Durante los últimos años del Gobierno de Cristina Fernández, la lucha del kirchnerismo contra el Grupo Clarín fue extrema. El espacio parlamentario oficialista logró la aprobación de lo que se denominó como la “ley de medios” y el Poder Ejecutivo.
Tras la sanción legislativa, este espacio buscó hasta el hartazgo conseguir el desguace del multimedio, pero el objetivo fue frenado por la justicia. Fallos de primeras y segundas instancias, apelaciones ante la Corte Suprema demoraron la aplicación de la ley, y el kirchnerismo tuvo que dejar el poder sin lograr condenar a muerte a su archirrival.
Aunque Clarín, que se llevó muy bien con el kirchnerismo en sus primeros años, logró “nadar hasta la orilla” y conseguir la supervivencia hasta el arribo de Mauricio Macri, hoy la lucha continúa. Con mucho menos peligro para la empresa, pero continúa.
En la jornada de hoy, miembros de la autodenominada “Confederación de Trabajadores de la Economía Popular” ingresaron por la fuerza a las instalaciones de Artear (perteneciente al multimedios de Clarín) para reclamar que la empresa ponga en su grilla de televisión por cable dos señales afines. El CTEP, liderado por Juan Grabois, hombre muy vinculado a la expresidente y al papa Francisco, y quien afirmó “exclusión” y “discriminación” ante la negativa de Cablevisión de ofrecer las señales “Barricada TV” y “PAREStv”.
Aunque el violento reclamo se hizo en las instalaciones del medio más enfrentado con el kirchnerismo, otras empresas, como la prestadora de televisión por cable Telecentro, tampoco tiene ninguna intención de transmitir las señales en cuestión.
Luego de violentar el frente de la productora, cruzar la reja del portón de entrada y desobedecer los reclamos para que se retiraran, los manifestantes permanecieron por el lapso de una hora en el hall de entrada de la empresa.
El conflicto se encuentra en la justicia, ya que el grupo kirchnerista demandó a Cablevisión y a Telecentro por violentar el derecho de la población “a estar informada” y el trámite judicial está en proceso.
Un error conceptual que sigue vigente
Aunque el kirchnerismo denuncie censura si las empresas privadas no están interesadas en una programación determinada, lo cierto es que el hecho que advierten no tiene nada que ver con estos casos en concreto.
Se está ante un caso de censura cuando desde el Estado, o desde algún sector privado, por la fuerza, se le impide a una persona o a un grupo de personas manifestarse o transmitir una idea. La historia argentina está plagada de hechos lamentables de censura: diarios cerrados, persecución a periodistas y comunicadores exiliados durante procesos autoritarios. Las dictaduras militares y el primer peronismo han abusado del poder y la libertad de expresión en el país, por esos días, quedó sujeta al humor de esos gobiernos.
En la actualidad, gracias a la economía de mercado que el kirchnerismo y la izquierda tanto critican, la comunicación ha sido totalmente “democratizada”, término que le encanta a estos sectores. Antes, un periodista que no encontraba un lugar en una publicación o un producto, quedaba fuera deL juego. Hoy, si existe un interés concreto, hay muchas oportunidades de transmitir contenido, como, por ejemplo, por Internet.
Lo cierto es que estos productos, que gozaban de muchos recursos económicos durante el kirchnerismo, no han sobrevivido a la hora de tener que financiarse por sí mismos. Los periodistas “cristinistas” que gozaron de fortunas de pauta oficial y de espacio en la televisión pública no han sobrevivido ni administrando blogs propios en los últimos tres años, por lo que ahora quieren obligar a los medios privados a transmitir sus programas.