Corre la premisa de que el legado de Hugo Chávez ha sido traicionado. Aquella afirmación que trata de condonar el origen ideológico de la crisis y que indulta al gran responsable; al primer tirano.
Maduro ha anunciado la creación de una Asamblea Constituyente Comunal. Una versión retorcida y peligrosa de aquel mecanismo que ofrece la Constitución de 1999 para redactar otra Carta Magna.
La Constitución de 1999 fue, en su momento, el gran —pero pírrico— logro de Hugo Chávez. Fue el preludio de la instauración del régimen dictatorial. Aquel gran paso que pudo dar el primer tirano para empezar a consolidar la Revolución Bolivariana.
Luego, en 2007, quiso avanzar. Ese año Hugo Chávez propuso reformar su propia Constitución. Quería cambiar 69 artículos del texto, pero no pudo en ese momento. No obstante, esto sugiere que la Constitución del 99 solo fue un primer paso que derivaría, luego, en un proceso transitorio.
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Ahora Nicolás Maduro pretende culminar ese proceso. Ese dantesco proyecto iniciado por el autoritario Chávez que ha sucedido, a su vez, en la peor crisis de la historia contemporánea de Venezuela.
Esta Constituyente, como algunos erróneamente esgrimieron, no entierra al chavismo. Tampoco es “parricidio”. Con esta Constituyente ilegal Maduro espera consolidar al régimen chavista.
No presenciamos hoy la liquidación del trágico y criminal legado de Chávez, estamos viendo, en cambio, cómo Maduro ha optado por seguir fortaleciendo el legado del padre político.
Es momento de dejar de condonar e indultar al chavismo. Es hora de dejar de sugerir que el delfín es solo una versión dictatorial y autoritaria del golpista. No. Me señalaron que Hugo Chávez “se legitimaba con elecciones”, y que “este dictador no”. Pero no, el líder de la Revolución solo se aprovechó del respaldo democrático para ir desarrollando la dictadura que hoy padecemos todos los venezolanos.
Hugo Chávez no hubiese hecho algo diferente y, por eso, designó a Maduro —quien también forma parte del legado del primero. Ahora Nicolás solo se desenvuelve, con una exorbitante torpeza, sobre el terreno que le compuso y adornó Chávez.
Hoy vemos a un dictador desesperado, que intenta terminar de consolidar lo que su padre comenzó. Pero no podrá.
No hay forma de que puedan consolidar la dictadura de carácter totalitario que quieren con una sociedad civil despierta y exigiendo libertad. No lograrán nada. Estamos viendo los días más oscuros de la Revolución. Vemos lo peor del chavismo. Su lado más fascista, criminal e incivilizado, pero no hay forma de que logren afianzar algo y lograr estabilidad.
El panorama ha cambiado. Hoy presenciamos a un dictador reaccionando frente a cada muestra de civismo en las calles. La Constituyente es un mecanismo de represión e intimidación que ha respondido a las manifestaciones de la sociedad. Hoy nos hemos impuesto, y debemos seguir imponiendo la agenda. De eso se trata.
Maduro no ha aniquilado el legado de Chávez. En un intento desesperado por someter a una sociedad enardecida ha buscado la forma de terminar el proyecto que inició el primer tirano.
¡Ojalá Maduro estuviese destruyendo el legado de Hugo Chávez! Pero eso nos tocará a nosotros.