La analogía entre Argentina y Venezuela es permanente. Los críticos del kirchnerismo advierten a diario que, de seguir en esta dirección, el país terminará sufriendo una tragedia semejante a la que viven nuestros hermanos a mano del chavismo. Pero para que este desastre se materialice hace falta una cuestión importante: que el “vamos por todo” de Cristina y sus partidarios tenga la recepción suficiente para un operativo exitoso.
Una de las cuestiones que determinaron la salida del peronismo del poder en 2015 fue el intento de reforma constitucional. Cuando los voceros K propusieron la iniciativa en los medios de comunicación (ni siquiera se llegó a una discusión formal en el Congreso ni se llamó a una constituyente) el país salió a la calle. Millones de personas le dijeron a CFK que la Constitución “no se toca” y el proyecto quedó archivado. Luego llegó la elección de la fórmula del delfín Scioli y el comisario político Zannini, que cayó ante la propuesta del macrismo que tuvo (y dilapidó) su oportunidad hasta el año pasado.
El apuro de blanquear la iniciativa de reformar la Carta Magna, que no tenía ninguna aceptación mayoritaria, terminó con la primera etapa del kirchnerismo. Aunque prometieron que volvían “mejores” con el supuestamente moderado Alberto Fernández, ahora vuelven a dispararse en el pie. Afortunadamente para nosotros (y desafortunadamente para ellos) no aprendieron la lección que dejó Hugo Chávez, supuesta referencia moral del kirchnerismo.
Aunque muchos venezolanos advirtieron desde el primer día el engaño del dictador fallecido, el chavismo se dedicó a llenar la pileta de agua antes de tirarse del trampolín. Hizo su movimiento en el ejército, en la justicia electoral y ocupó los espacios para quemar a la rana en una olla que pasó del agua fría a una temperatura tibia y luego hervir en caliente. Lamentablemente el proceso fue rápido y cuando los incautos se dieron cuenta de la trampa ya era demasiado tarde. La dictadura había roto todas las instituciones democráticas y republicanas y estaba firme para quedarse.
Argentina, que debemos reconocer que es un desastre, afortunadamente muestra resistencia para batallar con los errores que nosotros mismos cometemos. El fracasado intento de estatización de la empresa Vicentin tendría que haber sido una lección para un Gobierno, que piensa que tiene más cuerda para tirar de la que hay. Esta tarde se mandaron otra que ya se les está viniendo en contra.
El youtuber y periodista de Córdoba “El Presto” fue detenido hoy, luego de una presentación judicial del equipo de abogados de la vicepresidente. Desde sus redes sociales, Eduardo Prestofelippo había dicho que Kirchner será víctima del estallido social que podría venirse en el país. “No vas a salir viva”, le dijo a Cristina en su cuenta de Twitter. Aunque aclaró luego que no se trató de una amenaza y que se refería a “viva políticamente”, la denuncia ya estaba cursada. Hoy la policía se presentó con una orden judicial y no solo lo detuvieron, sino que le incautaron su teléfono celular y su computadora.
Definitivamente el trato y la medida pareció ser acorde a la de un operativo policial contra un terrorista, sospechado de volar un objetivo en cualquier momento. Una citación para una aclaración formal en la justicia, de necesitarse, parecería algo más acorde en lugar de esta locura. Pero además de hacerle un favor al Presto, ya que seguramente logrará capitalizar merecidamente su detención (hoy llegó a todos los medios nacionales), el kirchnerismo dejó en evidencia dos cosas. Que usa el Estado como policía política y que se volverá a suicidar como en 2015. La detención del comunicador generó una indignación total, por lo que la vicepresidente ya se habrá dado cuenta que cometió un error de impulsiva. La bronca generalizada pareciera no ser más que otro poco de leña al fuego en contra de los intereses de un Gobierno que se cae a pedazos. Para cuando termine el día, Cristina estará mas dañada ante la opinión pública que cuando se despertó esta mañana.
Siguiendo la analogía con Chávez, se están tirando de clavado a una pileta con poca agua y se van a partir la cabeza. Dadas las circunstancias actuales, este cronista deja en claro que el comentario es puramente simbólico y que la referencia a la cabeza partida no es otra cosa que la representación de la pérdida del poder, en los tiempos que la Constitución (que no podrán reformar) indica.
Mientras tanto, a la Argentina decente le toca resistir. Cuidar las palabras en las redes sociales para evitar situaciones como esta (sin dejar de expresar lo que sentimos) y resistir. Nunca hay que interrumpir al enemigo cuando se equivoca… y ellos se están equivocando muy feo.