de decisión detrás de la Cortina de Hierro, lo cierto es que en los países con mayor libertad económica se han podido posicionar como emprendedoras, empresarias y han escalado en responsabilidades y escalafones cuando se les dio (a la par de los hombres) libertad y responsabilidad. Inclusive en el ámbito de la política del viejo mundo bipolar las mujeres se han posicionado como líderes y referentes.
La evidencia histórica es tan contundente que hasta brinda antecedentes bélicos, con una Margaret Tatcher que se impuso a los militares argentinos en la Guerra de Malvinas. Mientras que por esos años los países libres contaban con senadoras y diputadas, además del caso mencionado de la primera ministra, en la Unión Soviética (como en Cuba, China o Corea del Norte) las mujeres nunca tuvieron un espacio de importancia.
Como indica Agustín Laje en el Libro Negro de la Nueva Izquierda: “En toda la historia del órgano legislativo soviético, jamás una mujer pudo presidirlo. Tampoco se vio presidir a ninguna otra mujer la otra cámara de representación territorial, denominada Sóviet de Nacionalidades”. Según documenta el autor en el texto “los casos de violaciones y de violencia contra la mujer fueron una constante del período comunista”.
Oportunidades sí, cupos no
Además de los reclamos sobre la despenalización del aborto y las proclamas socialistas, otro denominador común de estas marchas es la solicitud de cupos para la mujer. No importa si es para los ámbitos laborales o políticos, para los grupos femeninos deben existir normativas legales que garanticen la presencia de la mujer, aunque sea
Para Nathalia Cristaldo (Students for Liberty, Paraguay), “el mejor amigo de la mujer para su desarrollo es el libre mercado, ya que habilita las oportunidades que se buscan según los méritos de cada persona. Los espacios destacados de muchas mujeres a lo largo de la historia tienen mucho más que ver con el mérito individual que con la posibilidad de un cupo”.
Según Cristaldo la izquierda no percibe que los cupos terminan limitando a la mujer en lugar de empoderarla. “La búsqueda de paridad por vía de cupos, a pesar de ser una medida popular, lejos de crear un cambio, sólo se presenta como una solución artificial y contraproducente a un problema que de fondo es cultural”, manifestó.