Este martes 6 de noviembre hubo elecciones intermedias en EEUU. Los resultados permiten muchas lecturas. De hecho, Republicanos y Demócratas han hecho un intenso esfuerzo para presentarse, unos u otros, como los reales ganadores. Hay elementos para apoyar ambos discursos. De lo que sí no hay duda, es que estas elecciones traerán importantes consecuencias para México y quizá, también para América Latina. Vayamos por partes.
1) El martes se renovaron toda la Cámara de Representantes (435 escaños), un tercio (35 asientos) del Senado, y 36 gobernadores de los 50 estados norteamericanos. Además, en muchos lugares, se votaron una multitud de temas locales, desde cuestiones como el consumo de marihuana o nuevos impuestos hasta el estadio de David Beckham.
Ajustado por la gran fortaleza de la economía estadounidense, el desempeño de los Republicanos el martes pasado, fue el peor de un partido presidencial desde 1918. Después de gobernar dos años sin una oposición importante y dados los buenos resultados económicos, Trump debió haber retenido ambas cámaras. No fue así. En retrospectiva, quizá fue un error de Trump haber centrado su campaña en la amenaza migrante y no en el buen estado de la economía. Quizá. Aunque a estas alturas, Trump sabe que el dinero no necesariamente puede comprarte amor…
2) Los Demócratas ganaron la Cámara de Representantes por primera vez en 8 años. Desde allí pueden bloquear toda la agenda política de Trump, controlar todo el gasto del gobierno (negando, por ejemplo, fondos para construir el muro con México) y los impuestos, y ser un contrapeso real y efectivo, no solo discursivo. Tienen ahora el control de los comités con poder de citación, sometiendo a la administración Trump a un real esquema de checks and balances. Pueden también iniciar un tsunami de investigaciones contra Trump, e incluso (por ahora improbablemente), hasta iniciar un impeachment contra él.
Prestemos atención, tan solo un momento, a que la elección a la Cámara de Representantes fue la única elección verdaderamente nacional del martes. Se votó en todos y cada uno de los distritos del país. Así, perder la Cámara de Representantes mostraría, en principio, que Trump no es invencible y que es, por ahora, un presidente vulnerable, cuyo discurso no es compartido por la mayoría del país.
3) Pero, pero… los Demócratas no ganaron todo lo que esperaban. No se materializó la “ola azul” que muchos preveían y varias de sus prometedoras caras nuevas perdieron. En cambio, los Republicanos mantienen el Senado y refuerzan su mayoría. Esto permitirá a Trump nombrar a nuevos funcionarios de su gobierno y jueces (al respecto, la renuncia del procurador Jeff Sessions inmediatamente después de la elección, es entendible en este contexto). Y también (muy importante) hacer fracasar todo juicio político contra Trump.
Los Republicanos también ganaron las gubernaturas más importantes, sobre todo con miras a la elección presidencial del 2020, incluidas Florida y Ohio. Recordemos que en la elección presidencial se vota por estados y no por el voto popular.
4) Los Demócratas ganaron en las ciudades más grandes y los suburbios urbanos más ricos y mejor educados. Trump en sus estados estratégicos para la elección presidencial del 2020, las ciudades chicas y las zonas rurales. Los resultados muestran un país escindido. Al respecto, todas las encuestas a boca de urna mostraron a electores diametralmente opuestos en sus percepciones, según votaran por Demócratas o por Republicanos. Pero también es una división geográfica, racial, de género, de edad, incluso de clase. La imagen de un legislativo dividido retrata bien la división política y anímica del país.
En tal sentido, inician dos años muy difíciles en Washington, con un alto nivel de conflictividad y cierta parálisis legislativa, con la mira puesta en las elecciones presidenciales del 2020, donde explotar las diferencias y el desacuerdo será un negocio muy rentable, para todos los contendientes. Incluso si se llega, como hasta antes de estas elecciones, a eventuales crímenes de odio y de terrorismo interno.
5) Como le sucedió a George W. Bush en su segundo mandato, y a Obama en 2010 y 2014 (con la diferencia de que Bush y Obama aceptaron entonces su derrota, a diferencia del discurso retador de Trump contra la nueva mayoría Demócrata), enfrentar a una Cámara de Representantes opuesta a sus proyectos políticos, les empujó a dejar en términos secundarios la política interna y concentrarse en el ámbito internacional. Esa no es una buena noticia para México. El riesgo de roces y conflictos entre los gobiernos de ambos países no es algo que deba descartarse. Gobiernos que, por otro lado, estarán en permanente campaña electoral, y con un muy alto contenido de populismo en sus discursos y políticas, lo que acrecentará cualquier propensión a la susceptibilidad y al “machismo” político.
En todo caso, la elección intermedia muestra que la retórica anti inmigrante y anti México le dan resultado a Trump para conservar y galvanizar a su base política. Si sus resultados son mayores a sus débitos, ¿por qué abandonarla con miras al 2020? Al contrario, debe suponer en estos momentos. En tal sentido, una mayoría Demócrata en la Cámara de Representantes debe significar un contrapeso a los planes de Trump de mayor militarización de la frontera y reforma migratoria.
6) Esto mete en un brete inesperado al nuevo T-MEC (sucesor del TLCAN), que espera aprobación en el Capitolio. Al respecto, los Demócratas no tienen incentivos para aprobar el nuevo tratado comercial con México y Canadá. De no aprobarse o en el caso último de rechazarse, el anterior TLCAN continuaría, pero bajo la amenaza constante de Trump de abandonarlo, según convenga a sus intereses electorales.
Serán meses y años difíciles para México, con un Trump apretando una y otra vez el pescuezo del país con su pie. Y en una de esas, después de tantos esfuerzos, México se quedaría, pues, como el perro de las dos tortas: Sin T-MEC y sin TLCAN.
7) En lo que respecta a América Latina y de ser cierto este vuelco de Trump a su flanco externo, éste podría buscar mucho mayor cercanía con los gobiernos de Macri, Bolsonaro, Duque, Piñera. Y en contrapartida, acrecentar la presión contra los regímenes náufragos del llamado Socialismo del Siglo XXI.
En tal sentido, las dictaduras y cuasi dictaduras de Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela podrían estar por vivir sus momentos más difíciles. En hora buena.