No hay ninguna duda que el presidente de los Estados Unidos (EE.UU.) Donald Trump es un individuo controversial, fuera de lo común y nada ordinario. Su personalidad denota su inexperiencia política al ser una persona que en la mayor parte de las ocasiones, dice lo que piensa y opina de acuerdo a su propio criterio. Sabemos que es populista pero yo me atrevería a decir que es un populista sincere, ya que a diferencia del populista tradicional el hombre sí se cree de manera genuina el mensaje que lleva a la ciudadanía. Eso para mí, por más en desacuerdo que pueda estar con varias partes de su doctrina, vale más que el criterio de casi todos los políticos combinados.
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El estilo de Trump, no voy a negar que me gusta, porque honestamente estoy cansado del político tradicional hipócrita que dice lo que la gente quiere escuchar, prefiero el político que diga lo que no quiero escuchar al que dice lo que quiero oír, simplemente para que le dé mi voto ya que ese oportunismo es el que ha hecho que la democracia sea un sistema de gobierno tan corruptible e imperfecto.
Trump no esconde sus ideales, no esconde su opinión y nos deja claro que nos agrade o no, esa es su manera de pensar y nadie lo hace cambiar de opinión. Eso es lo que evidencia que en la Casa Blanca en este momento no reside un político sino un ciudadano que aunque nos supere en miles de millones de dólares en capital económico, es un simple ser humano como usted y como yo.
Personalmente no me agradan muchas de sus políticas, otras las apoyo porque al igual que soy una persona con unas creencias y unos ideales, entiendo que la vida no se puede vivir sin cierto pragmatismo porque sino la vida sería muy fácil. Al igual que tengo unas doctrinas, también como persona pragmática, entiendo que en la vida hay que ser realista. La única manera de alcanzar las metas en la vida es siempre teniendo en cuenta que la vida tiene sus realidades nos guste o no.
Por ejemplo, soy una persona que cree en la inmigración y cree en la libertad que deben tener los individuos para moverse por el mundo, pero también conozco la realidad que una nación debe mantener a su ciudadanía segura. Soy consciente que una de las razones por la que los Estados Unidos tienen tantos enemigos en el exterior es debido a la manera en la que ha dirigido su política exterior, especialmente durante los últimos 16 años bajo las administraciones de los presidentes George W. Bush y Barack Obama, pero como pragmático entiendo que los enemigos de la nación son una realidad y como realista entiendo que esos enemigos son un tipo de enemigo que busca hacer daño atacando a la población civil a través del terrorismo. Por ende, si ese enemigo sabemos que es una realidad pues hay que combatirlo de alguna manera.
Donald Trump ha sido un individuo que desde que anunció su candidatura, ha sido claro que el Establblishment no lo respalda. El mismo Establishment del cual en su momento formó parte como donante de campañas políticas, hoy busca desestabilizar su administración. Todo esto me ha puesto a pensar y cuando vi las publicaciones de Julian Assange por Twitter de hace unos días, me dije a mi mismo que tenía que escribir esta columna.
Todos sabemos que Julian Assange y su famoso medio Wikileaks, a diferencia de los políticos y los medios de comunicación tradicionales, tienen un alto record de credibilidad y veracidad, siempre teniendo cuidado en no alegar algo de lo cual no tenga pruebas aunque lo que alegue luego sea ferozmente negado por los políticos y los mismos medios de comunicación tradicionales.
En sus publicaciones, Assange alega que Hillary Clinton alegó en privado este mes que está presionando silenciosamente por una toma del poder por parte del Vicepresidente Michael Pence por que según ella, Pence es “predecible y por lo tanto derrotable”.
Luego en otra publicación el mismo día, Assange escribe que dos oficiales de inteligencia cercanos al vicepresidente, alegaron que están planificando una toma del poder por parte de Pence pero en ningún momento, Assange indica que Pence está enterado de esta supuesta conspiración golpista.
Lo interesante y curioso de todo esto es que el pasado 23 de noviembre ya Trump siendo Presidente-Electo, el llamado comentarista politico Keith Olbermann, quien en realidad es un brillante propagandista del Partido Demócrata, presentó la posibilidad realista de que si el Vicepresidente Pence desea reemplazar a Trump, lo único que necesita es que más de la mitad del gabinete presidencial lo apoye y también contar con el apoyo del Speaker Paul Ryan (quien es el tercero en la línea de sucesión). Olbermann especificó que si eso ocurre, sería un acuerdo hecho gracias a una oscura provisión de la Constitución que nunca se ha utilizado.
Ya desde antes de la inauguración de Trump, ya en los medios tradicionales se estaba hablando sobre el hecho de que Trump no logre completar su término.
Olbermann con su programa de televisión logró llegar con su mensaje a una audiencia mucho más amplia, incluyendo espectadores que votaron por Trump en las elecciones. La habilidad con la que abrió la presentación de su caso, es sumamente notable, porque allí prácticamente está invitando a los electores que votaron por la fórmula Trump-Pence a que ahora solamente apoyen a Pence. Con eso el Partido Demócrata, los neoconservadores del Partido Republicano y el Establishment, establecen las bases para un posible golpe silencioso.
Todos los que seguimos y analizamos la política estadounidense, sabemos que el Speaker Paul Ryan y el Vicepresidente Pence se admiran mucho mutuamente, desde los tiempos en los que Pence era miembro del Congreso. Para Ryan, un hipotético Presidente Pence sería espectacular. Prácticamente tener a Pence en la presidencia sería similar a tener a Ryan.
No cabe duda que Trump y Ryan han tenido luchas de poder que al parecer, es Ryan quien las ha ido ganando cuando el pasado siete de marzo, Trump dijo estar “orgulloso” del plan de salud que propone la mayoría republicana de la Cámara de Representantes para reemplazar el fatídico Obamacare. Dicho plan de la mayoría republicanos, quien lo propone es el mismo Paul Ryan. Trump con esas expresiones, expresa que sabe que no ve ninguna manera de una reforma de salud de su autoría sea aprobada en este Congreso de mayoría republicana. El enfoque que Trump ha tomado en estas últimas semanas ha sido la de apoyar a los neoconservadores y al Establishment del Partido Republicano.
De la misma manera que ha intentado sobrevivir al embate de la cúpula del Partido Republicano, inclinándose al apoyar a los neoconservadores, ha intentado sobrevivir al embate del Establishment y de Wall Street (quienes se inclinaron por Hillary en las elecciones) al nombrar multimillonarios y miembros del Establishment en su gabinete.
Pero no está funcionando. La dificultad de Trump de conseguir el apoyo del Establishment continuó aun después de las elecciones. Y por consiguiente, las apuestas que será derrocado antes de que expire su término, cada vez se hicieron más fuertes, incluso el pasado 19 de enero, un día antes de su inauguración, cuando el diario británico, Independent, publicó un artículo de que en América “crecen las apuestas a que Trump fracasará en completar su término”. Eso no es normal, aunque sabemos que muy pocas sobre Trump son normales pero su fracaso en ganarse al Establishment y a los neoconservadores encienden la alerta roja.
Obviamente cuando hablamos de apuestas no me refiero a apuestas de casino sino a la influencia y a la presión tras bastidores que se dice que el Establishment está llevando a cabo para derrocar al Presidente Trump con un golpe de estado en silencio, ya sea a través del Speaker Ryan, de un posible juicio político o un caos que lo presione y lo obligue a renunciar.
Tal parece que no importa que tanto el Presidente Trump intente gobernar junto a su Vicepresidente Mike Pence y el Speaker Paul Ryan, nada está funcionando en ganarse al Establsihment y solo el pueblo es quien puede ayudarlo a derrotar al Establishment como lo ayudaron a hacerlo en las elecciones de noviembre.