Por Eduardo Zalovich
Tras un año de bloqueo político y en plena crisis del coronavirus, el líder opositor Beny Gantz quebró su promesa electoral y acordó formar un gobierno de rotación con Benjamin “Bibi” Netanyahu. Lo que parecía imposible hace unos meses se oficializó esta semana, luego de tres duras y reñidas elecciones. El acuerdo permite al líder del Likud continuar como Primer ministro durante 18 meses, hasta ser sustituido por Gantz durante un período similar. Israel se aseguró así tres años de estabilidad para concentrar energías contra la pandemia, y la gradual implementación del plan de paz presentado por Washington, con o sin la aceptación del dividido liderazgo palestino.
Justificándose en el estado de emergencia causado por el COVID-19 -aumento del desempleo del 4 al 26 por ciento y 200 fallecidos), acompañado por 18 de los 33 diputados de Azul y Blanco -pues la coalición opositora se quebró- Gantz pactó con su rival tras difíciles negociaciones. Será ministro de Defensa durante los próximos 18 meses, y la mitad de los ministros serán de su sector.
“Prometí a Israel un gobierno de emergencia nacional que actúe para salvar vidas y recuperar empleos”, afirmó Netanyahu tras la firma. Gantz tuiteó: “Hemos evitado cuartas elecciones. Protegeremos la democracia, lucharemos contra el coronavirus y nos ocuparemos de apoyar a todos los ciudadanos”. La coalición tendrá 32 ministros, un hecho que irritó tremendamente a la gente, pues la nación enfrenta la peor crisis económica en su historia. La periodista Ana Beris expresó que “lo de los ministros es una irresponsabilidad total de ambas partes (…) en una situación con más de un millón de personas sin empleo deberían seguir el ejemplo de Lacalle Pou (nuevo presidente de Uruguay), que impuso descuentos obligatorios a los sueldos altos del estado sin excepción”.
Gantz encabezará el gobierno a partir de noviembre de 2021 y recibió ministerios clave: Defensa, Justicia, Exterior y Cultura, entre los 16 que le tocan. Netanyahu aceptó abandonar el cargo que ocupa desde 2009. A cambio, logró continuar al frente del gobierno hasta octubre de 2021. Otro punto complejo, el nombramiento de jueces de la Suprema Corte y del fiscal general, se solucionó con el establecimiento de un “veto mutuo”. Gantz salió bien parado en la partida de póker ante el “mago Bibi”. No tenía mejor alternativa, ya que nuevas elecciones serían su “funeral político”, como escribió el periodista Sal Emegui. Los últimos sondeos le daban al Likud una victoria contundente.
Los primeros seis meses sólo podrán votarse leyes relativas a la lucha contra el coronavirus. El acuerdo también llevará a votación del Gabinete el “Acuerdo del Siglo” con los palestinos. El Likud podrá promover la aplicación de la soberanía hebrea en parte del área C -las zonas A y B son controladas por la Autoridad Palestina (AP)-, dentro de Judea y Samaria (Cisjordania), tras la luz verde del plan de paz americano. Necesitará el OK definitivo de Washington y consultar con Gantz, quien es reacio al camino unilateral y prefiere acordar también con Jordania y la AP de Ramallah.
La meta de Netanyahu es concretar la anexión antes de noviembre, por temor a que Donald Trump pierda los comicios. De todos modos, el retiro de Bernie Sanders de las primarias del Partido Demócrata, dejan a Joe Byden como seguro candidato, y aunque discrepe con el plan ha sido un amigo de Israel durante toda su trayectoria política, por lo cual eludirá un enfrentamiento por este tema. En total Cisjordania tiene una superficie de apenas 5.860 km2 y el valle del Jordán unos 1.200, incluidos dentro del área C, que suma 3.600 Km2.
Beny Gantz y el ministro del Exteror, Gaby Ashkenasi -ambos ex comandantes del ejército- intentarán limitar la zona anexada tras el rechazo palestino. Sin embargo, en Israel la ciudadanía no cree en las intenciones de paz de Abu Mazen, y menos aún del grupo terrorista Hamás, que controla Gaza. Se recuerda que tanto Arafat como Mazen rechazaron acuerdos muy positivos para su pueblo en 2000, 2001 y 2008. En sus memorias, Bill Clinton responsabilizó directamente a Yasser Arafat por el fracaso.
El plan fue elaborado por un equipo dirigido por el yerno de Trump, Jared Kushner, asesor clave del Presidente. Tanto el Consejo Yesha de los pobladores israelíes del área C cisjordana, como el dictador palestino -no hubo elecciones desde 2009- rechazaron el plan: el primero porque preveía un Estado palestino; el segundo argumentando que es parcial a favor de Israel. La iniciativa se divide en dos fases, una económica y otra política. En junio de 2019, la administración Trump lanzó la parte económica del plan, titulada “Paz para la prosperidad”, en una conferencia en Manama, Baréin. Fiel a su historia de perder oportunidades, el liderazgo palestino boicoteó el evento. La fase política fue revelada en enero del presente 2020.
Los autores de la propuesta prevén que el logro de tal solución dotaría a los palestinos de independencia, evitando que puedan constituir una amenaza para Israel. La solución exitosa dirigirá vuelos entre el Estado de Israel y sus vecinos. La administración Trump declaró que rompería con los viejos paradigmas de los enfoques pasados en torno al proceso de paz israelí-palestino, eliminando dos problemas centrales al implementar dos medidas en 2017 y 2019, que sugirieron la redefinición de Estados Unidos de los parámetros para resolver el conflicto, en parte adoptando posiciones israelíes. Estos fueron el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel en diciembre de 2017, y una declaración de 2019 que indicaba que los poblados judíos en la disputada Cisjordania eran consistentes con el derecho internacional. Como una señal contundente, Estados Unidos. abrió su embajada en el barrio Arnona de Jerusalén, en el 70° aniversario del estado hebreo.
El líder de Hamás, acusado de planificar docenas de atentados contra civiles, Ismail Hanyeh, criticó a los líderes árabes que apoyan el plan y dijo que “ha estado luchando durante cien años y no le encargué a nadie que dialogara, Jerusalén es nuestra, no hay lugar para judíos ni cristianos allí, la tierra es nuestra, y todo es nuestro”.
Kushner ha comparado el proyecto con el Plan Marshal para reconstruir la economía de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Lo presentó como la mejor opción con respecto al futuro y declaró que “los líderes palestinos deben hacerse una pregunta: ¿quieren tener un Estado? ¿quieren tener una vida mejor? Si lo hacen, nosotros hemos creado un marco para que lo tengan, y dialogaremos de forma respetuosa. Si no lo hacen, van a arruinar otra oportunidad como han arruinado todas las que tuvieron en su existencia”.
El plan fue alabado por los cristianos evangélicos y la organización “Cristianos Unidos por Israel”. La reacción entre los grupos judíos estadounidenses -una comunidad calculada entre 6 y 7 millones de personas- fue favorable por parte de AIPAC (principal lobby pro-israelí, con 120 mil afiliados).
Eduardo Zalovich es un profesor uruguayo radicado en Jerusalén.