Una imagen vale más que mil palabras, y para explicar la complejidad de la crisis en Venezuela circuló a través de las redes sociales una realidad absurda y dolorosa para quienes viven en ese país: ahora los vendedores informales de hamburguesas y perros calientes ofertan sus productos sin carne y sin salchichas; le llaman el menú cubano.
Un puesto de comida rápida ubicado en las afueras de la estación del Metro Bellas Artes en Caracas reflejó, con un cartel, la grave escasez de alimentos que hay en Venezuela y el paupérrimo poder adquisitivo de los venezolanos, pues a falta de la proteína como la carne de hamburguesa y la salchicha, decidió vender solo el pan y los contornos.
Esto no es todo, en el cartel se puede observar que el precio de cada producto es exhorbitante, aún sin proteína. La hamburguesa estaba a 12.000 bolívares (USD $0,24) y el perro caliente a 5.000 Bs. ( USD $0,1).
Tomando en cuenta que el salario mensual de los venezolanos es de USD $2, significa que con el sueldo mínimo solo pueden comprar 8 hamburguesas sin carne al mes; esto, si la inflación no obliga a los comerciantes informales a subir el precio.
En lo que se convirtió #Venezuela
Perro Cubano sin Salchica
Hamburguesa Cubana sin Carne
Tenemos #Default Social! pic.twitter.com/qmpIOh8RzG— GéGé (@GegeRpz) November 10, 2017
Pero la oferta de una hamburguesa sin carne no es solo una simple consecuencia de una realidad que carcome el día a día de los venezolanos, pues en el país suramericano no hay carne ni pollo; los frigoríficos están prácticamente vacíos.
Desde hace un mes se ha acentuado la escasez de carnes en la mayoría de los frigoríficos de Venezuela luego de que el régimen de Nicolás Maduro impusiera una abrupta bajada de precios de casi 50 % en la carne de pollo y de res; ante esta situación los comerciantes decidieron ofrecer solo la carne de cerdo.
Mientras la crisis política se profundiza, la situación humanitaria empeora cada vez más, pues en Venezuela no solo hay que lograr 20 salarios integrales para comprar comida, también hay que buscar el modo de cubrir el resto de las necesidades básicas.
Venezuela cuenta con la mayor inflación del mundo, la cual podría cerrar este año en 1.400 % según estimaciones de la firma Ecoanalítica. Además, el país tiene el salario más bajo de la región: un venezolano recibe USD $2,20 mensuales como sueldo mínimo, mientras los precios de los productos y alimentos básicos se encuentran en bolívares, pero calculados al dólar negro.
La realidad es que solo en septiembre una familia, para comer completo, debía ganar cada día el equivalente a un salario mínimo mensual; y eso, en Venezuela es imposible. En diciembre el gasto en comida podría llegar a ser de 150 dólares en un país donde el ingreso mensual es de el 1,33 % de esa cifra.
El régimen de Nicolás Maduro se enorgullece en afirmar que la economía es supuestamente sólida porque aumenta el salario hasta cuatro veces al año, pero no admite que dicho “aumento” se da en el marco de una economía con la mayor inflación del mundo y con los salarios más bajos de la región.
El economista venezolano Boris Ackerman le dijo al PanAm Post que al no existir un aumento de la productividad, los aumentos serán imperceptibles. “No hay bienes que comprar, hay más dinero en la calle y todo aumenta […] en Venezuela necesitas mucho para comprar poco”, aseguró.
Pero todo empeora cuando el régimen de Maduro se ve sumido en deudas y ha entrado en default por el impago de millones de dólares pendientes tanto con acreedores como con titulares de bonos.
Venezuela cayó en un “incumplimiento restringido” declarado por la agencia calificadora Fitch y en “default selectivo”por Standard & Poor’s; mientras, países como Uruguay y Brasil reclaman también pagos por parte del régimen de Nicolás Maduro.
Mientras el Ejecutivo se ve rodeado de deudas y con obligaciones de pagos pendientes, el pueblo del país suramericano se ve sumido en la miseria y en la necesidad, en muchos casos, de buscar comida en la basura.
En Venezuela la producción de productos básicos cada día es menor, pues las empresas no reciben las divisas suficientes para fabricar los alimentos y medicamentos necesarios para cubrir la demanda nacional.
El Gobierno lleva más de dos meses sin adjudicar divisas a través del sistema de subastas del Banco Central de Venezuela (BCV) a las empresas, y además ahora con tantas deudas y sanciones por parte de Estados Unidos, le es muy difícil conseguir créditos para importar.
La realidad de Venezuela es que el régimen ha destruido toda la riqueza. La producción petrolera se ha reducido en 750.000 barriles menos, lo cual significa que en un año Venezuela deja de percibir USD $15.000 millones, aunado a la destrucción del aparato productivo privado.
Con reservas internacionales de solo USD $9.700 millones, Venezuela debe pagar en lo que resta del año al menos USD $1.470 millones y para 2018 tiene obligaciones por más de USD $8.000 millones.