La foto de la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso argentino pintaba ayer de cuerpo entero la problemática nacional: un pasado que no se supera y un futuro que no hace otra cosa que buscar las recetas en el cajón de las medidas fracasadas en decenas de oportunidades.
El refrito del primer kirchnerismo, ya sin Néstor, con Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner parece no poder mostrar la sustentabilidad política de aquel proceso político iniciado en 2003. Las razones son varias: falta la figura de liderazgo que contenga a los distintos espacios, las diferencias de agenda, ambiciones y necesidades de los miembros de la coalición y, por sobre todas las cosas, la situación económica no tiene nada que ver con la que atravesaba Argentina hace 16 años.
Además de echarle la culpa de todo a Mauricio Macri, el presidente argentino dio algunas definiciones de lo que piensa hacer este año para salir de la grave situación argentina: créditos subsidiados del Banco Nación, mantenimiento del programa absurdo “Precios Cuidados”, continuidad del “congelamiento” de tarifas y regulación de los “precios” del combustible. No hay que ser un adivino para asegurar que si ese es el plan, el año que viene vamos a estar en una situación más complicada que la actual.
El economista Agustín Etchebarne fue uno de los primeros en reaccionar ante el discurso de Fernández y aseguró que el presidente no dijo la verdad con respecto a la cuestión del déficit. Para el director de Libertad y Progreso en los primeros tres meses de gestión se volvió a incrementar el déficit fiscal primario, al contrario de lo que dijo Alberto en su presentación. En la opinión del referente liberal, “lamentablemente, el discurso de Fernández contiene todas las viejas ideas que rigen la decadencia argentina”.
Otro que se expresó de forma crítica fue el excandidato presidencial José Luis Espert. El economista emitió un duro comunicado donde acusó a Fernández de “llevar al país a una nueva frustración”. “La gente no da más de pagar impuestos. Hay que bajar el gasto público reogranizando provincias y municipios. No dijo nada de la necesaria apertura económica, para que la gente pague por lo que consume y no la locura que paga para desarrollar una industria trucha como la que tenemos”.
Recientemente, el presidente manifestó que no pensaba hacer pública la estrategia de la negociación de la deuda, ya que eso sería “mostrar las cartas”. Lo cierto es que, dadas las críticas que realizó durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, podemos llegar a la conclusión de que el mandatario actual sabe que este plan no tiene futuro y que de permanecer en la misma dirección el único destino es el colapso. Por el bien de Argentina, lo mejor que podría pasar es que Fernández haya mentido. Mentido impune y descaradamente.
Habrá que esperar. Por ahora lo único que dejó en claro es que este año el país se volverá a partir al dos con el nuevo debate por la despenalización del aborto. Si hay un plan económico para llevar a cabo mientras nos estemos matando una vez más entre “celestes” y “verdes” lo veremos en el transcurso del año.