En medio del huracán de la corrida cambiaria y el pedido de auxilio al Fondo Monetario Internacional, el presidente argentino, Mauricio Macri, consiguió un importante respaldo de uno de los sectores del peronismo, todavía partido. Ante la situación política y económica actual, todos los analistas coinciden que la coalición Cambiemos tiene en su haber un capital incalculable: la división del Partido Justicialista.
Una crisis de confianza y un gobierno golpeado, ante un PJ unificado, seguramente hubiese corrido peor suerte. Pero ante la situación actual, aunque se compliquen las posibilidades de reelección, la gobernabilidad está asegurada. Para el mundo político argentino eso no es poco.
En la jornada de hoy los gobernadores Juan Schiaretti (Córdoba), Gustavo Bodert (Entre Ríos), Juan Manzur (Tucumán), Domingo Peppo (Chaco) y Sergio Uñac (San Juan) se mostraron con el presidente, al que respaldaron con una reunión oficial. Juan Manuel Urtubey, de Salta, no participó ya que se encuentra de licencia por parternidad, pero también figura en el listado del “peronismo friendly” de los caudillos municipales. El salteño probablemente sea el presidenciable con más chances de la liga de gobernadores.
PanAm Post analiza los diferentes sectores que, a pesar de pertenecer al mismo espacio, tienen diferentes intereses. Algunos de ellos, incluso, en sintonía con las necesidades del oficialismo.
Los gobernadores
Endeudados en dólares, los pequeños presidentes del interior del país, son los que menos quieren que la difícil situación actual se transforme en una crisis como las que ya vivió el país en varias oportunidades. Una tragedia que se lleve puesto a Macri complicaría seriamente la situación de cada uno de los gobernadores. La falta de un peronista con claros chances de ganar la presidencia el año que viene también contribuye a la actitud de no “patear el tablero” con la Casa Rosada. Como ya trascendió en los últimos meses, hasta se evalúa de forma individual en cada provincia buscar la manera de “desdoblar” la elección, para que no coincida con las nacionales. Los gobernadores peronistas no quieren “quedar pegados” a un candidato a presidente sin chances y prefieren bajar el perfil del debate nacional y limitarse a sus jurisdicciones. Macri, agradecido.
El partido
Luego de las denuncias de “acefalía”, la jueza María Servini de Cubría intervino el PJ y nombró de interventor al sindicalista Luis Barrionuevo. Esta situación complicó al kirchnerismo que, a pesar de haber fundado su espacio independiente “Unidad Ciudadana”, mantenía al partido peronista como una pata del armado que no le genere competencia. Con la intervención, el antikirchnerismo tomó las riendas del partido, lo que fortaleció la división del movimiento. Desde el espacio de Cristina Fernández manifestaron que el fallo judicial fue “a pedir del macrismo”. El Gobierno debe tener una estrategia compleja ante este espacio: Darle el aire suficiente para que le quite peso al kirchnerismo, pero no demasiado. Si el PJ no kirchnerista se mete en un balotaje el año próximo podría darle serios problemas al macrismo. Mucho más que enfrentar al kirchnerismo residual. En lo político, este sector busca separarse tanto de la expresidente como de Macri y tiene el objetivo de poder aspirar a una segunda vuelta, donde buscaría seducir a todo el espacio antimacrista. De progresar este armado, la alianza con el sector de los gobernadores es previsible. De ahí puede salir incluso el candidato.
El kirchnerismo
Sin injerencia en los gobiernos provinciales, con pocas intendencias, pero con varias bancas en el Congreso (donde está la expresidente) este sector apuesta al incendio. No hay lógica detrás de las propuestas y la hostilidad contra el Gobierno es total. Dado que, a pesar de la difícil herencia de Cristina, la bomba no les explotó a ellos, en el kirchnerismo harán lo posible para que todo vuele por los aires bajo la gestión macrista. Ese sería el único escenario que les brinde una mínima posibilidad de retornar al poder. Pero como el peronismo tradicional ya ha dejado en claro que no se siente cómodo bajo el liderazgo de Kirchner, los residuos del gobierno anterior compiten, no sólo con Macri, sino con sus “compañeros” por el control del movimiento fundado por Juan Perón.
Si algo dejó en claro las últimas semanas es que la política argentina es impredecible. Estos grupos que hoy no se juntan ni para un café, de la noche a la mañana podrían estar encolumnados bajo un nuevo liderazgo. Macri lo sabe muy bien.