La interferencia política de los gobiernos en los asuntos de otros países ni se terminó en el mundo bipolar de la guerra fría ni es usual solamente en el campo de la izquierda. Lamentablemente, cada vez es más común que diversos mandatarios se expresen con demasiado énfasis sobre los asuntos electorales extranjeros.
Argentina, luego del bochorno de la política exterior del kirchnerismo, mantuvo -aunque en menor medida- estos vicios. Como ejemplo basta recordar la actitud de la excanciller Susana Malcorra (primera ministra de Relaciones Exteriores de Macri) que se manifestó en favor de Hillary Clinton y en contra de Donald Trump. De manera insólita, la exfuncionaria insistió con su preferencia hasta después de las elecciones en los Estados Unidos.
Ya hace tiempo que Jair Bolsonaro no deja pasar oportunidad para apoyar enfáticamente al actual presidente argentino. Puede que en la jornada de hoy, el presidente de Brasil haya ido un poco más lejos que lo de costumbre, ya que se manfiestó en favor de “hacer algo” para que Macri gane las elecciones. Ante la presencia de los más importantes empresarios de Brasil en el Foro de Inversores 2019, Bolsonaro llamó a la acción directa con respecto a las elecciones argentinas: “Tenemos que hacer algo para evitar que vuelva el pasado”, señaló.
Lo curioso de todo esto es que el presidente de Brasil traza un paralelismo con su par argentino, donde supuestamente ambos representan el mismo proyecto político ideológico. A simple vista, esto queda en evidencia que es falso. Bolsonaro lo sabe. Pero igualmente defiende a un Macri que no existe, pero que le conviene.
Uno puede estar de acuerdo o no con las políticas implementadas en Brasil (lo cierto es que mal no le va) pero resulta imposible hacer una analogía con el proyecto político (incluso cultural y discursivo) de ambos espacios. La claridad de concepto, las reformas y el rumbo político que Bolsonaro está llevando a cabo no tiene correlato alguno en Argentina. Mientras que el presidente de Brasil baja impuestos, fomenta desregulaciones y tiene un claro discurso antisocialista, su socio argentino hace todo lo contrario. Mauricio Macri no solamente evitó cualquier tipo de reforma de fondo, sino que se negó a tener un relato político conceptual diferente al que desarrolló el kirchnerismo. Durante estos cuatro años, además de mantener un Estado descomunal y deficitario, Macri permaneció con el discurso “políticamente correcto”, mostrando un progresismo sobreactuado.
Pero aunque ambas gestiones no hayan tenido nada que ver, Bolsonaro insiste en defender a un Macri liberal y reformista, que solo existe en su cabeza. Pero esta defensa de su par imaginario tiene poco que ver con las virtudes o defectos del presidente argentino respecto a su política doméstica y mucho con la relación de Brasil.
Aunque Alberto Fernández se haya mostrado moderado (y aunque un eventual gobierno suyo sea diferente a lo que fueron los de su compañera de fórmula) lo cierto es que en política internacional tiene un alineamiento con la izquierda. Cabe destacar que aunque ya hayan habído chispazos entre el chavismo y el mismo Fernández, el compañero de fórmula de Cristina Kirchner mantiene una relación muy cercana con Lula y con Evo Morales. Incluso visitó a ambos dirigentes recientemente, a uno en su palacio presidencial y al otro en la cárcel.
Aunque no se perciba un rumbo “bolivariano” en un posible gobierno del dirigente peronista, es claro que Alberto se siente más cómodo con Evo y Lula que con otros pares más tirados a una centro derecha.
Es válido y lógico que Bolsonaro tenga su preferencia para las elecciones del 27 de octubre, pero lo cierto es que poco tiene que ver esto con sus buenos deseos para la Argentina. Lo real es que el jefe de Estado de Brasil está buscando evitar a toda costa un gobierno aliado de su principal opositor político, ahora en prisión por hechos de corrupción. Mientras tanto en Argentina sigue haciendo falta el Mauricio Macri…no el que preside el país, sino el que comenta Bolsonaro.