En la última marcha que se realizó en Buenos Aires a favor del aborto, se hizo presente un joven transexual proaborto con una polémica pancarta. El menor, de 16 años, llevaba un anuncio que solicitaba “Aborto legal para chicxs trans!”.
La imagen fue replicada en redes sociales por cientos de personas, algunos, apoyando la moción, y lógicamente muchos otros en contra, como fu el caso del politólogo Agustín Laje.
El debate sobre la legalización del aborto, que se abrió luego de la marcha en cuestión, está muy vigente en el contextoe argentino, por lo que para muchos el tema se convirtió en una exitosa “cortina de humo” utilizada por el Gobierno que enfrenta una complicada situación económica.
Aunque la foto del joven de la pancarta fue compartida en muchísimos muros de Facebook y cuentas de Twitter, esto pareció no afectar al manifestante hasta que el politólogo Agustín Laje, conocido opositor de la ideología de género, contra quien pesan múltiples amenazas de muerte por parte de activistas feministas, la compartió con la leyenda: “Pretender ser aquello que no sos te lleva a exigir lo que nunca tendrás”.
A pesar de que el escritor quitó la cara del manifestante ante la solicitud de este, el joven manifestó a los medios que iba a denunciarlo, ya que es menor de edad. Según parece, considera que es lo suficientemente adulto como para hacer una petición política a las autoridades, en un país donde tiene edad legal para votar, pero todavía se considera un niño al momento de ser confrontado por sus posiciones.
Tolerancia relativa
En conversación exclusiva con el PanAm Post, Laje, coautor de El Libro negro de la nueva izquierda, advirtió que la ideología de género “es una embestida contra las libertades más básicas”.
“Hablan de tolerancia, siempre que uno diga lo que ellos quieren escuchar; hablan de diversidad, pero no soportan un pensamiento diverso respecto del de ellos mismos”.
El autor cordobés comentó que su caso no es el primero. Por criticar en un programa que un travesti haya ganado un premio en una categoría femenina, lo cual, a su criterio, fue una injusticia con el sexo femenino, un locutor radial de su provincia fue denunciado y recibió un comunicado del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), un organismo estatal que recibe denuncias, y si bien no puede emitir condenas, ya que no pertenece al sistema judicial, elabora dictámenes que luego sí pueden ser utilizados por el Poder Judicial en causas sobre supuesta discriminación.
El entrevistado considera “alarmante” hasta dónde puede llegar esto, precisamente porque recién empieza. Ya que existen legislaciones y fallos jurídicos que condicionan y exigen que hablemos de determinada forma en cuestión de género, como el fallo contra una alcaldesa chilena.
Destaca Laje que “casos como el de Canadá, donde una persona puede ser penada con seis meses de prisión por referirse en disonancia ante la identidad de género de alguien, advierten sobre el riesgo de estas iniciativas”.
Nos comunicamos con el INADI y hasta el momento, a pesar de lo dicho por el manifestante, no respondieron si está registrada una denuncia contra el joven escritor argentino. En vista de que el autor está en el extranjero, dando charlas precisamente sobre el vínculo político e impacto social de la ideología de género, deberá esperar hasta volver a su país de residencia para constatar si fue denunciado.
Laje recalcó que “es completamente irrelevante cómo esta persona se defina”, lo que es preocupante es la intervención del Estado en nuestras cabezas, en nuestras palabras, en la forma que escribimos, determinando lo que podemos decir y lo que debemos callar.
Contradicciones
Según la ideología de género, se asume que lo femenino y masculino, ser hombre o mujer, es una “construcción social” y, en el peor de los casos, una imposición, que ignora la biología. Por ende, se propone como algo sujeto a elección. Cabe distinguir que tanto una persona transexual como una transgénero califican dentro de lo que psiquiatría denomina “disforia de género”, un diagnóstico que determina la falta de concordancia entre la anatomía y la psiquis de la persona.
Hasta el momento, el movimiento LGBT, se denomina extraoficialmente LGBTTTQIA+, esto incluye a las personas queer y/o que —a diferencia de las personas trans— no se identifican con el género binario, es decir, no son hombres ni mujeres y con frecuencia pueden adoptar por periodos una identidad y luego otra, de modo —con legislaciones que regulan el vocabulario— si en el momento que nos dirigimos a esa persona como “ella” y se identifica como “él” podemos ser privados no solo de nuestra libertad de expresión, sino condenados a prisión.
Entonces, el entrevistado concluye que las “profecías” distópicas de 1984 de George Orwell parecen cumplirse con la ideología de género: el Estado se vuelve tan totalitario que ordena incluso cómo debemos hablar.
Y, al estilo de la distopía de Huxley, autor de Un mundo feliz, no hay indignación por la instauración de la censura, sino la presunción que al ser “progresista” implica progreso, cuando en la práctica es un paso progresivo hacia el totalitarismo.
Por lo tanto, además de la batalla jurídica que pretende dar —en caso de efectuarse la demanda— Laje asume una batalla política y cultural para mostrar a la sociedad que la ideología de género va contra nuestras libertades, puesto que que esta no se da sin un poder cada vez más opresivo del Estado: no hay ideología de género sin ingeniería cultural.