Durante los dos períodos de gobierno del presidente Barack Obama han sido deportados 2,8 millones de mexicanos según datos oficiales del Instituto Nacional de Migración (INM) siendo esta la cifra más elevada de la historia, y es por este motivo que organizaciones latinas llaman al gobernante estadounidense “El deportador en jefe”.
Varios de estos mexicanos que han sido deportados han dejado sus familias en Estados Unidos, algunos hasta hijos, como es el caso de Jesús Mateo, quien fue deportado a mediados del 2012 luego de haber vivido 25 años en suelo estadounidense y construyó un hogar luego de casarse, tener hijos y nietos.
Mateo vive ahora en Mexicali, Baja California, localidad que se ubica a 717 kilómetros de Fresno, donde vive su familia. Actualmente trabaja en el Hotel Migrante, que es un albergue que ayuda a mexicanos que como él han sido deportados.
“Sé que están bien pero no los veo… mi hija me habla pero sólo me pregunta cómo estoy y a veces me cuenta de cómo van ellos” dijo Mateo a BBC Mundo.
La deportación de cientos de miles de mexicanos al año es uno de los problemas más críticos en la relación entre México y Estados Unidos. Respecto a esta situación, la Casa Blanca ha afirmado que “sólo expulsa a quienes representan un problema para la sociedad, como los delincuentes”. Sin embargo, miles de mexicanos fueron deportados por cometer infracciones menores, y otro tanto fueron detenidos en redadas realizadas por agentes de migración.
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Un ejemplo de esto es precisamente Julián Mateo quien fue detenido al participar en un accidente automovilístico en donde resultó muerta una persona. Al tener una defensa legal mala, se le otorgó una sentencia de 14 años de prisión, y luego de cumplir con su encarcelamiento fue deportado a México y al tratar regresar a su casa en California, fue detenido nuevamente.
Uno de los puntos que más agrava la situación, es que el gobierno de México parece no estar preparado para enfrentar el problema dice a BBC Mundo Sergio Tamai, quien es fundador de Ángeles sin Fronteras, organización que auxilia a personas deportadas tanto en Tijuana como en Mexicali.
Esta situación no será más fácil en el 2017 ya que en el presupuesto fiscal para el próximo año, la Cámara de Diputados asignó sólo USD$ 14 millones para brindar ayuda a los deportados, lo que significa una disminución del 30 % a la asignada en 2016.
“El dinero es insuficiente, no alcanza ni para apoyar a los albergues en los que ayudamos a los migrantes” dice Tamai, quien agrega: “no hay un programa integral de apoyo para ellos. Es la realidad que tenemos. Entonces se quedan porque su familia sigue en Estados Unidos y quieren intentar el regreso”.
Drama de cientos de miles hombres y mujeres
El drama de la deportación y las violaciones a los derechos humanos que se dan en estos procesos toca igual a hombres y a mujeres. Uno de ellos es Rodolfo Sánchez, quien llegó a Estados Unidos en 1994, hizo su vida como carpintero, carrera en la que evolucionó hasta especializarse en muebles y enseres para jardines.
“Estaba muy contento, creí que pronto tendría un negocio grande” dijo a BBC Mundo en Tijuana, donde radica actualmente tras haber sido deportado luego de un pleito que se dió en la calle donde vivía y la policía detuvo a varios. Durante la investigación, las autoridades se percataron de que Sánchez ya había sido deportado una vez por lo que una semana después, ya se encontraba en México.
“Me deportaron en short y camiseta … allí quedaron mis calles, mi gente, donde me siento en mi casa” narra mientras lucha para sobrevivir ya que no le ha sido fácil encontrar empleo por lo que acude a albergues para alimentarse.
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Para las mujeres no es más fácil la deportación, de hecho puede ser peor según organizaciones civiles como el albergue casa Puerta de Esperanza en Tijuana cuya representante Karina López expresa: “su situación física se ve afectada, no duermen bien, no se alimentan bien. Emocionalmente están abandonadas, devastadas”.
Usualmente las parejas de estas mujeres, así como los hijos y otros familiares, permanecen en ciudades de Estados Unidos por lo que retornar a sus lugares de origen les es complejo.
El mayor dramatismo en la situación de las mujeres deportadas se da porque en la mayoría de los casos, sus hijos son ciudadanos estadounidense que se quedan siendo custodiados por las autoridades de Estados Unidos y muchos son puestos en adopción.
Fuente: BBC Mundo