Hace algunas semanas un nuevo chisme político dio de qué hablar a los colombianos. La esposa del concejal izquierdista Hollman Morris, muy cercano a Gustavo Petro y quien había anunciado que sería candidato a la alcaldía de Bogotá, decidió denunciar en uno de los programas radiales más escuchados del país, que Hollman ni siquiera le da dinero a sus hijos para la alimentación. Aseguró, además, que su situación económica es tan precaria que muchas veces les cortan la electricidad por falta de pago .
Patricia Casas, esposa de Hollman, sostuvo en el programa de Vicky Dávila que el concejal se ha negado en varias oportunidades a responder económicamente por sus hijos, incluyendo gastos de alimentación, escolares y en general del hogar. Reveló, asimismo, que la familia atraviesa un momento tan duro que su hija, en la desesperación, contó la situación en el colegio y la institución decidió a manera de caridad hacerse cargo de los alimentos de la joven.
Casas ha hablado de las constantes y sistemáticas infidelidades de Hollman, así como de sus problemas con las drogas, el alcohol y prostitutas. Para sumarse a las denuncias de la señora Casas, esta semana la periodista María García De la Torre, ha declarado en su columna que ella también fue víctima de Morris. Reveló que hace algunos años el izquierdista la “manoseó” y la besó en la boca a la fuerza, y que después, cuando la mujer se retiraba del lugar, el ahora concejal la paró y la volvió a besar.
Creo que no se equivoca García en denunciar públicamente el abuso de semejante tipejo que, como ella bien dice, no causa más que asco. Pero en lo que sí se equivoca la periodista es en decir que Hollman se comporta como un “hombre de la más rancia derecha patriarcal”. Todo lo contrario, históricamente los líderes de la izquierda presentan un comportamiento muy similar al de Hollman. De hecho, el concejal bien podría salir a decir que él solo intenta seguir los pasos del hombre que más ha inspirado socialistas: Karl Marx.
Es más que evidente que así como no se habla ni se enseña en los centros educativos sobre los muertos y la miseria que el socialismo ha causado, tampoco se habla de bajeza moral ni de la caótica vida familiar de los más importantes socialistas de la historia.
La imagen en extremo desaliñada de Marx que todos conocemos no obedece a una pose intencional de sabio izquierdista, sino a que era prácticamente -y por decisión propia- un mendigo que se mantenía borracho. No le gustaba bañarse, no tenía horario alguno, pasaba días con la misma ropa y era un borracho empedernido. Tenía días enteros de perdición como los que señalan algunos tiene Morris.
Marx y su esposa vivieron mucho tiempo del dinero que los padres de él (y de ella) mandaban a la familia. Siempre estaban llenos de deudas y constantemente recurrían a prestamistas despistados que no conocían su situación. En 1850, el casero los dejó en la calle con cuatro niños y todos los muebles. En ese momento se acogieron a la beneficencia. Su pequeño hijo Guido murió aquel invierno de frío.
A Marx nunca le gustó el trabajo y fue un padre negligente. Prefirió que tres de sus hijos murieran de frío y hambre, antes que ir a trabajar. Estaba muy ocupado en borracheras y en su vida de intelectual bohemio, esa que tanto le gusta a la izquierda. Y de la misma forma en que la esposa de Hollman señala que el concejal le era infiel sin ningún reparo y sin siquiera intentar ocultarlo, Marx mantenía una relación con la criada, a la que embarazó, y luego, como si fuera una esclava, obligó a regalar el niño.
No es cosa desconocida en la izquierda los malos tratos a las mujeres. Por ejemplo, en la Unión Soviética se esperaba que las mujeres tuvieran sexo con cualquier hombre que lo solicitara, de lo contrario eran acusadas de burguesas. Es en el socialismo donde peor se ha tratado a la mujer, ya fuera en la Unión Soviética o en la actual Cuba, las mujeres terminan condenadas a la prostitución.
Estoy convencida de que detrás de las teorías y afiliaciones políticas hay cuestiones morales. Siempre he insistido en que el trasfondo moral de la izquierda se resume en huir a las responsabilidades. Su concepción de libertad no implica asumir las consecuencias de sus actos. Y esa es en gran parte la clave de su éxito propagandístico, van por el mundo diciéndole a la gente que no es culpable de nada de lo que le pasa.
Si usted es pobre, no es culpa suya sino de los ricos. En este contexto, si sus hijos se mueren de hambre no es consecuencia de su pereza sino que es culpa de los millonarios. El alcoholismo y la infidelidad, para ellos, son la consecuencia de un mundo terrible e insoportable que impulsa al ser humano a este tipo de vicios para hacer llevadera la vida. La pereza es para ellos un derecho, así lo declaró uno de los yernos de Marx. Cualquier excusa está permitida en la izquierda, la regla es no asumir la consecuencias. Hollman, por ejemplo, ha dicho que su infidelidad, y sus problemas de alcoholismo y drogadicción, son culpa de Álvaro Uribe Vélez.
La izquierda está llena de ejemplos de perezosos, irresponsables, y maltratadores de mujeres. Además, repito, es en el socialismo donde peor viven las mujeres. Hollman no parece de derecha, todo lo contrario, sigue muy bien las líneas morales de la izquierda.