Por Janet Rudman
El Festival de la Canción de Eurovisión es un concurso televisivo de carácter anual en el que participan intérpretes representantes de las televisiones (en su mayoría públicas) cuyos países son miembros de la Unión Europea de Radiodifusión.
La edición número 64 de Eurovisión tiene lugar en Israel porque en 2018 la cantante Netta Barzilai y su canción «Toy» resultó vencedora representando a dicho país. En un comienzo, hubo un debate acerca de si las instancias del festival debían realizarse en Jerusalén o Tel Aviv. Como la final tiene lugar en un día sábado, a efectos de evitar problemas con la población religiosa de Jerusalén, para quienes el sábado es día sagrado, se eligió Tel Aviv.
Con la organización de este evento la municipalidad de Tel Aviv tiene la oportunidad de mostrar al mundo entero su cáracter cosmopolita. Moderna, sexy, ecléctica e internacional son algunos de los adjetivos para describirla. La ciudad de las noches eternas y cafecitos con inenarrable atractivo. Los israelíes la llaman “el otro país”, tal vez porque la mayoría de la población se autodenomina laica, o porque tiene un aire muy distinto al resto, completamente opuesto al de Jerusalén. Todo un enclave de Occidente en el medio de Oriente. Jóvenes inundan las calles y llenan las mesas de los bares. En la ciudad la población está distribuida de la siguiente manera: 22 % menores de 20 años, 18 % entre 20 y 29 años y el 24 % entre 30 y 44 años. En las calles se observa el estilo Bauhaus, la arquitectura que se instaló en las primeras construcciones. En el año 2003 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por esto. Por esas construcciones, se la conoce como “la ciudad blanca”.
Tel Aviv tiene mucho que mostrar a Europa sobre su realidad multicultural e inclusiva. Es la ciudad con más restaurantes veganos del mundo. La parte antigua e histórica de la ciudad se encuentra en Jaffo, que en hebreo significa “bella” (iafá) y en español se conoce como Jaffa. La población es, en su mayoría, árabe.
También tiene la segunda mayor Marcha del Orgullo Gay que se lleva a cabo una vez por año. Tel Aviv es una metrópoli gay friendly que se ha consolidado, en los últimos años, como el destino turístico gay por excelencia. Esto sucede en una región en la que los homosexuales son perseguidos. En el reino musulmán de Brunei se quiso legislar sobre la lapidación de los homosexuales hace solo unas semanas. En Irán, todos los diferentes son perseguidos. También en otros países de la región reina la intolerancia. Mientras tanto, Israel ese convirtió en 2008 en el primer país de Asia en autorizar la adopción homoparental. Los gais y lesbianas no sólo están autorizados a adoptar a los hijos biológicos de su pareja, sino también a adoptar otros niños.
Israel se presentó por primera vez en Eurovision en 1973 y desde entonces ha ganado el primer puesto en cuatro oportunidades, siendo el anfitrión en dos de ellas, ambas en Jerusalén. Ganó en 1978, 1979, 1998 y el año pasado.
En 1978, la victoria fue de Izhar Cohen y el conjunto Alphabeta con la canción “A-Ba-Ni-Bi”. El año siguiente ganó Gali Atari con el conjunto “Jalav udvásh”, por su representación de la icónica canción “Halleluya”. En 1998, la victoria fue de “Dana International” por “Diva”, en lo que resultó revolucionario desde el punto de vista social, ya que Dana es una cantante transexual, nacida como Yaron Cohen, y su logro se consideró un empuje de legitimidad a la comunidad LGBT en Israel.
Ver el festival por televisión es una fiesta para los sentidos, los efectos de luces y colores son protagonistas en varias de las presentaciones. Otros cantantes escogen, no obstante, escenografías sencillas para resaltar sus canciones.
Uno de los participantes favoritos es el representante de Francia, Bilal Hasani, nacido en Francia, de origen marroquí, un joven de 19 años quien en 2017 anunció su homosexualidad en redes sociales.
El final no podría tener más brillo: estará a cargo de Madonna. La cantante resistió a las presiones políticas a las que se vio expuesta y subirá a escena en el cierre del festival. Madonna, que se presentará el 18 de mayo por la noche en la final de Eurovisión, aterrizó en Israel hace unos días.
Hasta la final del sábado y el concierto de Madonna, Tel Aviv será la sede de diversos eventos, desde exposiciones de arte hasta sesiones de DJ; desde bares en la azotea hasta eventos que duran toda la noche y se especializan en tecnología.
El ambiente de Eurovisión es todo el día y toda la noche en Tel Aviv.
Israel tiene, además, la oportunidad de enviar un mensaje claro: he aquí una sociedad abierta, democrática y multicultural festejando la vida. Solo un país con esas características puede manifestar su orgullo nacional por la realización de este evento mientras en la vereda de enfrente se realizan manifestaciones pro-palestinas. Ninguno de los enemigos de Israel puede ejercer la libertad de expresión y manifestación a ese nivel.
Más allá de quién gane el sábado, la municipalidad de Tel Aviv habrá triunfado en mostrar al mundo la belleza de esta ciudad y su capacidad organizativa.
Janet Rudman es licenciada en Relaciones Internacionales, analista en Marketing y co-editora del semanario hebreo JAI.