Por fin en Bogotá se dará desmonte del taxímetro a los taxis, la medida empezará a implementarse desde el mes de agosto en la capital colombiana.
Tanta polémica ha causado el taxímetro, aparato que llevan los taxis y que marca automáticamente la cantidad de dinero que se debe pagar durante el recorrido, finalmente será reemplazado por una aplicación móvil (app) que permitirá a los usuarios del servicio público saber de antemano el valor del recorrido.
Así lo anunció este viernes la Secretaria de Movilidad, “Lo que buscamos hacer es eliminar el muñeco, la alteración de los taxímetros y que el usuario siempre sepa cuánto va a costar la carrera, incluso antes de subirse al vehículo. Aquellos que toman un taxi en la calle ya podrán ver el valor de la carrera en una tableta que tendrá el taxista para calcular el costo dependiendo de la distancia del recorrido”, explicó Juan Pablo Bocarejo, secretario de Movilidad.
Y agregó, “Se acabó el muñeco”, haciendo referencia a los taxímetros adulterados.
Lo que se busca es combatir los atropellos de consumo por parte de los taxistas, adulteraciones en el taxímetro y costos que no corresponden al trayecto inicialmente fijado, casos que han generado desconfianza por parte de los usuarios al momento de abordar un servicio en la capital.
La aplicación estará autorizada por el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTic) y podrá calcular el valor de la carrera desde el momento en que el pasajero realiza el abordaje del vehículo amarillo.
De acuerdo con el Distrito, los taxistas tendrán un plazo de implementación hasta el mes de noviembre. El nuevo sistema tarifario funcionara con una monto por congestión.
“Hay que aclarar que sin taxímetro no habrá tarifa dinámica, sino tarifa con congestión. Es decir, si en el camino la app detecta que hubo disminución de velocidad, habrá aumento automático de la tarifa (…) Es hora de ponernos al día con la tecnología, dejar de quejarnos y ser propositivos”, explicó Hugo Ospina, líder del gremio de taxistas en la capital.
Fuente: El Espectador