No hay dudas que la postulación de Miguel Ángel Pichetto generó confianza y alguna idea de gobernabilidad para un Mauricio Macri que venía en caída libre. Inclusive en escenario de reelección, Cambiemos no lograba generar la imagen de solidez necesaria para un nuevo mandato con serios desafíos. Sobre todo, ante la necesidad de realización de las reformas de fondo, todavía pendientes, y los vencimientos próximos de la deuda que dejó el fallido “gradualismo”.
La figura del veterano senador peronista fue un bálsamo para el Gobierno en el momento preciso. Apenas se confirmó la dupla el dólar bajó, al igual que el Riesgo País. Las que subieron fueron las acciones de las empresas argentinas en Wall Street y lo mismo ocurrió con los papeles de la Bolsa de Buenos Aires.
Las buenas nuevas en un país muchas veces adolescente, casi infantil, se tradujeron en una idea algo exagerada. En Argentina en las últimas horas todos los canales empezaron a hablar del “Efecto Pichetto”. En medio del análisis político del “senador mágico”, Mauricio Macri recibió otra buena noticia: la inflación consolidó su tendencia en baja. Claro que estamos hablando del relevamiento de precios del mes pasado y no tiene absolutamente nada que ver, pero todo vale a la hora se subirse al relato optimista.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) el Índice de Precios al Consumidor arrojó un incremento del 3,1%. La cifra, que sería altísima para cualquier país medianamente normal, es una buena noticia para Argentina. Mayo consolidó una merma respecto al mes anterior que había terminado en 3,4%. Vale destacar que marzo había tenido un incremento del 4,7%. Todo parece indicar que las políticas monetarias restrictivas del Banco Central comienzan a dar resultado. Pero dada la gravedad del problema del peso en Argentina, ya había quedado en claro que no alcazaba con detener la máquina de imprimir billetes. Había que generar cierta confianza para reducir la caída en la demanda de dinero y ya no había margen para seguir subiendo las tasas de interés.
En este sentido, las últimas buenas nuevas, dentro de todo, han sido bastante sanas económicamente. El freno de la moneda norteamericana, que cayó incluso por debajo de los 45 pesos, tuvo que ver con la reacción de los agentes económicos y sus perspectivas y no hizo falta una nueva dilapidación de reservas internacionales o de dólares prestados por el FMI.
De esta manera el Gobierno consigue tranquilidad y espera llegar de la mejor manera a las elecciones. El clima que se vive hoy era impensado hace un par de meses atrás: inflación desacelerando y dólar tranquilo. Tanto Macri como el FMI se habían preparado para liquidar divisas a diario para llegar con vida a octubre, pero, por ahora, los próximos meses parece que serán algo más tranquilo.
Pero es Argentina y todo puede pasar.