Por Gian De Biase*
Durante el siglo pasado, los izquierdistas revolucionarios, siguiendo órdenes cuales lacayos de la Unión Soviética, se dedicaron a desestabilizar nuestros países, siendo la principal causa de la nueva oleada de dictaduras militares que asolaron el sur del continente. Estas no serían, no obstante, ni las primeras, ni las más longevas, ni las más asesinas: ese espacio lo llenó el régimen socialista cubano, seguido del venezolano, nicaragüense y boliviano.
Con la sola excepción de Cuba, los tempranos intentos de la izquierda de hacerse del poder a través de la lucha armada fallaron estrepitosamente. En este contexto, el socialismo optó por la vía democrática, explotando miedo y sembrando odio. Hugo Chávez (no sin haber ensayado antes un golpe de estado), Daniel Ortega y Evo Morales llegaron entonces al poder.
Es así como la última década, desde finales de los 1990 hasta aproximadamente el 2016, Sudamérica se llenó de gobiernos de izquierdistas trasnochados, que seguían órdenes de Cuba a través del Foro de San Pablo. Los representantes del “socialismo del siglo XXI”, sin embargo, dejan mucho que desear. En Brasil, Lula está preso por corrupción y Dilma Rousseff fue destituida por idénticas razones. Cristina Fernández está procesada. Correa, por su parte, continúa prófugo de la justicia. El gobierno de Michelle Bachelet fue una sucesión de escándalos de corrupción. Mientras tanto, Evo Morales y Tabaré Vázquez siguen en el poder.
Toda este nefasto grupo de politiqueros se dedicó a vaciar las arcas de sus respectivos países, sacando grandiosas cuotas para ellos, su familia, el partido y – por supuesto- para el régimen cubano, que parece funcionar como la base central de todos estos gobiernos de izquierda que buscan crear “la patria grande”; es decir, la unión por la fuerza de Sudamérica para convertirse todos en países satélites al servicio de La Habana.
La buena noticia de este panorama desalentador, es que el presidente Donald Trump ha decidido ponerle fin a la dictadura de Maduro, y con ello inicia una gran marcha contra el socialismo continental, que nos ha sumido en la miseria, la desgracia y el hambre. Maduro se encuentra solo, con un ejército que cada día tiene más bajas.
Se ha vuelto habitual ver personeros del régimen venezolano disertando. Cuando el barco está por hundirse, los primeros que huyen son las ratas. Asimismo, cuando un sistema está basado en el oprobio, y no en intereses valores comunes, nadie sacrificará ni una ínfima parte de su bienestar para salvar algo que además se sabe muerto.
La Venezuela secuestrada por el socialismo se encuentra rodeada por los cuatro puntos cardinales. Un Maduro temeroso y desesperado ha optado por cerrar la frontera sur, para impedir la ayuda proveniente de Brasil. También cerró la frontera con Colombia, donde además de bases americanas, está el presidente Duque, delfín del eterno enemigo de Chávez y otro acérrimo anticomunista, el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
El socialismo ha intentado resistir a través de AMLO y de Tabaré Vázquez (financiado por Chávez, al igual que Mujica), promoviendo más diálogos estériles. Ha buscado, asimismo, el respaldo del Papa Francisco, muy afín a la izquierda criolla. El Vaticano ha decidido continuar con su política amarilla de cortesía y complacencia con regímenes asesinos. Y ni hablar del nicho de burócratas bien pagados en el que se han convertido las Naciones Unidas, donde la Alto Comisionado de los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pasa olímpicamente de cualquier tema relacionado con Maduro, Cuba, Nicaragua o Bolivia.
En conclusión, ni todo el aparato mediático, gubernamental o internacional de la izquierda criolla ha podido detener las fuerzas republicanas en su lucha por liberar el continente americano de las miles de amenazas que representa una tiranía socialista como la venezolana (a saber, narcotráfico, terrorismo, apoyo a regímenes antioccidentales y totalitarios, trata de personas y emigración masiva, entre otros horrores).
El único camino que empezará a recorrer el pueblo venezolano a partir del próximo domingo será el de la libertad. No cabe la menor duda. El problema es la oposición socialdemócrata, que fue la que en primer lugar permitió el ascenso del dictador Chávez y la consolidación del socialismo. La travesía de Venezuela apenas empieza.
Se le acabó el tiempo a Maduro y a la izquierda. La libertad terminará por conquistar el continente.
*Gian De Biase es politólogo.