Países de América deben prepararse ante una “crisis de refugiados” tras una posible estampida migratoria de venezolanos que huyen de una situación sanitaria y humanitaria insostenible.
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como la ONG Amnistía Internacional han advertido que el éxodo de venezolanos se disparó 2.889% solo entre 2012 y 2015, situación que ha empeorado por el alto costo de la vida en el país suramericano.
Cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), revelan que las solicitudes de asilo de venezolanos en todo el mundo llegaron a 34.000 en 2016; cifra que fue superada en 2017 llegado a 39.000.
De acuerdo con Acnur, Estados Unidos, Brasil, Perú, España y México representan los principales destinos de los venezolanos migrantes.
La mayor emigración desde Venezuela se da a través de la frontera con Colombia, donde los venezolanos están tratando de salir como sea.
Sin embargo, el experto y representante de la Universidad de Brasilia y del Observatorio de Migraciones Internacionales, Leonardo Cavalcanti, aseguró que también un gran número de personas ha cruzado la frontera con Brasil, y que aunque la mayoría son jóvenes con alto nivel educativo, “muchos terminan pidiendo dinero en los semáforos”.
El reconocido periodista Andrés Oppenheimer también se refirió al éxodo masivo de venezolanos, lo que calificó como una “crisis migratoria continental” que se agravará.
En su columna publicada en el diario estadounidense El Nuevo Herald, el periodista afirmó que funcionarios estadounidenses y latinoamericanos temen una situación parecida a la de Siria, en la que millones de venezolanos más huirán a otros países latinoamericanos, al igual que refugiados sirios que han “inundado Europa”.
En su columna Oppenheimer hace un llamado a seguir presionando al régimen de Nicolás Maduro con sanciones que permitan un cambio de rumbo en Venezuela, y advierte que de no hacerlo habrá una ” crisis de refugiados mayor a la que ya existe”.
“América Latina debería lo antes posible presionar a Maduro congelando los fondos de funcionarios venezolanos y revocando sus visas y las de sus familiares, hasta que Venezuela permita que las elecciones presidenciales de 2018 se realicen con un tribunal electoral independiente, observadores internacionales creíbles y sin prohibir la participación de líderes opositores”; señala.
Un reportaje del diario español El País revela que más de 2 millones de venezolanos ya abandonaron su tierra desde que el chavismo llegó al poder en 1.999; cifra que coincide con la ofrecida por Oppenheimer en su columna en la que se refiere a Eurasia Group, una consultora de riesgo político que estima que hay 1,2 millones de venezolanos en Colombia, casi 1 millón en Brasil y 600.000 en Panamá.
De acuerdo con el sociólogo Tomás Páez, coordinador de La voz de la diáspora venezolana, “el ritmo de crecimiento de la emigración es tan rápido que es casi imposible mantener los datos actualizados”.
Recientemente se conoció que en Argentina se multiplicaron por 5 las solicitudes de residencia de venezolanos; asímismo sucede en Colombia, donde el Director General de Migración, Christian Krüger Sarmiento, informó que en el último censo registrado han ingresado al país 470 mil ciudadanos venezolanos.
En Chile, por ejemplo también se conoció que la cifra de venezolanos se multiplicó casi 20 veces desde 2013.
En septiembre de 2017, la agencia de migraciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) instó a países de América Latina a acoger a los venezolanos en el exilio que huyen de la crisis política, económica y social.
La agencia pidió que se le otorguen derechos temporales de residencia a los migrantes del país suramericano que buscan calidad de vida fuera de las fronteras de su tierra.
Algunos países como Brasil, Colombia , Perú y Argentina ya han puesto en marcha medidas para permitir a los venezolanos permanecer un tiempo; otros, como Chile, están pensando en hacerlo próximamente.
Y es que las razones de los millones de venezolanos para migrar se profundizan aún más con el paso del tiempo, pues la crisis económica, política y social no ha dejado de empeorar.
Por un lado la oposición de ese país no se encuentra en su mejor momento tras haber sido derrotada en las pasadas elecciones regionales, por lo que los venezolanos han perdido las esperanzas de salir de la dictadura por vía electoral; a esto se suma la elevada e imparable inflación reflejada en la variación diaria de los precios de medicamentos y alimentos siendo casi imposible cubrir las necesidades básicas.
Si una familia necesita al menos 20 salarios mínimos solo para poder comer, hay que imaginar lo difícil que se ha convertido para las generación de jóvenes venezolanos adquirir un carro o un inmueble para idependizarse.
Fuentes: El Estímulo; El Nuevo Herald