En un país donde los partidos no tienen internas (ni aunque sean convocadas obligatoriamente por la justicia electoral) y donde una candidata a vice anuncia su postulante a presidente por un video en Twitter, ver una convención resulta algo medianamente llamativo. Los radicales lo saben y se sienten orgullosos. Dicen que son el partido más democrático e institucional de Argentina y algo, al menos, tienen para mostrar. Aunque lluevan insultos, divisiones y enfrentamientos internos.
El resultado del cónclave de ayer de la Unión Cívica Radical (UCR) fue contundente: 261 votos a favor de la continuidad de la sociedad con Macri y tan solo 14 en contra. La apabullante diferencia no parecía estar representada en la militancia que se acercó a la convención. Hubo insultos y acusaciones de “traidores” para los representantes partidarios de todo el país. Muchos afilados al radicalismo consideran que el partido es usado como “furgón de cola” por el macrismo y que no tiene participación real en la toma de decisiones.
Lo que enloqueció a los militantes rupturistas fue la posición de los dirigentes que consideraban afines a sus intereses. En las últimas horas, referentes como Federico Storani o Ricardo Alfonsín, que se manifestaron dispuestos a romper con la coalición de Gobierno en varias oportunidades, ayer moderaron su discurso. Siguen insistiendo en el fracaso de la gestión económica de Mauricio Macri y en sus diferencias “conceptuales”, pero desde otro lugar. “Yo no culpo al PRO, culpo a nuestro partido que aceptó estas condiciones”, resaltó Alfonsín. ¿La agenda a partir de ahora? Ocupar un rol más importante en un eventual segundo mandato, en comparación al rol secundario 2015-2019.
La mesa de negociación
Los gobernadores radicales, acompañados por Ernesto Sanz, Emiliano Yacobitti y Alejandra Lorden serán los que lleven la voz cantante en las negociaciones con el macrismo. Irán por más ministerios, por más espacios en las listas legislativas y por el compañero (o la compañera) de fórmula presidencial si Macri insiste con la reelección. La UCR sabe que no tiene un candidato competitivo para ir por la presidencia y no tiene muchas opciones a pocos días de la presentación de las listas.
En Casa Rosada esperaban el resultado favorable. “No debería pasar nada raro”, repetían ayer a los periodistas de manera informal. En el PRO tampoco tienen muchas opciones. Hoy, abajo en las encuestas, la pérdida del centenario partido como aliado territorial en todo el país sería sinónimo de perder automáticamente las elecciones. Habrá que esperar qué hacen los dirigentes más críticos, que ayer votaron por el sí, en caso de que el macrismo no les de todo lo que esperan. Roberto Lavagna y su “Consenso 19” los esperará con los brazos abiertos.