En las últimas semanas el régimen de Nicolás Maduro ha protagonizado acciones no solo erradas y de violación constante a los derechos y libertades; sino que además han demostrado una especie de paranoia que deja mucho qué pensar.
O está completamente acorralado, y las acciones son desesperadas, o está tan seguro de su poder y de la silla presidencial que no le importa demostrar que en Venezuela hay una dictadura instalada. En todo caso, Nicolás Maduro pasará a la historia del país suramericano como un dictador, pero muy poco inteligente.
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Nadie sabe lo que va a pasar en el país suramericano, y nadie, ni Nicolás Maduro tiene su futuro asegurado; pero a medida que pasan los días y que actúa irracionalmente va llenando un expediente merecedor de cadena perpetua.
En solo un mes, la dictadura dejó evidencia de ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y desesperadas, inhabilitaciones políticas sin precendentes, anulación de partidos y violación a los derechos civiles plasmados en tratados internacionales. La más reciente actuación “desequilibrada” y paranóica es la detención del abogado Enrique Aristeguieta Gramcko, un duro crítico de la dictadura con 85 años de edad.
¿Qué amenaza puede representar para Maduro el señor Aristeguieta como para que en plena madrugada de este viernes 2 de febrero haya decidido secuestrarlo a través de la policía política?
Pues el dictador debe temerle a los conocimientos del abogado tras su experiencia en derrotar tiranías; esto, porque fue parte de la Junta Patriótica, organización que orquestó en 1958 el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez.
Mi solidaridad con Enrique Aristeguieta Gramcko. Muy débil debe sentirse un gobierno que le teme a un hombre de 85 años.
— César Miguel Rondón (@cmrondon) February 2, 2018
Con esta detención, la dictadura venezolana estaría violando el artículo 231 del Código Orgánico Procesal Penal que prohíbe privar de libertad a las personas mayores de 70 años. O Nicolás Maduro teme ser derrocado, o quiere enviarle un mensaje a su disidencia más férrea representada por la organización #SoyVenezuela encabezada por María Corina Machado a la cual también pertenece Aristeguieta Gramcko.
Pero la detención del señor Aristiguieta es solo una de las más recientes acciones de cobardía de una dictadura que se queda sin ideas.
¿Qué mejor muestra de desespero, de paranoia y de crueldad que la ejecución extrajudicial del capitán Óscar Pérez y su grupo?
El piloto y exfuncionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC), Óscar Pérez, quien se rebeló contra la dictadura en Venezuela, fue abatido con armas de alto calibre y de guerra a pesar de que manifestara su intención de entregarse pacíficamente. A las ejecuciones extrajudiciales de las cuales Venezuela y el mundo fueron testigos “en vivo y directo”; se suman todos los atropellos post mortem dignos de ser condenados en cualquier tribunal internacional.
Óscar Pérez y todo su equipo recibieron por lo menos ocho tiros, incluido uno de gracia en la cabeza. Al ser esto así, quedaron descartados los supuestos de la legítima defensa. Se aplicó una ejecución extrajudicial, según los términos fijados por el Protocolo de Minnesota de la Organización de Naciones Unidas.
A esto se suma la violación a todas las normas del debido proceso, pues no solo los asesinados fueron enterrados sin el permiso de sus familiares al momento y en el lugar que el régimen impuso; sino que además demolió por completo el refugio en donde asesinaron a Pérez para borrar cualquier evidencia.
Por otro lado no se puede dejar de lado el llamado improvisado, apresurado e inconstitucional a unas elecciones presidenciales sin garantías.
Aunque la Constitución de Venezuela establece que las elecciones deben convocarse con seis meses de anticipación, el chavismo a través de la ilegítima Constituyente ordenó que el CNE efectúe los comicios presidenciales en el primer cuatrimestre del año. Con este adelanto de elecciones, el régimen toma desprevenida a la oposición venezolana y empieza a usar todos sus recursos a conveniencia.
Para acudir al llamado electoral el régimen se asegura de “sacar del camino” a los partidos y dirigentes que más le incomodan: anuló la tarjeta opositora de la Mesa de la Unidad (MUD), inhabilitó a presidenciables como Henrique Capriles, y hasta a uno de sus exministros, Miguel Rodríguez Torres. Además de anular partidos políticos como Voluntad Popular de Leopoldo López.
El llamado a elecciones le salió tan mal al régimen, que países de la región como Estados Unidos y demás miembros del Grupo de Lima dejaron claro que no reconocerán los resultados de dichos comicios y por lo tanto a quien salga electo.
Y es que los recientes actos del régimen son tan erráticos e irracionales, que ha sido capaz de engañar y de quedar en ridículo adelante de sus propios “amigos”. El pasado 31 de enero, el representante del régimen en el diálogo con la oposición, Jorge Rodríguez, anunció que se habría llegado a un “preacuerdo”; pero minutos después hasta el presidente de República Dominicana, Danilo Medina, salió a desmentirlo.
No hay mayor evidencia de que el régimen de Nicolás Maduro está completamente acorralado o paranóico, y sobretodo ahora luego de que el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson dejara claro ante el mundo que el gobierno de Donald Trump invierte grandes esfuerzos para que la dictadura venezolana salga del poder.
Cuando algun día caiga el Socialismo chavista, Nicolás Maduro y todo sus funcionarios deberán responder ante la justicia y pagar por cada uno de sus crímenes; mientras tanto siguen llenando un expediente del que nunca podrán escapar, aunque les den asilo en La Habana…