Gran parte del pueblo de Cuba alberga la esperanza que con el nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel, las cosas mejorarán. Por eso ven con buenos ojos los arrestos actuales contra comerciantes en la isla.
A pesar de haber vivido sesenta años la amarga experiencia de una dictadura, muchos conciben que perseguir a quienes producen dinero es un acto de justicia. Lo que no ven es que esos mismos vendedores son la continuidad del sistema imperante, de aprovechamiento causado por la escasez.
Resulta ser, que el gobierno cubano se ha volcado a las calles agenciándose para ello de cuerpos de inspectores, fiscales y como es lógico, para encadenar la calma, de miembros de la policía nacional con la finalidad, según ellos, de acabar con los corruptos e inescrupulosos administradores y dependientes de puntos de ventas a la población.
Recientemente el blanco de la cruzada fueron los rastros del municipio de La Lisa, así se les llaman a los puntos de ventas de materiales de construcción.
Los cuatro rastros que existen en el municipio La Lisa fueron tomados simultáneamente por efectivos de la policía nacional, fiscales e inspectores al servicio del régimen, llevándose detenidos a casi la totalidad de los que allí trabajaban.
Alteraciones de precios, reducción del peso de los productos, adulteración y pésima calidad de los mismos, son unas de las calamidades, entre muchas otras, que forman parte del diario acontecer de los cubanos y que indudablemente desangra más aún la economía del pueblo.
Pero lo que más me preocupa y angustia es el hecho de que el pueblo recibió con gran agrado la noticia, emitida por el noticiero nacional de televisión, que daba a conocer que muchos de estos corruptos cubanos “enemigos del pueblo”, ya habían sido presentados antes los tribunales.
“Ahora sí que las cosas van a coger el camino correcto”, es el comentario que más se hace escuchar en las calles y en las tertulias familiares, ¡qué barbaridad!
En lugar de propiciar las condiciones adecuadas para un comercio libre, se persigue a quienes se las ingenian -de manera reprochable a menudo (eso no se niega)- para llevar pan a la mesa.
No hay producción, lo que hay es distribución de lo existente, de lo que la revolución permite.
Los dictadores cubanos conocen muy bien el estado de ánimo del pueblo, y cuando perciben que está en riesgo la calma, optan por este tipo de medidas que sólo ante los ojos de un pueblo espiritualmente esclavizado e inculto, parecen ser la salvación.
Son incontables las operaciones de este tipo que el gobierno cubano ha arremetido contra el pueblo. Me viene a la mente ahora, yo siendo un chiquillo, la denominada “Operación Maceta”, donde miles de cubanos fueron condenados a largas penas de privacion de libertad por generar dinero utilizando sus facultades y creatividad, para salir de la miseria que este gobierno le ha impuesto a millones de seres humanos.
El pueblo de Cuba tiene que comprender de una vez y por todas, que de sus gobernantes no puede esperar nada bueno, pues su único interés, ha sido, es, y será, perpetuarse en el poder como lo han hecho por sesenta años, para así asegurarse una vida ostentosa a costa del sudor y las lágrimas de todo un pueblo.
El pueblo cubano debe acabar de comprender que la solución a todos sus problemas está en el reconocimiento de la propiedad privada a todos por igual, pues esta es la madre de todas las libertades, y en Cuba es un privilegio exclusivo de la más selecta élite gobernante.
Mientras la propiedad privada siga siendo un privilegio de los dictadores, los ciudadanos solo recibirán humillantes migajas, mientras que el progreso y la felicidad, fin último de todo ser humano, seguirían mutilados.
Cuando el pueblo cubano haga consciencia que cada ser humano es dueño de su cuerpo, y en consecuencia de sus pensamientos, de su creación, del producto de su trabajo, y que nadie, absolutamente nadie, tiene derecho de usurpar y agredir, entonces y sólo entonces, comenzarán a destrozarse las cadenas de su esclavitud.
El pueblo cubano debe comprender de una vez y por todas, que es el socialismo en sí generador de inmoralidad, miseria y esclavitud. Contra eso es que debemos dirigir nuestros esfuerzos y energías.
Pues la corrupción está a la orden del día y hay miles de cubanos olvidados en las cárceles por el sólo hecho de luchar por la subsistencia.
Sigo pensando cada vez con más énfasis, que una de las necesidades urgentes del pueblo de Cuba para alcanzar su verdadera emancipación, sin lugar a dudas, es la del conocimiento, la del conocimiento del fundamento de la libertad y eso muy bien lo saben sus gobernantes.
Para impedirlo, recurren a los más crueles métodos, como lo hicieron a principios de éste año, contra un grupo de cuatro ciudadanos pacíficos organizados en un movimiento cívico, el movimiento anarcocapitalista de Cuba. En la provincia de Camagüey pretendían difundir los principios básicos del libertarismo, es decir de un Estado limitado y la libertad de mercado, o contrario a la realidad cubana.
A pesar de tantas angustias, siento infinita satisfacción por haber sido uno de ellos.
Sirva esto de experiencia para todos los pueblos del mundo, presentes y futuros, el bienestar no se logra reprimiendo al que produce dinero sino con menos intromisión, así ni los comerciantes ni los consumidores dan ni reciben migajas.