Ludwig Erhard, padre del denominado “milagro alemán” de la postguerra (que en realidad no fue ningún milagro) es el responsable de la implementación política de lo que se denominó “economía social de mercado”. Para el autor del libro Bienestar para todos, el proceso económico que desarrolló en cierta manera tenía un nombre redundante. Según Erhard, “mientras más libre es una economía es más social”.
Por su parte, el economista y sociólogo alemán, Alfred Müller-Armack en su libro Economía libre y economía dirigida (1947), le agregaba a la idea un rol complementario del Estado, al que veía como garante de un plafón indispensable para el desarrollo. Para Erhard, la economía libre era la mejor herramienta para el desarrollo social. Para Müller-Armack era una condición indispensable, que debía ser acompañada por algunas políticas públicas. Pero ambos coincidían que el mercado era la herramienta creadora de riqueza. SegúnMüller-Armack, que era partidario de un rol más activo del gobierno que Erhard, la planificación centralizada era absolutamente “ineficaz”. Es decir, la descentralización del libre mercado era insustituible.
Pero si en algo estaban de acuerdo ambos era en que el Estado no crea la riqueza, que la misma es producida por el sector privado y que el sistema de precios debe ser libre, ya que es el idioma coordinador y comunicador de la economía. Cabe destacar que el economista austríaco Ludwig von Mises, una de las influencias intelectuales de Erhard, descubrió que la eliminación de los precios, que se producían como resultado espontáneo del intercambio, era el talón de Aquiles del socialismo. Es decir, sin economía libre no hay precios. Y sin precios la planificación y la asignación correcta de recursos es absolutamente imposible. Su tesis se corroboró al pie de la letra desde la revolución bolchevique al desastre bolivariano.
La eliminación total del control de precios en Alemania por parte de Erhard, sumado al responsable plan monetario que implementó, fueron las bases fundamentales del proceso de crecimiento descomunal que vivió la parte occidental del país arrasado por Hitler y la Guerra. El resultado del programa que planteó la Economía social de Mercado fue un éxito de donde se lo mire.
¿Qué tiene que ver con las ideas de Francisco y Stiglitz? Nada
Aunque no hay dudas sobre la orientación de las políticas implementadas en el proceso conocido como el “milagro alemán”, ocurrido de la mano de la economía social de mercado, el Papa Francisco y el economista Joseph Stiglitz dejaron recientemente curiosas definiciones. En un encuentro que tuvo lugar el fin de semana en la Casa Santa Marta, ambos coincidieron en defender un modelo relacionado, justamente, con una “economía social de mercado”. La justificación para esta propuesta sería que el mercado “exacerba” el comportamiento individualista y termina sometiendo a los pueblos en beneficio de unos pocos.
Más allá del equivocado diagnóstico de ambos sobre lo que según ellos produce una economía libre, lo cierto es que denominar como de “economía social de mercado” a las ideas que ambos defienden continuamente deja solamente dos posibilidades a interpretación: o hay ignorancia o mala intención. Sobre todo, dada la investidura religiosa de Francisco, uno debería pensar que hay desconocimiento total y no intencionalidad, ya que la apropiación y asociación de un término a un conjunto de ideas que son completamente diferentes, sería lisa y llanamente una mentira descarada. Un “pecado” diría el religioso argentino dentro de su ámbito.
Alsogaray y López Murphy, referentes de la economía social de mercado
En la política argentina, el primer economista en hacer referencia al término fue Álvaro Alsogaray, que mantuvo una estrecha relación con Ludwig Erhard. La misma quedó plasmada en interesantes cartas que intercambiaron hace varias décadas. En varios de sus textos, el fundador de la Unión de Centro Democrático hizo mención tanto al sistema, al que proponía para aplicar en Argentina, como de su fructífero intercambio con el excanciller alemán
En la actualidad, Ricardo López Murphy es uno de los pocos referentes que defiende aquellos conceptos, con un claro conocimiento de causa. En un discurso reciente, el exministro argentino resaltó:
“La economía social de mercado muchas veces tiene limitaciones. La mano invisible de Adam Smith a veces es artrítica. A veces es parkinsoneana. Hace su tarea con mucha dificultad. Ahora…¡No saben lo que es la alternativa!…Nosotros lo hemos vivido. Es el dedo de Cristina, el dedo de Chávez, el dedo de Ortega. La comparación de un modelo de organización social pacífica e imperfecta, como también lo es la democracia, no debe ser comparado con modelos utópicos”.
Justamente, pareciera que las ideas económicas que comparten tanto Stiglitz como Francisco, tienen más que ver con el “dedo” de los personajes que mencionó López Murphy, que con lo que significa el término en cuestión.
“No debe tener idea de lo que está hablando”
PanAm Post se puso en contacto con Álvaro Alsogaray (hijo), que se mostró sorprendido por los conceptos del religioso. En su opinión, nada de lo que promueve el Papa está relacionado con la prédica de su padre. “Francisco, es bien sabido que es un antiliberal consumado. ¿Cómo puede decir que le gusta la economía social de mercado? No debe tener idea de lo que está hablando”, afirmó.