Murió Dilan Cruz. Es una pena que un joven que tenía toda la vida por delante ya no esté. Lamento lo ocurrido y lamento el difícil momento por el que debe estar pasando su familia. Pero la situación actual del país y las reacciones —de una parte de la sociedad— ante la muerte de este joven me obligan a decir que me duele muchísimo más, hasta las lágrimas, la situación de policías y militares colombianos.
A los héroes del país, a esos que exponen su vida por protegernos, los han abandonado de un lado y del otro.
Los “manifestantes” de las “marchas pacíficas” —esas de las que hacía parte Dilan el día que fue herido—, han incendiado policías, los han atacado con arma blanca, les tiran artefactos explosivos, los muelen a golpes, los persiguen, los humillan…
Pero no solo los ha abandonado esa parte de la sociedad que se vuelve contra ellos con una violencia y un carácter delictivo inexplicables. Sino también el Gobierno, los altos mandos. Cada que convocan a una marcha en Colombia, con impotencia y llena de rabia me pregunto: ¿por qué ponen a policías con un bolillo y un escudo a fingir que defienden edificios y estaciones de bus? ¿Por qué los mandan a poner en riesgo su vida, a ser perseguidos y a recibir agresiones que pueden costarles la vida? ¿Quién cree que cinco policías que ni siquiera tienen armas pueden contener a una turba de terroristas urbanos? Los mandan a dejarse golpear y en el peor de los casos a dejarse morir.
¡Qué clase de humillación sufren los héroes de la patria!
Piense en la difícil situación que enfrenta un miembro del ESMAD. Le envían a controlar una marcha y a evitar que personas con la cara tapada y armadas con artefactos incendiarios y explosivos se tomen un edificio o destruyan una estación. Sin embargo, no puede cumplir su difícil trabajo porque cualquier situación puede costarle su carrera y meterlo en problemas legales. Se le puede “acabar la vida”, como dijo el agente del ESMAD que presuntamente abría disparado la bala de goma que le causó la muerte a Dilan.
¿Qué siente este hombre al ser tildado de asesino por un montón de ignorantes e inconscientes? Además de que enfrenta investigaciones como si fuera un criminal, es señalado y vilipendiado por aquellos que se ponen del lado de terroristas.
Ya bastante difícil es tener un trabajo en el que, infortunadamente, las cosas pueden salir mal y accionar un arma considerada de “baja letalidad”, que es su herramienta de defensa, termina en la muerte de alguien, como para que, además, sea señalado de asesino por una parte pequeña, pero muy bullosa de la sociedad.
Es una pena la muerte de Dilan, porque apenas empezaba su vida, y porque aunque —según vídeos que harían parte del material probatorio que tiene la Fiscalía— en el momento en el que recibe el impacto, el joven estaba encapuchado y atacando a los policías, todos merecemos una segunda oportunidad.
Pero Dilan estaba ahí por decisión propia. Todo apunta a que era un de los líderes del grupo de vándalos que atacaba en ese momento al ESMAD. El policía que dispara se estaba defendiendo y hacía su trabajo de dispersar y controlar los disturbios, lamentablemente sucedió un accidente.
Este joven pudo haber reaccionado y darse cuenta de que no está bien atacar a policías, tampoco está bien ir encapuchado liderando actos vandálicos. Se pudo haber retirado en el momento en el que las cosas se ponían difíciles. Pero no lo hizo.
Los policías y miembros del ESMAD cumplen una función muy importante. ¿Qué habría sido de los bogotanos si durante estos días la ciudad quedaba a merced de estos “manifestantes”? Ellos literalmente exponen su vida por nuestra seguridad y por proteger nuestras propiedades de delincuentes. Es inaceptable y humillante que no se les dé todo el blindaje jurídico y el apoyo que necesitan para cumplir su trabajo.
Todos aquellos que hoy atacan a la policía y se ponen del lado de los vándalos, incluyendo esos artistas colombianos de renombre que posan de muy sensibles, la próxima vez que se vean en peligro recuerden no llamar a la policía, ya que, según dicen, son enemigos del pueblo. Llamen a los terroristas urbanos que hoy defienden.
Si en EE. UU. un policía llega a ser desobedecido, las consecuencias son muy graves, por eso todos respetan su autoridad. En Colombia los policías deben dejarse golpear e incluso ante ataques con explosivos parece que la orden es no actuar.
Los colombianos sensatos le exigimos hoy al Gobierno que pare ya de poner en riesgo a nuestros policías y militares, que si alguien tiene que responder legalmente es quien ordena que un policía desarmado se enfrente a una turba de delincuentes. Exhortamos al presidente y a los congresistas a que den todo el blindaje jurídico necesario para que los héroes del país se sientan acompañados y seguros de no ser atacados si cumplen su trabajo bajo las reglas establecidas.
Hoy nos duele el policía que perdió un ojo, la militar a la que le rompieron la cara con un ladrillo, el policía que incendiaron y ese al que le tiraron un artefacto explosivo. Nos duelen todos los vídeos de policías perseguidos, acorralados y golpeados durante las marchas de los últimos días. Humillados y sin siquiera intentar defenderse.
Nos duelen los más de 300 policías heridos. Varios de ellos no podrán volver a su trabajo porque habrán perdido la movilidad en una de sus extremidades. Ellos, a diferencia de los “manifestantes” heridos, no salieron a dañar a nadie, no salieron a atacar a nadie, salieron a defender a la mayoría de los colombianos.