El mayor producto de exportación en Cuba no cotiza en la bolsa. Se trata de la propaganda ideológica. El régimen no solo exporta médicos —agotando los recursos locales, limitando las posibilidades del pueblo a una salud digna—, sino que además importa estudiantes para perpetuar la falsedad del éxito de la salud cubana en el extranjero de su financiación estatal.
Dada la ventaja ideológica que representan estos jóvenes, tienen un estatus preferencial en la sociedad. Se van del régimen ideologizados y convertidos en embajadores vitalicios del engaño en el cual vivimos. Creyendo que es gratis, pues no lo pagan ellos. Lo pagamos los cubanos, tanto los que trabajamos en la isla, como las remesas que envían quienes han podido huir. Eso, sumado a la industria del turismo administrada por el régimen a través de las fuerzas armadas, es decir, los mismos que reprimen a quien se atreva a denunciar los excesos de un sistema que todo lo da a cambio de poder arrebatarlo.
Desde hace algún tiempo me rondaba en la cabeza alertar sobre esta problemática, pero reconozco que asumí una postura conservadora. Pensé que se trataba de casos aislados, hasta que por ironías de la vida me afectó muy de cerca. Les comento, el comportamiento de los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) está generando cada vez más incomodidad entre los cubanos, particularmente un grupo de estudiantes de Angola. La conducta va ligada al consumo de alcohol que sucede no solo fines de semana, sino todos los días. Esto resulta contradictorio cuando se supone que deben ser un ejemplo de buena salud.
Hay que abordar la ruta 420, como lo hago diariamente por ser la única alternativa que tengo para salir y regresar a casa, para apreciar las indisciplinas de estos jóvenes futuros galenos africanos. Este ómnibus sale del paradero del municipio Playa hasta la localidad de Baracoa en el mismo municipio, pero antes pasa por la ELAM.
Es lógico que como jóvenes quieran divertirse, pero que lo hagan de manera civilizada, respetuosa y sin molestar a las demás personas. Se muestran provocativos violando las más elementales normas de educación y respeto, tanto mujeres como hombres dejan mucho que desear.
Se pueden ver también en las rutas que transitan por la avenida de Boyeros.
Recientemente en el barrio de Miramar se produjo un altercado. Ocurrió en la 5ta avenida y calle 88.
Es una tradición que los jóvenes que habitan ese barrio se reúnan los fines de semana en el paseo de esta avenida para conversar y distraerse. Pues bien, el hecho es que hace una semana un grupo de 5 jóvenes se encontraban sentados en los bancos del paseo de esta atractiva avenida cuando un grupo de angolanos ebrios pasó junto a estos jóvenes y sin motivo alguno comenzaron a provocarlos.
De nada sirvió que estos jóvenes decentes, para evitar problemas, optaran por marcharse del lugar. Uno de los angolanos, al ver la indiferencia, agredió a uno de ellos y este, como es lógico, le respondió la agresión, los otros jóvenes del barrio optaron por aplacar la reyerta cuando apareció un carro patrullero.
De nada sirvió la explicación que dieran los jóvenes cubanos, todos, cuatro en total, fueron esposados y llevados en calidad de detenidos para la estación policial de Siboney, en el municipio Playa.
¨Los angolanos no fueron detenidos, qué injusticia, nos esposaron y de nada valió nuestras súplicas. Nos mantuvieron en la estación hasta las 5:00 de la mañana, hora en que nos soltaron. A mis amigos les pusieron una multa de 20 pesos y como yo no estuve de acuerdo con tal injusticia, me negué a firmarla y por esa razón, me multaron finalmente con 80 pesos¨.
Esto muestra el desprecio que sienten los gobernantes cubanos hacia su pueblo, lo cual, sin lugar a dudas, los pone en un estado de indefensión y empoderan a los delincuentes estudiantes de medicina dándole impunidad a sus indisciplinas y provocaciones.
“No voy a pagar la multa”, me dice Luis Enrique, “es una injusticia”. Realmente me preocupó mucho esa decisión del joven por las consecuencias que esto le puede acarrear, pero me hizo recordar mi adolescencia, cuando fui detenido y multado muchas veces por el solo hecho de reunirme con amigos para escuchar música rock, un delito por aquellos tiempos.
Estoy de acuerdo contigo, le dije, pues si la pagas te estás haciendo cómplice de la injusticia. Preocupado y temeroso, le di un beso y me marché, pero me marché orgulloso, pues ese joven rebelde a la injusticia, es mi hijo.
Como verán, uno de los grandes perjuicios y prejuicios del socialismo es la anulación del individuo y de la presunción de inocencia, pues no reconoce los derechos individuales. Pertenecemos a colectivos. Los estudiantes extranjeros están en una categoría protegida, por encima de la ley. Los estudiantes cubanos, en cambio, por debajo. No importa el comportamiento de cada cual, importa la ventaja que puede sacar el régimen, que categoriza y privilegia, quebrando así la igualdad ante la ley.
Así que como padre, ciudadano y hombre que alguna vez fue un joven como él y como ellos, denuncio y culpo al Gobierno cubano por los problemas futuros que este sistema eleva a quienes usa como herramientas de su Estado de propaganda y degrada a los jóvenes cubanos a una categoría inferior y por debajo de la justicia.
Muchas gracias.