Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner contaron con muchísimos defensores en los medios de comunicación. Actores, actrices, deportistas, periodistas y mediáticos en casi todos los canales. Hasta la pelea del kirchnerismo con el Grupo Clarín, los voceros oficiales estaban en todas las señales. Por esos días había que escapar hacia alguna señal de cable para evitar el discurso imperante.
Los medios públicos directamente se habían convertido en oficinas de prensa del kirchnerismo, pero en la mayoría de los canales privados la situación no era muy distinta. Mediante las prebendas, la pauta oficial o incluso amenazas, el mensaje K se imponía la mayoría de veces sin una voz que pueda contestar.
Pero el común denominador de los kirchneristas famosos, que oficiaban de voceros incondicionales, no era ninguna coincidencia ideológica, sino algún favor económico. Secretarías para los deportistas, recitales públicos millonarios para los músicos y telenovelas para las actrices. El caso más paradigmático de estas últimas fue el de Andrea del Boca.
La actriz, de gran popularidad en la década del 80 y 90, fue una de las abanderadas del kirchnerismo y, simultáneamente, una de las caras de la TV pública. Mediante las negociaciones con universidades, se financiaron durante el Gobierno de Cristina programas para el canal del Estado por costos millonarios que, incluso a veces, no llegaban siquiera a ser emitidos.
La novela “Mamá coraje” de Andrea del Boca, que le costó a los contribuyentes una fortuna y nunca se emitió, fue el caso que llegó a la justicia. Por las “maniobras defraudatorias” alrededor de la misma, hoy fueron procesados la actriz y el ex ministro de Planificación Federal, Julio de Vido.
Para la justicia argentina, el funcionamiento y la triangulación con las universidades, permitió un fraude del cual participaron “funcionarios y empleados del ex Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación”, junto a la Universidad Nacional de San Martín y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Las primeras cifras que reveló la investigación confirma operaciones por varios millones de dólares.
El tema de fondo, ausente del debate
“Mamá coraje” y su fraude escandaloso trascendió y llegó a la justicia por la terrible impunidad de que ni siquiera llegó a emitirse. Sin embargo, que no haya llegado a la pantalla o más allá del público que lo haya visto, el problema es la prerrogativa estatal de contratar personajes afines y premiarlos con contratos gubernamentales. Mientras exista esta posibilidad para los gobernantes de turno, es inevitable la proliferación de los voceros interesados. Claro que cuando la impunidad es total, se cae en corrupción de “índole kirchnerista” donde se pagó por programas que no se hicieron o por libros que no fueron impresos. La única forma de mermar estos índices de corrupción escandalosos es cerrar de raíz estas fuentes de financiación espuria de la política, pagada por todos los contribuyentes.