Durante los 12 años del kirchnerismo se fomentó una interpretación mentirosa del pasado. Una visión sobre la década del setenta absolutamente sesgada donde supuestamente el terrorismo de Estado comenzó el 24 de marzo de 1976, con una dictadura que persiguió a una generación idealista y democrática. Ante el dogma políticamente correcto que se impuso desde el Estado, las únicas voces disidentes fueron las que, directamente, defendieron lo indefendible del accionar de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión. Lamentablemente no hubo respeto histórico y miradas objetivas en la Argentina reciente para estudiar el último medio siglo.
El gobierno de Mauricio Macri era una oportunidad para corregir el rumbo. No para ir contra la visión K y defender el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, sino para decir las cosas como fueron. No hubo coraje. En la oposición, el kirchnerismo se aferró al dogma de los 30 mil desaparecidos y el macrismo acató culposo todo el tiempo. Una muestra de esta actitud cobarde fue la situación que vivió el diputado provincial Guillermo Castello (ya alejado del macrismo), único votante en contra de los proyectos que fomentaban la falsa historia oficial.
Ahora, con el pecho inflado y a punto de ganar las elecciones por paliza dentro del Frente de Todos, el kirchnerismo más radical quiere volver con todo. El referente del grupo de intelectuales de Carta Abierta, Horacio González, propone una nueva etapa para el próximo relato oficial. Ya no la visión edulcorada de los jóvenes idealistas masacrados por la dictadura, que solamente buscaban un país más igualitario. González ahora reconoce que hubo una guerrilla, pero quiere “reescribir la historia”. Para uno de los ideólogos preferidos de Cristina, el país debe “tener una valoración positiva de la guerrilla de la década del setenta”. El escritor propuso incluso que se deje atrás la creencia que ve la posibilidad de levantarse en armas como algo “desviado, peligroso e inaceptable”.
Aunque esta nueva versión de Carta Abierta es más honesta que la anterior, las palabras de González son alarmantes.
El macrismo, que no sale del golpe de KO que recibió el 11 de agosto, ahora se acuerda tarde de responder al discurso setentista del kirchnerismo. Ya sin más margen para continuar con el discurso insulso de los últimos años, y con el temor de perder algún voto a manos del exmilitar Juan José Gómez Centurión, el secretario de Cultura salió a decir lo que tendrían que haber dicho hace mucho tiempo. Para Pablo Avelluto, es muy “dificil” encontrar valoraciones positivas de las organizaciones armadas. El funcionario de Macri advirtió que las declaraciones de González son “graves” y que la mayoría de los argentinos “se opone a justificar la lucha armada como algo que pueda ser considerado perdonable”.
Las palabras del funcionario de gobierno fueron medidas, justas y nadie en su sano juicio podría tildarlas de fascistas o de reivindicadoras de Videla y compañía. Pero llegan tarde. En estos cuatro años de mandato en la Nación y doce en la Ciudad de Buenos Aires, el macrismo aceptó sin chistar la visión kirchnerista de la historia. El electorado ya castigó al presidente en las urnas y ahora volverá un peronismo prácticamente hegemónico.
Es evidente que el progresismo sobreactuado del macrismo no lo llevó a ningún lado: no pudo jamás seducir a la izquierda y los votantes naturales se distanciaron del espacio. Para Macri y compañía ya es tarde. Al menos que sirva de lección para los que tengan en sus manos la próxima oportunidad de corregir el rumbo de Argentina.