En una república, al menos en su concepción teórica, existe una división de poderes para que ninguno predomine sobre otro. Esto en Cuba está ausente hasta más de medio siglo.
La justicia, lejos de ser independiente, es obediente a las órdenes del ejecutivo. Entonces, si hay irregularidades en cualquiera de los poderes, no hay a quién ni dónde reclamar.
Tanto es así, que pueden detener arbitrariamente a un ciudadano —sin prueba alguna— y cuando sus familiares van de visita al precinto existe el riesgo que salgan brutalmente golpeados por el mero hecho de mostrar su afecto a un ser querido.
Así sucedió con los hermanos Zapata. El día 21 de enero, policías detuvieron al joven Lázaro Zapata en la estación policial de San Agustín, por el presunto delito de robo con fuerzas.
Inmediatamente, su madre y hermano mayor Lekiam Zapata acudieron a dicha estación policial para recibir información sobre el caso.
Día tras día, volvían y no tenían novedades.
El tercer día, el 24 de enero, el hermano y la madre del detenido vieron las condiciones precarias en la que se encontraba el joven y corrieron a besarlo, como consuelo.
Pero en un régimen como el Castrista, durante y después de una detención la reacción de la policía frente al afecto de los familiares fue golpear brutalmente al hermano del detenido.
Hoy por hoy, José Lázaro fue puesto en libertad por falta de pruebas y su hermano Lekiam sigue convaleciente por la golpiza propinada por los agentes policiales.
No es un caso aislado. Apenas esta mañana, fue golpeado el libertario cubano Manuel Velásquez Licea que pasó nueve meses en prisión junto a Ubaldo Herrera —quien permanece preso— acusados de “atentado” y el delito de desacato.
Pues en un régimen así, estudiar ideas que no son inculcadas en los centros de adoctrinamiento, implica un peligro para el régimen y ambos detenidos concurrían a una biblioteca dotada de contenidos libertarios, lo contrario a la doctrina del régimen que inculca el sometimiento.
Los cubanos se encuentran en un estado de indefensión total. Bajo el comunismo, no existe el respeto por la propiedad y eso empieza con la auto-propiedad, ser dueño de uno mismo, de nuestros cuerpos e ideas, cosa que en Cuba —al no obedecer— implica un peligro equiparable al de un atentado, pues pensar por uno mismo, desobedecer, es tan peligroso como el terrorismo.
No tenemos dónde, si tanto la policía, la fiscalía, los peritos y hasta los tribunales son una misma cosa.
Lo digo yo, abogado, impedido de ejercer mi profesión por el mero hecho de ser opositor, apenas días después de la última detención por expresarme en un país donde hasta las opiniones deben ser autorizadas.