
A menudo se habla de libertad económica en clave nacional, pero dentro de cada país hay distintas administraciones regionales y locales que contribuyen a mejorar o empeorar el clima de negocios. España es un buen ejemplo de ello, gracias al elevado de descentralización con el que cuentan sus comunidades autónomas.
Para estudiar el grado de apertura de los distintos territorios españoles, he elaborado un índice compuesto por quince indicadores. El resultado lleva por nombre Ránking de Liberalización Regional (RLR).
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Para elaborarlo he tenido en cuenta aspectos como el peso del gasto público, el marco impositivo vigente, el esfuerzo fiscal que asumen los contribuyentes, el nivel de presencia del sector privado en la educación y la sanidad, la tasa de emprendimiento per cápita. En cada categoría del RLR, el gobierno regional que logra un mejor resultado recibe 100 puntos y el resto recibe una calificación según su cercanía o lejanía del primer clasificado.
En cabeza de la tabla figura la Comunidad de Madrid. La que antaño era una capital burocrática anclada en políticas intervencionistas se ha convertido en las dos últimas décadas en la región más competitiva de España, como acredita el último estudio de la Comisión Europea. La puntuación media de Madrid supera los 90 puntos, gracias a la posición de liderazgo que logra en muchos de los subíndices del RLR.
Agrupando a las distintas regiones españolas según su grado de libertad económica he podido constatar que, al igual que muestran las comparativas entre países, los territorios más abiertos a las ideas del laissez faire logran también mejores indicadores de bienestar socioeconómico.
Por ejemplo, en cuanto al PIB per cápita, las regiones más liberales tienen 10.000 dólares de ventaja frente a las más intervencionistas. En cuanto a la tasa de paro, hay diez puntos de diferencia entre el grupo de cabeza y el de cola. Hay, por tanto, una España de dos velocidades, en la que los territorios más liberales son líderes de progreso.
Merece la pena conocer el caso de Madrid con algo más de profundidad. Su apuesta liberal data de los años de gobierno de Esperanza Aguirre, que aprobó importantes rebajas de impuestos durante su paso por el gobierno. Lo mismo sucedió cuando Ignacio González relevó a Aguirre en el cargo. Y, en la actualidad, el Ejecutivo regional, comandado por Cristina Cifuentes, sigue comprometido con el modelo de impuestos bajos.
Aguirre bajó el tramo regional del Impuesto sobre la Renta, eliminó el Impuesto de Patrimonio y aprobó una reducción efectiva del 99 % en el Impuesto de Sucesiones. A esto hay que sumarle la simplificación de la Administración Pública, la liberalización de los horarios y las licencias para los negocios o el aumento de la presencia privada en la educación y la sanidad.
Estas medidas han disparado el crecimiento de Madrid, convirtiendo a la región en una de las más dinámicas del Viejo Continente. Y, curiosamente, ese crecimiento en la actividad ha hecho que la recaudación fiscal termine aumentando, aún con las sucesivas rebajas de impuestos. Se cumple así la llamada Curva de Laffer y Madrid termina aumentando su recaudación a pesar de que sus exigencias tributarias se han reducido.
El impulso que ha logrado Madrid contrasta con la decadencia económica que ha sufrido Cataluña en los últimos años. Así, entre 2008 y 2015, Madrid captó a más de 38.000 trabajadores llegados de otras regiones mientras que Cataluña perdió a 9.000 ocupados que optaron por hacer las maletas. En cuanto al número de rentas altas, Cataluña ha perdido peso, pero Madrid ha pasado de contar con el 40 % de los contribuyentes más acaudalados a sumar más del 55 % del total. Y en cuanto a la movilidad de empresas entre los distintos territorios españoles, llama la atención que, para el período 2008-2015, Madrid gana 4.200 sociedades llegadas de otras regiones mientras Cataluña sufre la salida de 2.400 empresas que pusieron rumbo a otros territorios.
Esta animada competencia entre las distintas regiones también nos permite comprobar los nefastos resultados económicos de los territorios en los que los gobiernos socialistas han sido la norma. Es el caso de Extremadura y Andalucía, que figuran entre las últimas posiciones del RLR y que son dos de los territorios más afectados por el desempleo.
De manera que, una vez más, los datos respaldan la importancia de promover las ideas liberales. En este caso hablamos de España, pero podemos llegar a similares conclusiones si estudiamos el grado de libertad económica de las regiones alemanas, italianas. Incluso en la ruinosa crisis griega hemos visto que los territorios e islas más abiertos al capitalismo han capeado mejor el vendaval.