A Jorge Enrique Robledo, el senador colombiano y ahora precandidato presidencial del Polo Democrático, sus críticos lo han llamado ‘doctor no’, apodo que se ganó por su radical oposición a las políticas del gobierno de Juan Manuel Santos y, en su momento, a las de Álvaro Uribe Vélez.
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Muchos colombianos, incluso algunos ajenos a la izquierda, consideran a Robledo un parlamentario sincero y valiente, al que no le tiembla la voz a la hora de denunciar hechos de corrupción o de tomar la vocería de causas sociales. No obstante, resulta sorprendente lo poco que sabemos sobre su pensamiento político. Si bien conocemos a lo que se opone, pocas veces se le oye haciendo propuestas. Ahora que ha revelado sus intenciones de ser presidente, es el momento para sacar a la luz lo que Robledo, al parecer, quiere esconder.
Estas son algunas de las razones por las que, a mi juicio, Jorge Enrique Robledo representa una amenaza para el futuro de los colombianos:
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El esfuerzo deliberado por ocultar su ideología
El senador del Polo ha fundamentado su éxito en criticar, en rechazar una y otra vez las políticas que él considera “neoliberales” o contra los “intereses del pueblo”; parece que evitara plantear abiertamente sus ideas sobre el camino que debería tomar el país. Una estrategia sin duda inteligente en términos electorales, pues sabe Robledo que si los ciudadanos se enteran de que no tiene nada más para ofrecer que un arsenal de consignas anacrónicas e ideas oscurantistas cercanas a la izquierda más fanática, pasaría a la absoluta irrelevancia política.
Sin embargo, es imposible ocultar la realidad: Robledo es un dirigente histórico del MOIR (Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario), una de las facciones más radicales del Polo Democrático, el principal partido de izquierda en Colombia. El MOIR, donde Robledo ha hecho toda su carrera política, nació en los años 60 como un partido marxista-leninista y maoísta, credos de los que el senador y su movimiento nunca se han desligado, a pesar de los horrores que durante el siglo XX se gestaron bajo las sombras de estas ideologías.
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Su admiración por los asesinos de masas
Basta con indagar en la página web del MOIR para descubrir el trasfondo ideológico de Robledo, sus ideas, las que tanto se esmera en ocultar ante los medios de comunicación, salen a la luz en los textos y publicaciones del movimiento que lidera. Promocionan, por ejemplo, un libro, editado por ellos mismos, de apología a Iósif Stalin, el líder de la Unión Soviética responsable de millones de muertes y, según historiadores de diversas corrientes políticas, uno de los peores criminales del siglo XX.
Claro que esta admiración por los asesinos de masas no debería sorprender a nadie que conozca la historia del MOIR, un movimiento que nació para intentar materializar las ideas de Mao Tse Tung en Colombia. Un hombre a quien se le adjudican alrededor de 70 millones de muertes en su propio país, no debido a ningún conflicto bélico, sino por el hambre y la violencia interna que produjo la aplicación de su programa político socialista.
¿Qué ocurriría si, por ejemplo, el grupo político del exprocurador Alejandro Ordóñez, publicara un libro que exalta la figura de Adolf Hitler? La opinión pública, con toda razón, se indignaría y la candidatura de Ordóñez perdería cualquier credibilidad. Por eso sorprende que aunque la página oficial del movimiento del senador Robledo es una plataforma de difusión de las ideas de asesinos, como Stalin y Mao, que tienen en su haber más víctimas que el propio Hitler, pareciera que a nadie le escandaliza. Es como si su condición de “líderes comunistas” los absolviera y elevara por encima del bien y del mal.
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Su odio por la libertad y el comercio
La insistencia de Robledo, casi obsesiva, por denunciar los peligros del “libre comercio” dibuja a un defensor a ultranza del proteccionismo, de un modelo casi autárquico en el que el Estado, es decir los políticos, determinan de manera arbitraria con qué países se puede comerciar y qué productos se pueden transar.
Anhela Robledo una economía cerrada, para supuestamente poder desarrollar el “capitalismo nacional”, un concepto bastante curioso que nada tiene que ver con el verdadero capitalismo que se basa en la libertad.
Pero Robledo no solo se opone al libre comercio sino que, en general, es un enemigo de la libertad. Aunque quiera parecer justo lo contrario, el Senador del PDA lo que anhela es implantar un modelo en el que unos cuantos políticos hacen el papel de sabios y deciden incluso qué vamos a comer o en qué nos vamos a transportar. Y resulta que no, ni Robledo ni nadie, sabe mejor que nosotros mismos si debemos comprar productos nacionales o extranjeros. Así como no sabe, ni tiene derecho a decirnos, si debemos tomar un taxi o un Uber.
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La “nueva democracia” de Robledo
Como es habitual en los comunistas, Robledo deliberadamente utiliza conceptos engañosos, sabe que si habla claro perdería seguidores. Así ocurre con su idea de una “nueva democracia”, un concepto maoísta, que el MOIR defiende a capa y espada.
Robledo lo plantea como la “renovación” de nuestro sistema político, pero no es otra cosa que el paso previo, según Mao Tse Tung, antes de llegar a la dictadura del proletariado, en donde el control ideológico de la sociedad estaría en manos del partido comunista. La “nueva democracia” del Moir y de Robledo, es en realidad un sistema como el que Mao implementó en China, que esconde detrás de una apariencia regeneradora su naturaleza totalitaria.
El Senador Robledo no es ninguna alternativa nueva y refrescante, tiene las mismas ideas trasnochadas que en donde se han aplicado han causado muerte y miseria. Eso sí, Robledo es muy inteligente, sabe que hablar abiertamente de sus verdaderas ideas aseguraría su muerte política, por eso se concentra en decir lo que la gente quiere oír.
Cuidado, porque mientras muchos echan en menos el daño que este tipo de señores pueden hacer, ellos, a punta de mentiras, ya han conquistado a miles.